lunes, 11 de mayo de 2020
MI TÍO AGUSTÍN
Era aficionado a los toros, con su abono anual, y curiosamente me di cuenta que al principio del sexto toro, apuntara éste condiciones o no, mi Tío se iba de la Plaza de toros de Sevilla o incluso viendo la corrida por la tele. Con el tiempo, creo que actuaba así con el propósito de no aguantar las bullas y aglomeraciones finales, cosa que, al trasladarlo a la tele, lo convirtió en costumbre.
Solía tener tres vacas, un becerro que lo vendía al pasar en añojo, una burra y algunas gallinas. Sabido es que las vacas han de ordeñarse dos veces al día (mañana y tarde), por lo que mi tío, y todos los que se dedican a este oficio (vaquero), no tenía ningún día libre al año.
De pequeño me gustaba ir con Él a segar la “yerba”, lógicamente , no me dejaba coger la hoz ni la guadaña, pero sí hacía los montones de “yerba” , cargándolos en la burra. ¡Ah! También tenía un perrito al que llamábamos KIKO.
Como decía, ningún día libre en el campo. Cuando llegábamos al “pajar”, descargábamos la “yerba”, y como las bestias habían estado comiendo durante toda la mañana ( “yerba”, pienso, pulpa), mi tío soltaba las vacas para beber, no sin cierta dosis de peligro, pues éstas ,al sentirse libres y no atadas con sogas a sus respectivos pesebres, los animales se resistían al yugo del nudo de las cuerdas.
En el contexto temporal en que esto sucede, los pajares o establos, estaban literalmente dentro del pueblo, rodeados de casas, cosa que se modificó y cambió al llegar la democracia, (por razones de higiene ambiental).
Una vez jubilado, cuando cobraba la mensualidad, se la daba a mi madre, pero Él se quedaba con una cantidad, digamos moderada; ante esto, mi madre le decía:¿ Con todo eso te vas a quedar, nene?; a lo que mi tío respondía : ¿ Habrá que alternar, no , niña? Era una especie de regateo.
Mi tío Agustín llevó una vida sencilla, que lo distraía, disfrutaba de su trabajo, y pasó por el mundo sin ofender a nadie ni queriendo ni sin querer.
Cuando murió, yo lo sentí especialmente, pues fue el primer desgarro o cacho de corazón que perdí.
Y como anécdota, tenía un latiguillo al hablar, y era que cuando quería que me retirase de un sitio, me decía: !Ave,…Juye¡..(haber… huye).
Bueno, se acabó su vida, dejando buen recuerdo de todo el que lo conoció, por su sencillez, nobleza y bondad.
Diego.
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