Una mañana de Marzo emprendí mi camino hacia el Cerro del Águila.
Tras una hora andando, llegué a la zona norte de este barrio y me impresionó,
al cruzar un semáforo, la presencia de un Ärbol que ya ha debido de pasar unas
cuantas primaveras. Debe de ser caduca porque no tenía ni una sola hoja en su
copa. Me gustó su forma y textura y le hice una fotografía.
Seguí mi camino y me adentré por sus calles, esta zona del
barrio es la más humilde y se nota en el estado de sus casas, algunas son infravivienda.
Buscando un poco de vida llegué a la calle Afán de Rivera, artería principal del barrio ,calle
arbolada y con muchos comercios, algunos cerrados.
Con ganas de ver gente busqué un bar donde tomar café y
observando varios de esta calle me decidí por Bar Fernandito, donde encontré un
caos organizado de desayunos y relaciones. El bar estaba repleto de personas
del barrio y las camarer@s me atendieron muy bien y me tomé un buen café .Impregnándome del ambiente con las voces, tostadas, saludos
y despedidas me dejé llevar. Recomiendo este bar sobre todo por la mañanas.
Al salir me dirigí a la iglesia que estaba cerca y cerrada,
el kiosquero me dijo que la abrían por la tarde.
Luego pasee por las calles mas comerciales y me encontré con
el Mercado de Abastos, entré y no sé si era muy temprano… pero había poco
ambiente y la mitad de los puestos estaban cerrados. No se si influirán algunos
de los supermercados que observé llenos esta misma mañana, ejemplo Mercadona.
Me despedí del barrio caminando por la Avenida de Hitasa, otra
arteria principal del barrio con mucho trafico y uso peatonal. Allí vi. el
Centro Deportivo y un poco más adentro
el Centro Cívico que estaba bastante bien pero un poco retirado de la
población, pienso en personas mayores o con poca movilidad.
No contento con este paseo decidí volver a visitarlo una
tarde y me presente en el barrio un tarde cercana, esta vez usando el
transporte publico que me dejó a la altura de nuestro amigo el Árbol que
mencionamos por la mañana y me sorprendió que en su presencia charlaban unos
abuelos sentados a su vera. Me adentré por otras calles diferentes y me
encontré con una floristería que me alegró la tarde con sus colores diversos,
ya que escasean zonas verdes en este barrio
Por la tarde había mucha mas vida que por la mañana con
comercios de cercanía y variados que le dan una red social de pueblo, había
tiendas como ferreterías, escuelas de recuperación, mercerías, etc... Aunque no
faltaban las inmobiliarias, comercios con el que no simpatizo.
Recordando aquel cafelito mañanero, volví al Bar Fernandito,
esta vez sin bulla y me atendieron muy bien obsequiándome con un detalle
(palmerita-galleta) con el mismo precio del café. Me senté fuera a tomar el
fresco y contemplar la flora y fauna de la calle, la cual tenía mucha mas vida
que por la mañana y paseaban a niños, mayores, de mediana edad y varias
personas se saludaban como si vivieran en un pueblecito.
Pagué el café y me
decidí a entrar en la iglesia por una puerta lateral, me adentré en una de sus
naves, la verdad es que me pareció
demasiada grande para el número de imágenes y reliquias que custodian, pero
bueno esa es solo una opinión personal.
Al salir del templo me fui a buscar el Teatro Salvador Távora,
y si el Centro Cívico estaba lejos, el teatro no se queda atrás. No está en un
lugar de paso, es raro que alguien paseando lo encuentre. Me acerqué a la sala
y pude escuchar algún ensayo que estarían haciendo, leí la programación en un tablón y me pareció muy
diversa, dando también cabida al flamenco con artistas noveles, interesante.
Hice una fotografía a la fachada principal, cuyo nombre “Salvador Távora” andaluz universal. Si podéis leer o ver algo de su persona lo comprobaréis.
Ya con la tarea de visitar el teatro concluida, al menos desde
afuera, relajé mis pasos hacía la
Ronda del Tamarguillo para coger el autobús correspondiente y
no descartando la posibilidad de volver a pasear por este barrio en cualquier
otro momento.
“Cualquier
persona puede viajar desde la ventana de su casa”
Proverbio
chino
Jose Maria
1 comentario:
Pues encantada de haber leído éste capitulo de tu cuaderno de viaje. Ha sido muy evocador. Yo nací en ese barrio, viví mi infancia y adolescencia allí, pero hace muchísimos años que no lo piso y eso que no vivo tan lejos. Lo has descrito perfectamente y me han entrado ganas de visitarlo pero como lo has hecho tu, con ojos dispuestos al asombro, al contacto con la vida pura de las gentes, de lo cotidiano...sin prisas.
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