Cuando bebía me quitaba el dinero, lo malo era que cuando no tenia, con grandes voces, decía que si no le daba el dinero me iba a dar una paliza. Estaba atrapada en sus rejas y no sabía como podía irme de mi casa, si le decía algo un poquito más alto de tono me pegaba y me decía que si iba a la policía me buscaría y me mataría.
Una amiga, a la que le paso algo parecido con su marido, me explico que había un teléfono de ayuda el nº 016 en el que le aconsejarían que medidas podía tomar.
Al poco tiempo le pusieron una orden de alejamiento y lo echaron de mi casa y desde entonces no lo he vuelto mas a ver.
Esto es ficción pero pasan muchas circunstancias muy similares a diario. Ninguna persona debe estar amenazada, ya sea por maltrato psicológico o físico, ya que a las personas que sufren la violencia de genero le quedan secuelas ante estas violencias de por vida y nadie se merece que lo traten así.
Raúl Pittaluga García.