martes, 31 de octubre de 2017
FASE ABSTRACTA
Por fin, y
gracias a Dios, ya es lunes. Bendito lunes. Maldito fin de semana. Ya quedó atrás. He pasado un fin de semana francamente malo , especialmente ayer domingo
en que pasé una crisis de ansiedad que
me llevó a la cama
excesivamente temprano, concretamente
a las siete de la tarde. Después, a cambio,
me he levantado a las 2.22 pero ya
repuesto de la crisis. He salido a la calle
de madrugada, he dado un
paseo, he desayunado y me he
despejado porque ya se
va notando el fresquito del otoño . Mañana ya
cojo la rebeca.
He
aprovechado también en esta
madrugada fresquita para madurar el
artículo de hoy. Se dice
habitualmente que las
fases de la
vida de un ser humano
son la infancia, la
juventud, la madurez y la vejez. Pero a mí no me
interesan hoy esas
fases, sino las fases que yo
establecí para la enfermedad
mental en un pequeño y
humilde librito de psicología que escribí
hace muchos años , cuando precisamente
estaba en la fase abstracta de mi
enfermedad.
Yo divido la enfermedad también en cuatro fases: fase elemental, fase abstracta, fase de
adaptación y fase de culminación.
Es muy simple. La
fase elemental es la fase previa a la aparición de la enfermedad. En ella existe un
desconocimiento total de la misma, no se sabe que se va a padecer, no hay
síntomas. Existe una vida normal, elemental, básica. Uno vive bien disfrutando
de una buena salud mental y no tiene problemas por consiguiente relacionados
con ella. Tampoco existe un interés por el conocimiento de la misma porque no
se padece y no hay en consecuencia afán de superación alguna.
La fase de
adaptación,
que es la tercera, como su nombre indica es la aceptación definitiva de la
enfermedad. Se acaba la lucha contra ella en sentido negativo y se la acepta
como parte de la propia existencia, como un ingrediente más del vivir
cotidiano. No se extraña uno de que padezca una enfermedad nerviosa o mental.
Se adapta uno a una vida que resulta dolorosa, pero se reconoce al mismo tiempo
que es más doloroso aún vivir continuamente contra la enfermedad porque es como
vivir contra uno mismo.
Y está la
cuarta fase, que es la culminación, es decir, se llega al final de la
enfermedad por dos vías: por la superación definitiva de la misma o por la
propia muerte, que es la superación de todo. La fase de culminación es una fase
de felicidad porque se recupera uno de la enfermedad o se pasa a mejor vida
para los creyentes como yo que creemos en un paraíso donde todo será
infinitamente más hermoso que en la
Tierra.
Y hemos dejado para el final la fase abstracta, centro de este artículo. La abstracta es la fase
más dura de todas porque supone el primer encontronazo con la enfermedad
mental, el hallazgo de los primeros síntomas, el descubrimiento de que uno es
un enfermo mental y el reconocimiento de que la enfermedad mental puede ser
para siempre.
Comienza el proceso de ir a psicólogos y
psiquiatras, a hacer psicoterapias individuales y de grupo, a aplicar terapias
de lo más variadas para superar la enfermedad, es decir, estamos en un proceso
de lucha contra la enfermedad.
Empieza también la toma de medicación, aunque no
suele iniciarse con ella. Se suele empezar por hablar y reconducir la vida con
la ayuda de profesionales que van indicando cuál es el camino correcto para ir
por la vida sin padecer sufrimientos inútiles. Digo bien. Por ejemplo: el
famoso en su momento psiquiatra Vallejo-Nágera definía a la depresión como
un sufrimiento inútil. Y efectivamente
eso es básicamente la depresión: un sufrimiento inútil, un rumiar las cosas en
exceso para no llegar a ninguna parte, salvo al decaimiento, al suicidio, a la
locura, etc…
Después suele venir la toma de medicación, a la que
suele haber una natural resistencia normal porque a nadie le gusta tomar
medicinas de nervios en un principio. Existe un estigma en general de la
enfermedad mental, pero también existe un estigma particular adaptado a la toma
de medicación. Ya he hablado en algunas ocasiones en este blog de este tema.
Hay que romper los prospectos y centrarse en la mayor o menor eficacia de los
medicamentos. La medicación de nervios ha dado un salto de calidad enorme en
pocos años. Apenas hay ya efectos secundarios graves en los medicamentos
nerviosos. Y en consecuencia se reduce el miedo a tomarlos. Yo, concretamente,
he pasado del absoluto escepticismo a la fe en los medicamentos después de
muchos años de lucha conmigo mismo.
Estamos, pues, en la fase abstracta de la
enfermedad nerviosa. Es abstracta porque es la más compleja, como el arte
abstracto. Ver como nace la enfermedad, como surgen los síntomas cada vez
peores, como hay que ir al psiquiatra o al psicólogo, como hay que ingresarse,
como hay que tomar medicación y un largo etcétera. Se modifican muchas veces las
relaciones familiares, surgen crisis de pareja, la relación con los amigos se
transforma, se tiende a la fobia social, etc… Una fase compleja en la que el individuo
está perdido y necesita el auxilio de personas capacitadas para hacerle ver que
lo que está viviendo no es normal, pero tampoco es tan monstruoso como puede
estar pensando.
La fase abstracta supone la modificación de los
hábitos de vida habituales, de la forma de conducirse por la existencia. Uno ya
no es el mismo con la enfermedad mental. Uno se enfrenta al mundo normalmente
con miedo, con pánico, con ansiedad, con depresión, con el cuadro más habitual
ansioso-depresivo, con esquizofrenia, con psicosis, con muchas cosas que
limitan la existencia y coartan al individuo de forma muchas veces brutal. La
metamorfosis puede alcanzar proporciones descomunales. Se podrían citar, todos
podríamos a hacerlos, a personas que eran “normales” y que han cambiado tan
radicalmente con la enfermedad que resultan irreconocibles. Se siente el fracaso
de la propia existencia porque la autoestima baja a niveles mínimos. Vamos
diciendo por ahí: “Tengo baja autoestima”. Es decir: vamos en cierta manera
pidiendo comprensión, cariño, estima que no encontramos en nosotros mismos.
Nos convertimos no en replicantes, sino en
suplicantes. Vamos implorando aceptación de nuestra enfermedad cuando esa
aceptación tiene que nacer en nuestro propio interior. Es la tercera fase como
he comentado antes.
