A la niña de once años le diagnostican primeramente una leve contractura en las vértebras cervicales y la mandan incluso a rehabilitación un viernes, cuando le viene mejor para sus tareas escolares. Después resulta que no es una contractura, sino una fractura y le dicen que tienen que operarla. Finalmente el diagnóstico último es un tumor localizado en el cuello que no es operable y que se le está extendiendo por toda la cabeza hasta el punto de que llega a dejarla ciega. Esos últimos cinco meses de vida son una demostración de extraordinaria fe en Dios porque la niña y todos los que están a su alrededor recurren a Él para tener fuerzas para soportar la enfermedad y la proximidad de la muerte. La película está protagonizada por actrices y actores conocidos y consagrados como Carmen Elías, pero la niña es una debutante que hace un trabajo excepcional y que incluso, creo recordar, obtuvo el Goya a la mejor actriz revelación en la entrega de Premios del año del estreno de la película.
jueves, 14 de febrero de 2013
LA FE
Hace unos días tuve la suerte
de ver una película en la 1 de Televisión Española titulada “Camino” en la
sección Somos Cine. Es una cinta ejemplar sobre la fe cristiana o católica,
según cada uno la quiera llamar. Es la historia de una niña llamada como el
título de la cinta y sus últimos cinco meses de vida. Está basada en hechos
reales, algo que suele gustar bastante y que da más realismo a todo lo que se
narra durante la proyección.
A la niña de once años le diagnostican primeramente una leve contractura en las vértebras cervicales y la mandan incluso a rehabilitación un viernes, cuando le viene mejor para sus tareas escolares. Después resulta que no es una contractura, sino una fractura y le dicen que tienen que operarla. Finalmente el diagnóstico último es un tumor localizado en el cuello que no es operable y que se le está extendiendo por toda la cabeza hasta el punto de que llega a dejarla ciega. Esos últimos cinco meses de vida son una demostración de extraordinaria fe en Dios porque la niña y todos los que están a su alrededor recurren a Él para tener fuerzas para soportar la enfermedad y la proximidad de la muerte. La película está protagonizada por actrices y actores conocidos y consagrados como Carmen Elías, pero la niña es una debutante que hace un trabajo excepcional y que incluso, creo recordar, obtuvo el Goya a la mejor actriz revelación en la entrega de Premios del año del estreno de la película.
A la niña de once años le diagnostican primeramente una leve contractura en las vértebras cervicales y la mandan incluso a rehabilitación un viernes, cuando le viene mejor para sus tareas escolares. Después resulta que no es una contractura, sino una fractura y le dicen que tienen que operarla. Finalmente el diagnóstico último es un tumor localizado en el cuello que no es operable y que se le está extendiendo por toda la cabeza hasta el punto de que llega a dejarla ciega. Esos últimos cinco meses de vida son una demostración de extraordinaria fe en Dios porque la niña y todos los que están a su alrededor recurren a Él para tener fuerzas para soportar la enfermedad y la proximidad de la muerte. La película está protagonizada por actrices y actores conocidos y consagrados como Carmen Elías, pero la niña es una debutante que hace un trabajo excepcional y que incluso, creo recordar, obtuvo el Goya a la mejor actriz revelación en la entrega de Premios del año del estreno de la película.
Los familiares de la niña la
llevan a la Clínica Navarra
desde Madrid para que allí sea mejor tratada de su enfermedad, pero ya no hay
remedio. En lugar de derrumbarse ante la enfermedad cogen fuerzas de Dios y se
aferran a Él para estar en todo momento fuertes. La niña no pierde jamás la
sonrisa. Ella sólo se preocupa de que le envíen cartas sus compañeros de
escuela, especialmente un niño del que está enamorada y su mejor amiga. El
padre va a Madrid a recoger las cartas y muere en un accidente de coche a la
vuelta, lo que acentúa el sufrimiento de la familia pero que ratifica aún más
su fe en Dios porque no paran de decir que todas las cosas que les ocurren son
pruebas que Dios les pone para comprobar la fortaleza de su fe. Ellos están en la Tierra para lo que Dios
dicte desde su infinita bondad y su magnánima providencia. No se oye jamás un
quejido ni un lamento. Y la niña, siempre paralizada en cama, habla en todo
momento de cosas positivas. Quiere ver un póster que pone Jesús te ama y ésa es
una ilusión que alimenta su resignación ante todas las pruebas que Dios le
pone.
