martes, 21 de abril de 2020
LA ESCRITURA COMO VÁLVULA DE ESCAPE
Comencé a escribir casi por obligación. De pequeña mi madre me encargaba responder las cartas de tíos y primos con la excusa “yo no tengo tiempo” o como un ruego: “Rosita no sé qué ponerles, escribe tú mejor”.
Así, como en un juego , me fui aficionando al papel y el lápiz. También comencé a leer las novelas rosas de Corín Tellado, cómics, policiales, revistas, etc. Que sin duda éstas lecturas ayudaron a mi gusto por la escritura.
Siempre hay algo digno de plasmar en el ordenador: el comentario de una película o programa de "tevé" que nos impactó, lo duro que se hacen tantos días de confinamiento, como echamos de menos el contacto físico con nuestras amigas, las pasajeras rabietas que teníamos con nuestros hermanos cuando éramos pequeñas, la búsqueda de empleo que se hace cuesta arriba en esta época de incertidumbre, la re-lectura de nuestro libro favorito, etc.
Las vivencias cotidianas también son fuente de inspiración como me sucede a mí con los recuerdos, mascotas o vivir en el campo. Nada mejor que cierto conocimiento del tema a tratar , sea triste o alegre, para que los pensamientos afloren en forma espontánea. ¿Quién no recuerda las rimas de Bécquer “volverán las oscuras golondrinas”… o las letras de Serrat como “no hago otra cosa que pensar en ti”? . Lo que parece más sencillo puede convertirse en auténtica poesía si dejamos jugar libremente nuestra imaginación.
Es increíble lo mucho que se disfruta el proceso de la escritura. En lo personal, me resulta más fácil expresarme por escrito que verbalmente quizás por una cuestión de timidez, de carácter introvertido. El caso es que frente al papel se produce un remolino de ideas como si quisieras reflejar todas tus vivencias en un renglón. Luego se van seleccionando mentalmente las palabras que van mejor con nuestro estado de ánimo y de a poco, se van llenando los espacios con las letras del abecedario. Aunque nunca lleguemos a estar satisfechos del todo con lo escrito ¿quién nos quita lo bailado?!.
Escribir es una aficción pero también una necesidad. Es un hobby que nos mueve a ocupar el tiempo muerto, a la vez que la necesidad de ponernos en contacto con otras personas. Una vez escrita una idea deja de pertenecernos porque la compartimos con ocasionales lectores y resulta muy placentero escuchar los comentarios de ésos amigos, aunque no concuerden al 100% con nosotros.
Rosa
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1 comentario:
Gracias por compartir tu realidad con la comunidad del blog,me ha tranquilizado saber que algo tan sencillo y complejo a la vez como la escritura te salva del maremágnum del confinamiento
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