La fase abstracta puede durar muchos años. Esa
lucha permanente con la enfermedad es dura, es un combate a innumerable
cantidad de asaltos. Yo concretamente tuve una fase abstracta muy larga: desde
los 7 años que aparecieron los primeros síntomas hasta hace 8 o 9 años, cuando
me ingresaron por primera y última vez y entonces me di cuenta de que no me
quedaba más remedio que aceptar la enfermedad para poder vencerla. Tenía que
hacerme amigo suyo, no considerarla permanentemente mi enemiga. Aquí se puede
aplicar bien esa coletilla de si no puedes vencer a tu enemigo únete a él. Pues
yo me uní a mi enfermedad y entonces empecé a vencerla, pero estaba ya
cronificada y me temo que me acompañará el resto de mi vida. No es ser
negativo. Es reconocer que mi fase abstracta duró demasiado, le di de comer
demasiado a la enfermedad y dejé pasar, perdiéndolo, mucho tiempo. Y ahora
estoy en una fase de adaptación-aceptación en la que tengo crisis fuertes que
supero a duras penas y muchos días seminormales que me permiten vivir con una
amplia dignidad.
Porque ésa es otra. La enfermedad mental puede
hacer perder la dignidad al individuo. En la fase abstracta puede caerse muy
bajo. Puede llegar uno a las alcantarillas más profundas casi sin saberlo y por
supuesto sin quererlo. Por eso es tan importante en esta fase la ayuda de los
profesionales, en los que hay que creer ciegamente y con verdadera FE. Sí: FE.
Porque los profesionales no son seres infalibles, sino falibles, es decir, que
fallan y pueden equivocarse, y dar un diagnostico equivocado, y poner
tratamientos erróneos y muchas cosas más. La fase abstracta es compleja y está
llena de trampas que sabe poner muy bien la propia enfermedad mental o nerviosa
como yo prefiero llamarla. La enfermedad nerviosa es muy poderosa porque la
mente es muy compleja y hay muy poco conocimiento de ella. Está en pañales el
conocimiento de la mente humana. Y por eso es tan difícil superar las
enfermedades mentales graves. Pero siempre hay que tener ESPERANZA. Sin ésta
estamos perdidos en un laberinto del que nunca podremos salir, en una fase
abstracta que se hará CRÓNICA y no nos dejará vivir tranquilos nunca.
La cronicidad de la enfermedad es uno de los peores
riesgos de la fase abstracta. Si no se ataja como es debido la enfermedad ésta
se vuelve crónica y nos puede. De ahí que exista la fase de adaptación o
aceptación y la fase de culminación. Si en la fase abstracta se supera la
enfermedad automáticamente las otras dos fases se desmontan y carecen de
sentido, que es lo más deseable.
Hay que tener mucha fuerza de voluntad en la fase
abstracta. Hay días muy malos que rompen la moral de cualquiera y pueden
llevarnos al desaliento más absoluto. Pero no hay que amilanarse, sino
enriquecerse y envalentonarse con las acometidas de la enfermedad para que ésta
no pueda con nosotros.
Hay que hacer abstracción de la enfermedad en la
fase abstracta para llegar lo mejor posible a la fase adaptativa. Y ojalá
culminar todas las fases con un triunfo sobre la enfermedad. Eso es lo que yo
deseo para todos los lectores que padezcan alguna enfermedad mental o de
nervios. Una enfermedad nerviosa en definitiva. Salud y suerte.
martes, 24 de octubre de 2017
GRACIÁN
Baltasar Gracián es uno de las referencias de la filosofía, en
tanto que ésta se ocupa del comportamiento humano. Es especialmente
influyente en los teóricos de la Ilustración .
De sus escritos, aparte de lo que dice, sobresale por el “como”
lo dice… “expresar lo máximo con las mínimas palabras”. Así,
cada frase de sus escritos son sentencias. Es el autor de la famosa
frase que dice, “ lo bueno, si breve, dos veces bueno”… A
continuación, referiré algunos comentarios que hace , sacados casi
al azar, para dar fe de lo acertado de su pensamiento y de cómo se
preocupa por la exactitud de lo que quiere expresar.
-
La realidad y el modo: No basta la sustancia, requiérense también la circunstancia. Todo lo gasta un mal modo, hasta la justicia y la razón ,
- Es cordura provechosa ahorrar de disgustos; la prudencia evita muchos.
- Dé luz el que la alcanza, y solicítela el que la mendiga.
- Saber negar importa tanto como el saber conceder.
- Menos dañosa es la mala ejecución ,que la irresolución.
-
No se gastan tanto las materias cuando corren como si se estancan.
- Realidad y Apariencia: las cosas no pasan por lo que son, sino por lo que parecen; (valer y saberlo mostrar es tañer dos veces. Lo que no se ve, es como si no fuese)
- No es necio el que hace la necedad, sino el que hecha ,no la sabe encubrir. Todo los hombres yerran, pero los sagaces desmienten los hechos,y los necios proclaman las por hacer… Consiste el crédito en el recato más que en el hecho (si no es uno casto que sea cauto.
- Antes loco con todos, que cuerdo a solas…..que si todos lo son, con ninguno perderá; y si es ´sola la cordura, serás tenida por locura; pero…”antes cuerdo con los más, que loco a solas.
- Toda la vida ha de ser pensar para acertar el rumbo.
- Nunca por la compasión del infeliz, se ha de incurrir en la desgracia del del afortunado.
- Se ha de pelear no sólo para vencer en el poder, sino en el modo. Vencer a lo ruin, no es victoria, sino rendimiento.
lunes, 23 de octubre de 2017
VORACIDAD
Por
fin es lunes. Gracias a Dios. Se acabó el fin de semana y llega la libertad del
trabajo y las ocupaciones diarias.
Me
remito en este nuevo artículo al que escribí la semana pasada titulado “Harto
ya de estar harto ya me cansé”. Podemos considerar a este nuevo artículo la
segunda parte de aquél porque creo que le faltaba material.
En
aquel artículo hablaba de las dentelladas que dan los tiburones blancos como
símbolo de las dentelladas y los golpes que dan el hartazgo del pensamiento y
las enfermedades mentales, particularmente la mía: el trastorno obsesivo
compulsivo, más conocido como TOC.
Esas
dentelladas son terribles. Pues a ellas hay que responder con voracidad, con
más dentelladas todavía, con más furia, con más fuerza para no dejarnos vencer.
Yo
recuerdo ahora los muchos años que la depresión me tuvo preso de sus garras,
metido en la cama, perdiendo el tiempo y la vida. Era un muñeco de peluche más tirado en la cama como
si fuera un desperdicio. No quiero que vuelva ese tiempo, completamente oscuro,
con mucho sufrimiento, en el que me sentí vencido y sin salida posible.