Esa resignación cristiana va
indisolublemente unida a la fe que profesan a Dios. Aquí vale decir que da
igual como llamemos a Dios, sea Alá, Yhavé, Siddharta o como sea. Eso es lo de
menos. Cada uno vive la fe a su manera y religión correspondiente. La familia
es una piña. Y cuando muere la pequeña todos los que están reunidos en la
habitación del hospital en el momento de su muerte (familiares, amigos,
empleados del hospital, etc.) le tributan una sonora ovación en muestra de
reconocimiento por la voluntad que ha tenido la enferma durante toda la
enfermedad y la facilidad que le ha puesto a los médicos sin quejarse jamás de
ninguna de las pruebas y operaciones. He dicho que la película está basada en
hechos reales y actualmente esa niña está en proceso de beatificación por la serenidad
y felicidad con las que afrontó los últimos meses de su vida, totalmente fuera
de lo normal. De esa excepcionalidad surge la idea de la beatificación, que
sigue un buen ritmo. Javier Fesser, el director de la película, en todo momento
tensa la cuerda de la emotividad sin llevarnos nunca al falso sentimentalismo,
pero es fácil soltar una lágrima al ver a Camino recorrer ese camino de dolor
que Dios le ha puesto. Es un camino de perfección como diría Fray Luis de León.
Un camino lento y doloroso que sólo soportan aquellos que están muy cerca de
Dios y no ven la muerte en ningún momento como una condena sino como una salida
o conclusión feliz a la existencia terrena.
Quiero recordar aquí unos
versos de Santa Teresa de Jesús sobre los que ya escribí hace varios meses un
artículo así titulado (Unos versos): “Nada te turbe, nada te espante, todo se
pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le
falta, sólo Dios basta”. Los menciono porque también se refieren a ellos en la película
al menos en dos ocasiones para darle fuerzas a la niña. Especialmente se
recalcan dos: Quien a Dios tiene nada le falta y Sólo Dios basta. Con estos
versos la niña recibe unas fuerzas tremendas y en ningún momento su voluntad se
debilita ni sufre altibajos y aun sabiendo que la muerte es la conclusión de su
existencia próxima ella tiene planes de futuro. A pesar de saber su muerte
pronta no deja de imaginar el hacer cosas. Tal es la fuerza de su fe que
asombra a todos y por eso lo de la beatificación.
La fe se puede definir de
muchas formas. A mí me gusta la que me enseñaron en el colegio de hermanos
Salesianos (Hermanos de La Salle )
donde me formé cuando era pequeño. Me decían que la fe es creer en lo que no se
ve. Nadie ha visto, que yo sepa, a Dios nunca. Creo que ni los místicos ni las
personas que han entrado en trance de éxtasis. Creer en lo que no se ve. Es
duro tener la voluntad suficiente para estar gravemente enfermo y tener como
máximo apoyo el de una imagen o un ser invisible que nos está animando desde el
más allá en todo momento. Yo siento también el apoyo de Dios en las
circunstancias difíciles de mi vida y las considero pruebas que Él me pone para
probar mi fe. Por las mañanas, antes de levantarme, siempre le digo a Dios que
me ayude y me dé fuerzas. Y me acuesto dirigiéndome a Él con las mismas
palabras y dándole las gracias por todas las cosas, buenas y malas, que me ha
dado a lo largo del día. Me duermo pensando en Él. Reconozco que prácticamente
no voy a misa ni me confieso. Pero eso no da menos valor a mi fe porque mi
relación con Dios es interpersonal y sin fisuras. No necesito de sacerdotes ni
iglesias. Me relaciono directamente con Él sin intermediarios. Y le tengo que
dar las gracias por todas las pruebas que me pone. Le doy las gracias por la
muerte temprana de mi padre con 61 años en el pasillo de un hospital. Le doy
las gracias por la muerte de mi madre después de varios años de enfermedad con
el Parkinson y el Alzheimer. Le doy las gracias por mi divorcio y los duros
años que pasé por culpa de éste y estar distanciado de mi hijo. Todos esos
acontecimientos eran pruebas que Él me ponía para probar mi fe, como le pasa en
la película a Camino.