Acabé
con mucha constancia venciendo la depresión. Después me cogió la ansiedad y con
ella convivo. Tengo la Invalidez Permanente
Total por problemas de ansiedad y trastorno de pánico, que es una variante de
la ansiedad. La ansiedad me produce también mucho dolor. Pero prefiero la
ansiedad a la depresión. La depresión me dejaba tirado en el suelo o en la
cama. La ansiedad me permite dar un bote cada mañana de la cama y empezar a
moverme y a vivir, a hacer cosas, con ansiedad pero a hacerlas.
La
ansiedad me permite escribir con voracidad, con verdadera fruición, con fuerte
interés por las cosas que me preocupan y me interesan. Le doy velocidad a las
teclas y su ruido me ayuda a vivir. Siento que las teclas son motivos para
realizarme y convertirme en un ser útil para la sociedad. Me gusta sentirme
útil para los demás y creo que lo hago como escritor, como periodista,
aportando al mundo que me rodea y en el que vivo mi propia visión sobre él.
Conozco
a personas depresivas que están con el cuerpo plomizo, casi sin poderse mover.
Deben tener voracidad para luchar contra la depresión, pensar que son tiburones
blancos que pueden vencer a la enfermedad con esas dentelladas terribles y sin
ningún límite posible.
Y
conozco a personas con ansiedad que están dominadas por ella. Tienen que luchar
para convertir a la ansiedad en una compañera positiva porque se puede hacer
positiva la enfermedad. Yo siempre me digo por la mañana cuando me levanto como
un lema de vida cotidiana: “Autoestima, flexibilidad, positividad, optimismo,
seguridad, sin miedo, con amor propio, dignidad y voluntad”. Y este lema me
funciona para tirar hacia delante. Cuando estoy mal me lo repito y tiro hacia delante,
hacia las metas que suponen la vida cotidiana. Ese vivir día a día que ya
comenté hace muchísimos artículos y que es como debemos planificar nuestra
existencia: un vivir día a día, tiempo a tiempo, con sus pausas y sus momentos
para el decaimiento y la victoria. Porque nadie está mal todo el tiempo. Todos,
incluso los que están peor, tienen buenos momentos a lo largo del día y han de
aprovecharlos para hacer las cosas, para ser y sentirse útiles, para dar
validez a una existencia que la depresión intenta convertir en nada, en un
fardo sin sustancia sometido a la tensión del dolor permanente.
Yo
hago de la ansiedad algo positivo, aunque a veces ella puede conmigo, pero no
dejo de luchar. Y eso es lo que hay que hacer: no dejar de luchar, si caemos
nos levantamos y a tirar hacia delante otra vez, como si nada hubiera ocurrido.
Con la cabeza muy alta, con esa dignidad de la que antes hablaba y que no
debemos olvidar nunca.
La
enfermedad mental muchas veces ataca a la propia dignidad del individuo porque
lo convierte en un ser dejado, abandonado de sí mismo, que no se lava, que come
mal, que tiene desordenado el sueño, etc… Todos los enfermos mentales habrán
vivido alguna vez estas sensaciones y resultarán entonces reconocibles. Pues no
debemos abandonarnos, sino rebelarnos contra esa sensación de dejadez que hace
que nuestro espíritu se desinfle a la par que nuestro cuerpo y nos convirtamos
en plastilina maleable por la depresión o la ansiedad.
Lo
que más abunda es el trastorno ansioso-depresivo. Yo afortunadamente hace
tiempo que no sé lo que es la depresión, pero la he vivido durante muchos años.
Ahora la ansiedad es la que ocupa su sitio y me hace daño y me hace vivir muy
malos momentos, pero intento siempre mirar hacia delante para que la vida sea
la prioridad, que es lo que intenta cargarse la enfermedad de nervios. Ésta
tiende a anular la personalidad del individuo y, con ella, la propia
existencia. Y es algo que no podemos permitir. Tenemos que tener autoestima,
querernos abiertamente sin tapujos de ningún tipo. Y no importa si nos tenemos
que decir: “Te quiero Pepe”. Tenemos que ser nosotros mismos receptores
primeros de nuestro propio amor para que sea auténtico el amor que le damos a
los demás. Si no nos queremos a nosotros mismos difícilmente será auténtico el
amor hacia los otros. Ama al prójimo como a ti mismo. Es una frase
completamente válida que nunca debemos perder de vista.
La
enfermedad de nervios también te hace sentir un inútil, alguien incapaz de
realizar las más insignificantes actividades, pero eso es una gran mentira. Los enfermos mentales
somos capaces de hacer muchas cosas, tantas como los que no lo son. Tenemos
fuerza de ánimo para tirar hacia delante sin miedo, que es algo muy importante,
porque si te atrapa el miedo queda reducida toda la vida a nada, a una
insignificante porción de Universo que no tiene ningún sentido.
Somos
muy válidos. Tenemos que repetirnos eso cada mañana. Ser fuertes para descubrir
todo nuestro potencial interior , que es enorme y que está esperando que salga
al exterior para dar validez a nuestra condición de ser humano. Podemos decir:
“padezco depresión”, pero no soy una persona nula porque no lo voy a permitir.
Podemos decir también : “padezco ansiedad”, pero no soy una persona sin valor
sino que soy capaz de hacer tantas cosas que no sé por dónde empezar. De eso se
trata: de elevar la enfermedad a la categoría de motor para que nos dé fuerza
para valorarnos y aumentar progresivamente nuestra autoestima. Parece una
paradoja, pero es la realidad. La enfermedad puede ser positiva para darnos
fuerza y coraje para vivir, fuerza para luchar, para gritar que no somos unos
trastos a los que hay que almacenar en hospitales, sino seres perfectamente
válidos capaces de realizar cualquier tarea.
Eso
es lo que quiero que quede claro en este artículo complemento del anterior: que
el enfermo mental tiene que tener voracidad para devorar como un tiburón blanco
la enfermedad sin piedad ninguna. Porque la enfermedad no tiene piedad ninguna
con los enfermos mentales. Nosotros no podemos tener piedad ninguna con ella.
Somos el tiburón que sigue matando aunque ya esté alimentado. Debemos tener esa
voracidad y no ser cobardes nunca. Y si tenemos crisis esperar a que pasen para
seguir haciendo lo que realmente sea valioso para nosotros mismos.
Queda
clara pues la intención de este artículo: no somos unos inútiles, sino personas
absolutamente válidas para hacer todo tipo de cosas. No lo olvidéis amigos.
Salud y suerte.
José Cuadrado Morales
LAS ROTACIONES DIABÓLICAS DE BERIZZO
El Sevilla F.C. ha pasado en diez días
del segundo de la clasificación, a estar fuera de Europa.
Gracias a 3 amargas derrotas seguidas, el equipo ha pasado de ser un equipo
solvente (no brillante), que ganaba sin jugar bien, a ser un equipo totalmente
desdibujado, sin alma en el campo.
Creo en mi modesta opinión que es culpa de su
entrenador y sus rotaciones irracionales. Cada partido ha hecho de sus
alineaciones una autentica lotería con 8, 9 cambios sin ton ni son.
Berizzo explica estas autenticas
barbaries futbolísticas, diciendo que teme un bajón físico del equipo en el
tramo final como ocurrió el año pasado.
Pues señor Berizzo, ni Real
Madrid, ni FC Barcelona, ni At. De Madrid ,se permiten, el lujo de hacer tantos
cambios de sus alineaciones de un partido a otro, aún teniendo el mismo
calendario que el Sevilla FC.
El efecto de tantos cambios en
dichas alineaciones se puede ver en la actitud del equipo en el terreno de
juego.
Es un equipo sin sello de
identidad, con jugadores que no saben a lo que juegan, no conjuntados, fuera de
forma en muchos de ellos, sin confianza tanto en defensa como cara al gol.
Lo mas preocupante no es sólo sus
alineaciones, si no la sensación que da el entrenador de no saber quienes son
sus mejores jugadores para cada encuentro. No tiene una alineación tipo, donde
los jugadores puedan conocerse y asociarse con mecanismos rutinarios.
Por tanto como no corrija el
entrenador estas decisiones críticas el equipo no sabremos hacia donde va y por
tanto puede ser que caiga en barrena.
El calendario próximo fuera de
casa no invita al optimismo con salidas a Barcelona, Villareal, y Real
Sociedad.
Seguiremos informando sobre los
próximos partidos, a ver como se desarrollan.
Manuel.
jueves, 19 de octubre de 2017
OBSTÁCULOS PARA MEJORAR
Hay obstáculos cognitivos (a
nivel mental) que dificultan las terapias que utilizamos para mejorar. Se trata
de creencias muy extendidas pero que son incorrectas y que hay que sustituir
por correctas. Nos cuenta un libro de divulgación psicológica que estoy leyendo
que existen dos obstáculos iniciales al cambio terapéutico: el mito de la bondad de la preocupación y el
mito del todo vale en el terreno de los sentimientos.
El primer mito nos dice que es
bueno preocuparse. Esto es falso: lo
mejor es ocuparse sin preocuparse en absoluto.
El segundo mito dice “como yo lo
siento es correcto”. Esto también es falso: existen sentimientos exagerados y por tanto incorrectos.
Este fin de semana he tenido
ocasión de experimentar estos mitos. Había comprado una cestita-camita para la
perrita de mi hermana y mi sobrina y tenía que entregárselas cuando volvieran
del pueblo. Estaba preocupado por la perrita y por la necesidad que tenía de lo
que le había comprado. Quedaban dos horas para que llegaran del pueblo y yo me
dispuse a que no se me pasara la hora: debían llamarme por teléfono cuando
llegaran a Sevilla.
Así que me senté el sillón dispuesto a esperar las dos
horas sentado y despierto, sin dormir la siesta, para que no se me pasara.
Ya
estaba cansado al cabo de una hora y decidí hacerle caso a lo que había leído
sobre ocuparse más que preocuparse. Así que decidí descansar y esperar a que
sonara el teléfono.
El resultado fue que descanse una hora que lo necesitaba
porque no había dormido bien la noche anterior y que desperté con la llamada de
mi hermana, me vestí, bajé y les entregué la cestita-camita que le había
comprado a la perrita.
Además hablé con ellas durante un buen rato. Si me
hubiese preocupado las dos horas y permanecido sentado en el sillón puede que
ni hubiera entregado la cestita-camita ni habría descansado. Podría haberme
quedado dormido trastornado y lo más seguro es que no hubiese escuchado la
llamada y que me hubiese dado cuenta cuando ya hubiesen pasado por delante de
mi casa con lo que no habría ni entregado la cestita-camita ni habría descansado.
Los sentimientos exagerados son incorrectos igual que las
preocupaciones. Es mejor ocuparse en hacer las cosas que preocuparse por ellas
y también hacer las cosas tranquilo que no apoyadas en sentimientos exagerados.
Jesús.
miércoles, 18 de octubre de 2017
LO+43
Aquí tenéis el nuevo número de nuestra revista bimensual. Como siempre hecha con cariño y mucho trabajo, esperamos que os guste.
LO+43 Blog URSM Hospital Macarena de Sevilla (1) by Blog Unidad Rehabilitación Salud Mental "Virgen Macarena" deSevilla on Scribd
lunes, 16 de octubre de 2017
HARTO YA DE ESTAR HARTO YA ME CANSÉ
Cojo prestada una frase de una canción me parece
que cantada por Joan Manuel Serrat para dar título a este artículo dedicado al
exceso de pensamientos. Estoy harto de estar harto de pensar sobre todas las
cosas y ya me he cansado. He llegado al hartazgo absoluto y tengo que recular y
convertirme en una persona normal que realiza sus actividades con normalidad y
no después de un montón de reflexiones. Tantos pensamientos me han llevado a un
estado tremendo de Trastorno Obsesivo Compulsivo del que estoy profundamente
cansado y que mantiene mi vida hipotecada, a veces totalmente.
Yo desde niño he pensado mucho. Yo empecé a ir a un
colegio de monjas con sólo dos años. Y ellas me enseñaron a leer y escribir con
sólo tres añitos. Cuando otros niños se dedicaban sólo a jugar yo ya me
dedicaba a pensar y a escribir mis pensamientos en unas libretas verdes de dos
rayas, algunas de las cuales todavía conservo en mi archivo de escritos.
Torpemente y con la ingenuidad de un niño iba dejando en esas libretas verdes
mis ideas sobre la vida y sobre el mundo que me rodeaba. Y tenía sólo tres años
insisto cuando empecé.
Así estuve varios años. Llegué a escribir más de
100 libretas, de las que me quedan sólo unas cuantas porque en una mudanza se
perdieron casi todas. Pero en algunas destacan ideas que he tenido toda mi vida
y que he mantenido por encima de todas las circunstancias. Ideas que han
conducido mi vida y que son el fruto de mi pensamiento y de esa visión obsesiva
de la vida que me ha caracterizado durante numerosos años.
No siempre he sido obsesivo. El carácter obsesivo
de mi personalidad empezó a desarrollarse a partir de los veintitantos años.
Entonces los pensamientos empezaron a darme bocados, aunque al principio eran
unos bocados muy tímidos con los que podía convivir. Ahora he llegado a una
situación en la que esos bocados son dentelladas de tiburón blanco que me
arrancan el alma cada vez. Estoy, pues, harto de estar harto y ya me cansé.
Pero no rechazo los pensamientos, sino el carácter obsesivo de los mismos, que
me llevan causados muchos dolores y que me han impedido vivir con la felicidad
que creo me merezco.
Me merezco, sí, ser feliz, por mucho que Francisco
Umbral dijera que la felicidad es una aspiración burguesa. La felicidad es una
aspiración toda del ser humano, de su piel, de sus vísceras, algo que no se
puede soslayar ni postergar y que se tiene que convertir en la prioridad de la
propia existencia.
Sí. La felicidad es la prioridad y no el
pensamiento. Me he cansado de pensar y de llevar hasta sus últimas
consecuencias el proceso de reflexión.
Ya de mayor, y lejanas ya las libretas verdes,
escribí un libro de pensamientos que nunca han visto la luz y que creo que
nunca la verán porque el cansancio afecta también a la publicación de mis
propias ideas. Sé que no voy a entrar en la Historia del Pensamiento, pero mis pensamientos
son míos y han alimentado durante 56 años de vida todo lo que en sí mismo
constituye la esencia de mi existencia.
Doy amparo en mi alma a la reflexión sobre la vida
misma y el pensamiento absoluto que de ella nace. Doy cobijo en mi ser a
cualquier reflexión que haya nacido de cualquier acontecimiento que por pequeño
que sea he podido vivir. Y trasciendo todo hasta llevarlo a un infinito paralelo
a mi esencia de ser humano. Y desde aquí llego al TOC y me convierto en esclavo
de mi propio vivir y quiero escapar y no puedo, y lo intento una y otra vez y
no puedo huir de mí mismo. ¿Cómo huir de uno mismo? Con mucha voluntad, con
mucha capacidad para trascender la propia trascendencia y reducir ésta a una
nimiedad que pueda resultar relativa y me dé la dicha que he buscado mil veces
por numerosos derroteros y que otras tantas veces se me ha escapado de las
manos, del alma misma.
Lo que hay que hacer es no huir de la felicidad, de
la capacidad de superación para hacer frente a todos los obstáculos que se
interponen entre el ser sin más y el ser trascendido por la felicidad. A veces
el pensamiento es un obstáculo para esta felicidad.
Siempre me han dicho que mi poesía tenía mucho de
pensamiento, de reflexión sobre el devenir del ser humano. Ese pensamiento se
ha visto desbordado en mi primera novela, donde el TOC adquiere protagonismo y
el pensamiento obsesivo supone una gran parte de la personalidad del
protagonista principal y casi absoluto.
En la novela he querido reflejar todo mi propio
universo obsesivo, aunque con muchas invenciones que no corresponden a mí, pero
que las hago mías como un juego de la propia estructura narrativa.
La vida en un TOC. Ahora se va a estrenar una
película que se titula TOC TOC y que va sobre el pensamiento obsesivo, sobre el
Trastorno Obsesivo Compulsivo, protagonizada, entre otros, por Rossy de Palma y
Alexandra Jiménez. Tengo ganas de verla, no para lamerme las propias heridas,
sino para ver el tratamiento cinematográfico que se le da a un tema
psiquiátricamente tan importante.
Hay un libro de autoayuda muy interesante que se
llama Tratamiento psicológico del trastorno obsesivo compulsivo. Sus autores,
dos psicólogos clínicos, escriben de una forma llana todas las cosas
relacionadas con este tema e inciden tremendamente en el pensamiento obsesivo y
en cómo un paciente puede llegarse a sentirse harto del propio pensamiento.
Pues eso me ha pasado a mí, y por eso digo que estoy harto de estar harto
porque no es la primera vez que tengo esta sensación de hartazgo, y por eso
digo que ya me cansé.
Pero no renuncio al pensamiento mismo, sino al
pensamiento obsesivo, el que duele, el que no te deja vivir y llevar la vida de
una persona normal.
Yo quiero NORMALIDAD, una palabra mágica para mí
que me da vida cuando puedo aplicarla. La normalidad es la realización de las
cosas de una forma sencilla y sin complicaciones ni trascendencias.
Normalidad es la sencillez, lo contrario
completamente a la
COMPLEJIDAD , que es dar mil vueltas a todo muchas veces para
volver al mismo punto de partida.
Normalidad es un pensamiento NORMALIZADO, un
pensamiento que contribuya a la felicidad burguesa y aleje del deseo de muerte
o de desesperación.
Harto ya de estar harto ya me cansé. Pues voy a
cambiar. Una de las promesas más claras que me tengo hechas es la de cambiar mi
forma de ver y AFRONTAR la existencia. Verla como amiga, no como enemiga. Verla
como colega, no como antagonista. Para eso el pensamiento tiene que ejercer una
función apaciguadora y dar alas para la felicidad burguesa de Umbral.
Iré informando en estas páginas de cómo va el
proceso para que sigáis conmigo la evolución que espero positiva. Tiempo habrá
de escribir más artículos que den sentido a mi perseverancia y a la voluntad
extensa que le suelo poner a las cosas. Salud y suerte.
José Cuadrado Morales
viernes, 13 de octubre de 2017
LA INDEPENDENCIA
Hermanos del norte, ahora que tenéis abundancia, queréis
la independencia, teníais que ser más solidarios con vuestros hermanos, el
estado español al completo, porque no olvidéis que formáis parte de él, queráis
o no queráis. Formáis parte de los muchos pueblos y culturas que forman la
unidad de España, entre todos podemos ser grandes, unidos podemos ser más
fuertes, me reservo la opinión de si no queréis formar parte del estado
español, porque el que no quiera estar, ya sabe lo que tiene que hacer. Los
hijos, cuando se independizan, ¿qué hacen, a dónde van a estudiar, y si no hay
oportunidades, y si en España no hay sitio?, cada uno se busca la cagada del
lagarto, o lo que es lo mismo, cada uno se busca la vida como puede, todavía
podéis rectificar, porque rectificar para bien es de sabios. Todavía podéis
acercaros a vuestros hermanos españoles, un saludo a mis amigos.
ANTONIO TEQUILA
martes, 10 de octubre de 2017
NUESTRO BLOG EN HISTORIAS DE LUZ
Hace un tiempo los reporteros de “Historias de Luz”, se
interesaron por conocer nuestro Blog y a las personas que lo hacen realidad día
a día. Vinieron a nuestra Unidad y tras explicarnos sus objetivos, nos propusieron hacer un
reportaje.
Comentaros que ‘Historias de Luz‘
es una agencia de noticias audiovisuales que distribuye su contenido de forma
gratuita a través de Internet. El objetivo de ‘Historias de Luz‘
es difundir una imagen de Andalucía alejada de los tópicos a través de las
historias de personas, empresas y colectivos andaluces que desarrollan
proyectos innovadores, pioneros y originales relacionados con el
compromiso, la modernidad, el emprendimiento, la sostenibilidad, el liderazgo…
Gracias a “Historias de Luz”, por haber puesto vuestra mirada en
nosotros y por mostrar a todo el que lo quiera ver cual es la realidad de
nuestro Blog.
Enlace a historias de luz: /http://ideasconalma.com/historias-de-luz/
Enlace youtube: https://www.youtube.com/watch?v=fIWQ-UL0LGMlunes, 9 de octubre de 2017
MI POSITIVIDADAD
Me gustaría contaros mis nuevos propósitos para este nuevo
curso. Me siento con ganas de estudiar de seguir acudiendo a mis talleres en la URA y poder seguir con mis amistades. Lo bueno de
todos es que tengo el ánimo en buen estado para poder conseguir mis propósitos.
El que tenga el ánimo bien se debe no solo a mi medicación que también es
importante , pero se debe ante todo a la aptitud que tengo ante los problemas
que normalmente se tienen en esta vida.
No todo se debe tomar con negatividad pues eso nos crea más inquietud y
nos hace sentirnos peor todos los días. Me parece que las personas que tenemos
un problema mental somos un poco mas vulnerables ante los problemas y nos lo
tomamos un poco peor. Yo he logrado superar muchos obstáculos en esta vida pero
después de tener la enfermedad he logrado superarlos contando con el apoyo de
mis profesionales y mis amistades, creo necesario tener un apoyo importante en
lo que nos podamos desahogar cuando estemos mal. Yo siempre he pensado que hay
veces que un café con un amigo también evita el tener que tomar una pastilla en
ese momento en el que nos sentimos mal y ese momento podemos superarlo hablándolo
y con ese café se puede llegar a superar.
Los ánimos se tienen a veces por los
suelos pero eso le pasa a todas las personas no solo a las que tenemos
trastornos mentales. Me parece que la sociedad esta también cada día mas
concienciada de que esos problemas de tener el animo bajo se debe al estrés y a
la vida que llevamos todos. Me gustaría poder cumplir mis objetivos con la
misma positividad que tengo ahora y seguir llevándola, como la estoy llevando
hasta ahora. Aconsejaría a todas las personas que como yo tienen un trastorno
mental , que se abriesen a tener amistades y a recuperarlas antiguas, tener una
buena comunicación con sus profesionales y a estar ocupados en talleres o algo
muy parecido. Hoy por hoy, tenemos las personas con trastorno mental la
oportunidad de contar con profesionales que nos orientan y nos ayudan a estar
preparados para sentirnos realizados he integrados en una sociedad que cada día
esta mas al día de cómo nosotros somos tan iguales a ellos y no nos
diferenciamos en nada ya que es una enfermedad y no tiene porque ser distinta a
otras tantas que hoy estamos todos predispuestos a tener. Mi mensaje es que
todos tenemos que poner un poco de nuestra parte para tener esa energía y
positividad que seguro que con ese pequeño esfuerzo conseguiremos.
Silvia
LA HISPANIDAD
Tanto barullo, confusión,
mentira, histeria, soberbia, vienen derivadas de un Narcisismo ñoño que impide
a estos catalanes ver la realidad. Así,
como no hay nada moralmente que justifique este intento de golpe de
Estado (hambre, justicia, libertad, etc), urge una restauración del Estado de
Derecho en aquella parte del mismo tras esto, darse tiempo y obligación para
negociar el encaje catalán en el Estado. (Isabel la católica solía denominar a España como “Reino de las
Españas”…. Solución salomónica.)
Menos mal que ahora viene la
festividad el 12 de Octubre de la Hispanidad.
Es éste un sentimiento de pertenencia junto a muchos otros,
de sentir lo mismo con las mismas cosas, de orgullo de saber que hubo quienes
hicieron tantísimo con tan poco y pocos. Con un idioma, vehículo de
pensamiento, que ha hecho Literatura común aquí y allí. Y esas maravillosas
palabras de “Madre Patria”.
Es algo tan grandioso, tan sano,
tan verdadero, que abarca incluso a su vez una religión común: La Cristiana , el
conocimiento de Cristo.
Y es, además, un concepto tan
etéreo y volátil, que a nadie obliga, pero estimula a muchos de distintos
países, a reconocerse cercanos y prójimos aún en la diversidad, en un nexo
común: el Legado que España supo fabricar a través de los siglos para el mundo.
Y para terminar, una estrofa, de
un poema dedicado a España, de autor que desconozco :
“Lloras
porque te insultaron los que su amor te ofrecieron,
A Ti, a quien siempre temieron, porque tu
gloria admiraron;
a Ti, soberbia matrona, que libre de extraño
yugo,
no has tenido
más verdugo, que el peso de tu corona”.
viernes, 6 de octubre de 2017
IR AL PSIQUIATRA
El
18 de abril de 1959 tuvo lugar un acontecimiento fundamental en mi vida, aunque
aún no había yo nacido: se casaron mis padres. Decidieron irse a pasar la luna
de miel a Asturias y les gustó tanto que decidieron quedarse a vivir allí, concretamente
en la bella localidad de Avilés. Mi padre jugaba al fútbol por entonces y
empezó a jugar en este equipo, además de trabajar en el oficio al que más
tiempo dedicó a lo largo de su vida: camarero.
Hasta
aquí todo bien. Pero pronto llegó la desgracia en forma de enfermedad pues el
clima de Asturias (frío, nublado, lluvioso) afectó a mi padre hasta el punto
que cayó malo de los nervios y tuvo que ir al psiquiatra. Le recomendó un
cambio de clima, que volviera al sur, a Sevilla. Que el sol le sentaría mejor
para su enfermedad, que omitiré porque no viene al caso, pero hay un
ingrediente depresivo evidente.
Mis
padres tuvieron que irse al Sur de nuevo como en la película El Sur de Víctor
Erice: los personajes viven en un clima duro y están deseando irse al Sur, un
lugar mitificado. Hicieron las maletas y se fueron a vivir a Sevilla y mi padre
mejoró bastante, pero no del todo. Tenía que seguir yendo al psiquiatra,
tomando medicación (que le cambiaban con frecuencia en esa rutina del ajuste de
las medicinas) y trabajaba como camarero, aunque con frecuencia estaba de baja
por su enfermedad. Asturias quedaba en el recuerdo como un mal acontecimiento.
Desde entonces no puedo ver a Asturias. Supongo que como mucha gente no puede
ver ahora mismo a Cataluña, pero éste es otro tema.
El
26 de agosto de 1961 tuvo lugar otro acontecimiento fundamental en mi vida:
nací, ya estando mis padres de vuelta en Sevilla. Habían tenido en Asturias a
mi hermana mayor. Yo me llevaba año y medio con ella. Sin mí esta historia de
ir al psiquiatra no tendría ningún sentido tal y como yo la estoy planteando.
A
los 7 años ya me sentí malo de lo nervios. Era muy pequeño y no sabía
verbalizar muy bien todavía mis emociones y torpemente le decía a mis padres
cómo me sentía. Ellos querían llevarme al psiquiatra, pero yo había visto
padecer tanto a mi padre con los psiquiatras que me negaba en redondo a ello.
No quería meterme en un mundo en el que si te metes ya no sales nunca como así
ha sucedido.
Entonces
decidieron llevarme a un neuropsiquiatra. No diré nombres, aunque éste en
concreto ya ha fallecido. Parece que con eso me convencieron. Yo estaba
entonces en parvulitos en el colegio y había experimentado ya mis primeras
crisis de ansiedad y mis primeros arrebatos depresivos.
Recuerdo
el día que entré en la consulta por primera vez. No se me olvidará. Aquella
bata blanca me dio pánico. Lo relacionaba con un hospital, con un ingreso, con
la misma muerte. Me puse peor y se lo dije a mis padres. Me llevaron algunas
veces más al mismo neuropsiquiatra pero desistieron cuando vieron que no servía
para nada. Yo no quería tomar medicación tan pequeño y creía que con mi única
fuerza de voluntad podría salir adelante. Me equivocaba, pero entonces yo era
muy pequeño como para saberlo.
Entonces
mis padres decidieron llevarme definitivamente a un psiquiatra, concretamente
de la Cruz Roja.
Yo no quería, pero no tenía ni voluntad ni edad para oponerme. Todavía recuerdo
su nombre a pesar del tiempo transcurrido. Recuerdo aquel pasillo frío de la Avenida de la
Cruz Roja. Los tiempos de espera. El miedo.
Cuando estaba delante de él no sabía qué decirle. Seguía costándome verbalizar
lo que me ocurría y él tenía como norma no hablar si el paciente no hablaba.
Así que llegó un momento en el que las sesiones se convertían en teatro del
silencio. Ninguno de los dos hablaba. Hasta que llegamos al punto de que era
imposible la relación y él la cortó. Se lo comunicó a mis padres y acabé mi
relación con este psiquiatra.
Después
lo intentaron de nuevo mis padres con un psiquiatra particular, que también
recuerdo y que sigue trabajando en el Centro de Salud adonde voy actualmente
para ver a mi psiquiatra. Con aquel psiquiatra aguanté varias sesiones. Llegó
un punto en que me harté y me puse un poco violento verbalmente y me levanté e
hice ademán de marcharme. Eso supuso mi sentencia porque él tenía la consulta
en su casa y me dijo que en su casa nadie le levantaba la voz y literalmente me
expulsó.
Terminó
otra nueva aventura psiquiátrica. Pero mis padres no se dieron por vencidos y
decidieron llevarme a un psiquiatra que había tratado a mis padres y le había
ido muy bien. A éste le he perdido la pista. Trabajaba en el antiguo manicomio
de Miraflores. Ir allí fue nefasto porque veía a los “locos” tirados por los suelos,
matados por la medicación, cada uno con su particular problema. Estaban todos
mezclados. Me recordaba la película Alguien voló sobre el nido del cuco. Me
asusté. Pero el psiquiatra me causó buena impresión, pero yo no quería que me
viera en aquel sitio porque no estaba tan mal como para estar entre personas
que no tenían ni siquiera un control mediano de su razón. Y lo dejé.
Entonces
tenía novia que padecía de esquizofrenia simple. El destino tiene estas cosas.
Entonces mis padres hicieron el esfuerzo de llevarme al catedrático de
psiquiatría de la
Universidad de Sevilla, que no sé si sigue siéndolo. Tuve una
sola sesión con él porque cobraba 25.000 pesetas y no quería que mis padres
pagaran tanto por mí. Pero aproveché la sesión porque aprendí bastante. Me
dijo, con respecto a mi novia esquizofrénica, que alguien que está mal no puede
invertir energías en ayudar a alguien que está peor. Nunca lo olvidaré porque
llevaba razón. Yo necesitaba mis fuerzas para mí y una pareja que me ayudara a
tirar para adelante, no para absorber mis energías imprescindibles para
sobrevivir.
Acabó
otra aventura psiquiátrica. Ya yo era mayor de edad por supuesto y decidí ir a la Seguridad Social.
Psiquiatra gratis. El problema era la masificación. Tenía 5 minutos como mucho
para cada paciente y con ese tiempo no tenía yo para nada. Pero seguí con él.
No tenía más ganas de cambio. A todo esto yo seguía negándome a tomar
medicación. Me asustaban los prospectos. El psiquiatra, cuyo nombre recuerdo,
me recordaba que no los leyera. Pero yo los leía y mi carácter hipocondríaco me
echaba para atrás.
Pasó
el tiempo y me cambiaron de psiquiatra, ya en un Centro de Salud Mental
independiente del resto de especialistas. Allí conocí a un psiquiatra, ahora
paradójicamente dado de baja por problemas nerviosos, que estuvo conmigo muchos
años. No se cansaba de repetir que tenía que tomar medicación , que era lo
único que me podría quitar la angustia tan grande que sentía. Me pasaba las
sesiones llorando. A veces no podía ni hablar. Pero yo seguía leyendo los
prospectos y sugestionándome. Así llegó el momento en que tuve que pasar
Tribunal Médico y me dieron la Invalidez
Permanente Total. Perdí mi empleo en la Junta de Andalucía y vivo
desde entonces de mi pensión. Cuando este psiquiatra cayó malo tuve varios y me
volví a sentir decepcionado porque no tenía una continuidad.
Hasta
ahora, que estoy con una psiquiatra muy a gusto. Antes he de decir que perdí el
miedo a la medicación y empecé a tomarla después del único ingreso que he
tenido en mi vida. Dejé de leer los prospectos. Mi trabajo me costó. Mi
psiquiatra actual respetó el tratamiento puesto en la Unidad de Día donde me
ingresaron y hace pequeños reajustes de vez en cuando según mi ánimo fluctúe
más o menos.
Estoy
contento con mi psiquiatra actual. Una mujer. Pero estoy cansado de esta larga
historia de psiquiatras resumida lo máximo posible en este artículo. Estoy
cansado. Muy cansado. Contento pero cansado. Lo mío no sé si tendrá cura alguna
vez. Yo lucho cuanto puedo. Pero no me olvido de vivir como dice mi psicóloga.
Luchar sí, por supuesto, pero también y sobre todo vivir. Eso me lo digo todas
las mañanas cuando cierro la puerta de casa y me voy a la calle: Lucha, Pepe,
pero no te olvides de vivir. Al principio no entendía por qué mi psicóloga me
decía que dejara de luchar siempre. Ahora la entiendo. No vale pasarse la vida
luchando. Hay que vivir por encima de todo.
Y
en eso estoy. Ahora vengo a la Ura
y estoy muy a gusto aquí. Acabo de hacer relajación. Tengo informática. También
pintura y una terapia nueva llamada Repyflec, que significa Resolución de
Problemas y Flexibilidad Cognitiva. Estoy contento. Me siento más útil. Mi
próxima novela la pasaré a limpio en ordenador aquí en la Ura y no en mi vieja Olivetti
porque todo va hacia la informática y no puedo quedarme atrás.
He
padecido mucho, pero de nada sirve lamentarse. De nada sirve mirar hacia atrás
y quejarse. A mirar al ahora y al mañana, pero sobre todo al ahora. Tomo
medicación por supuesto y me mantiene alejado de la angustia y bastante de la
ansiedad, aunque de ésta no del todo. No tengo depresión. Tengo mis bajones
anímicos normales creo en cualquier persona. Mi problema principal es el
Trastorno Obsesivo Compulsivo. Es mi caballo de batalla diario. En eso estoy. Y
en eso seguiré hasta que salga vencedor. Soy optimista. No queda otra. La
historia dejada atrás es demasiado larga y no se puede olvidar, pero tampoco me
puede condicionar mi vida presente. Lucharé, pero viviré. Es mi lema. Salud y
suerte.
José Cuadrado Morales
lunes, 2 de octubre de 2017
SOROLLA UN JARDIN PARA PINTAR
El martes 19 de septiembre estuvimos en una exposición de Sorolla(
Valencia 1863-Cercenilla 1923) espléndida. Ibamos 11 en total contando con
nuestro terapeuta. La visita fue guiada y no tuvimos que abonar nada por ser
discapacitados. Sorolla como me contó mi amigo Pedro Villalba es un pintor que empezó en el naturalismo y acabó en el
impresionismo. De este periodo impresionista son la mayor parte de las pinturas
de la exposición “Sorolla un jardín para pintar” que está teniendo lugar en CaixaForum.
Los impresionistas inventaron un estilo nuevo para pintar que se llamaba
“pintar al aire libre” que no solo consistía en pintar en exteriores sino
también lo que se veía directamente en esos exteriores. Hay una fotografía de
Sorolla en un sillón con un lienzo y un parasol del estilo de las zonas al aire
libre de las playas. Con esta fotografía comienza la exposición. La mujer de
Sorolla se llamaba Clotilde, a la que llamaba Clota, con la que había tenido
varios hijos y uno de ellos era una hija que padecía tuberculosis por lo que
necesitaba impregnarse de aire puro de donde surgió el interés de Sorolla por
los jardines.
Llegó a hacerse jardinero y construir (y pintar) grandes jardines
en el Madrid en el que vivía para que su hija no tuviera que desplazarse a las
afueras a disfrutar del aire puro. Tuvo al menos tres jardines. Era un pintor
muy cotizado y disponía de capital para realizar esto. En un primer viaje a
Sevilla no le gustó la ciudad pues la conocía poco ya que con motivo de un
retrato que tuvo que hacerle a una personalidad de la realeza en el Alcazar
quedó impresionado por sus jardines que reprodujo en pintura.
Son muy típicos
los objetos como fuentes en estas pinturas sacadas de fuentes reales que vio
aquí, escaleras, columnas y cerámica. La cerámica le servía para llenar sus
lienzos de color cuando los jardines no tenían flores por no ser el tiempo en
que estuvieran floridos, ya que la cerámica Sevillana y de otras zonas son
ricas en colores. Son de destacar las zonas con vegetación de boj del Alcazar
de Sevilla. También pintó otros jardines como los de la Alambra de granada que
podemos ver en estas pinturas. De estos jardines sacó detalles y elementos para
construir los suyos propios.
En sus jardines de Madrid hay columnas que son de
origen sevillano, por ejemplo, llevadas de aquí. Su pintura es claramente
impresionista y destacan las pinceladas rápidas y llenas de color, llenas de
luz. A Sorolla se le llama también el pintor de la luz. En estas pinturas
destaca más el conjunto que los detalles, en la mayoría de ellos aunque hubo un
periodo en que se hizo más detallista y hay varios cuadros de jarrones de
flores sobre fondo cerámico donde destacan ya más los detalles. Hay también
objetos incluidos en sus pinturas como esculturas inmersas en jardines, incluso
una de origen romano que le regalaron para ellos. Aquí se ve la influencia
italiana. También esculpió varias figuras en bronce que irían después a sus
jardines, otras de amigos suyos. Luego las pintaba y las pintaba. Algunas de
estas esculturas pueden verse en la exposición y no están en los jardines de
Madrid sino que allí lo que hay son reproducciones en material mas resistente a
las inclemencias del tiempo. Sorolla pintó muchas flores y entre ellas cabe
destacar las rosas de color amarillo que le regalaba a su mujer a la que quería
mucho.
Viajó por todas partes del mundo en una época en que era difícil viajar
y tenía una relación epistolar muy grande con su mujer. En estas cartas algunas
de las cuales se pueden ver en exposición le mandaba flores ignotas y le
reproducía fuentes y otros objetos de todas partes del mundo que le interesaban
para sus jardines para que los fuera
consiguiendo mientras el estaba de viaje y los incorporara a sus jardines.
Murió pintando sin darse cuenta pues el último cuadro que pintó es el de un
jardín en el que podemos ver la silla en la que el pintaba en los jardines
ahora vacía. Y con ese cuadro acaba la exposición. Se pueden ver tres cuadros
de flores en sus floreros pintados al estilo naturalista, estilo éste en el que
se inició.
Le doy las gracias a Cristina, nuestra guía, por el buen rato que nos
hizo pasar y la buena disposición en todo momento para atendernos y por la gran
calidad de las explicaciones que nos iba dando.
Por último algunas ideas que aparecieron en la visita y que no había
escrito: no pinta Sorolla los cielos en estos cuadros de jardines sino que
enmarca el paisaje en zonas más diáfanas, más cercanas al espectador.
Actualmente no quedan los árboles originales que Sorolla plantó en sus jardines
sino que han sido sustituidos por palmeras, aunque permanecen otros objetos.
Jesús
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