Camino es la esperanza en
primera persona. Es la positividad en su grado más alto. La quincena última
escribí sobre esta positividad y se puede incluir en ella también estas
cuestiones de fe. Camino es la alegría de vivir, la capacidad de resistencia
ante la adversidad, la fuerza máxima para que no te caigas abajo en cualquier
momento por la cosa más pequeña del mundo. Camino es una forma de estar en el
mundo que yo envidio, aunque prácticamente yo vivo como ella con mi enfermedad
que también es muy dolorosa, aunque no mortal como era su caso. Mi enfermedad
me causa un enorme dolor, pero soy capaz de afrontarla diariamente gracias a
Dios que es quien siempre está conmigo en todo momento. Yo lo siento conmigo
cada instante de mi vida.
Hay que tener en cuenta que
no basta sólo con tener fe. Ésta la
puede tener cualquiera en mayor o menor medida. Es importante recordar la frase
popular: A Dios rogando y con el mazo dando. Es decir: tenemos que trabajar y
no sólo tener la fe. Tenemos que hacernos dignos de esa fe con todas nuestras
fuerzas, incluidas muchas veces las de flaqueza. Yo me lo digo todas las
mañanas cuando estoy levantado: Jesús es mi amigo y nunca me va a fallar, pero
yo tengo que tener también la voluntad de salir adelante en todos los momentos
difíciles. Es decir: tengo que poner de mi parte. No puedo esperarlo todo
simplemente de la providencia de Dios. No basta con decir Dios proveerá.
Tenemos que trabajar y estar cerca de Él codo con codo. Y me da resultado esa
cooperación. Dios no me deja solo en ningún momento y este instante siento que
Él mueve mis manos mientras escribo el artículo en el ordenador. Él es
responsable de todo lo bueno que me pasa y también de lo malo, pero sin mala
intención, sólo como probatura de mi fe y su solidez.
Teniendo fe en Dios la vida
es más llevadera. Se vive con más positividad todo lo que ocurre. Se vive con
alegría incluso cuando se está mal, lo que no quiere decir que seamos tontos y
estemos siempre babeando de dicha. Se sufre con la fe, pero la fe da a sí mismo
la fuerza para salir adelante en los malos momentos. Hay más películas que
tratan el tema de la fe. Yo invito a verlas porque el cine es muy ilustrativo
sobre muchos temas, entre ellos la fe. Y se han escrito numerosos libros sobre
la fe y Dios. Y hay grandes místicos que se han acercado a Dios como San Juan
de la Cruz ,
amigo personal de Santa Teresa de Jesús. A ellos podemos acudir en los malos
momentos, cuando parece que en el vaso ya no queda ni una gota de agua y no es
posible tener ni la más pequeña esperanza para tirar hacia delante. Dios espera
nuestras peticiones y Él las concede según nuestro estado de ánimo, según
nuestra predisposición a acercanos a Él y a todo cuanto de bueno pueda darnos.
La fe es la voluntad de la
que yo hablaba hace tiempo en otro artículo titulado así: La voluntad. La fe
nos da la voluntad de hacer frente a la adversidad, nos da la paciencia para
estar preparados para todo y no caer nunca en el desvalimiento, en la ansiedad
del mal. La fe nos prepara para la otra vida, en la que obtendremos la
recompensa a todos los padecimientos terrenales. El más allá existe, aunque
tampoco lo vemos. También en ese más allá tenemos fe porque no lo vemos. Todo
es una unidad y no tiene fisuras. Yo os animo a que tengáis la fe suficiente
para tirar hacia adelante incluso en los momentos más duros. Apuesto a que
saldréis adelante sin necesidad de nada más. Yo vivo solo, pero rara vez me
siento solo gracias a la presencia invisible de Dios y gracias a esa fe que fue
apagando poco a poco a Camino hasta encontrar la luz con Dios y en Él. Tirad
hacia delante y no os deprimáis. Tenéis más fuerza de la que imagináis y no
podéis derrumbarros ni hundiros. Así sea.
José Cuadrado Morales
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2 comentarios:
Hola me a gustado mucho la forma de escribir que tienes así como la descripción que haces de la película,pero difiero en lo que concierne a la fe general que tienen de dios,la madre de Camino esconde las cartas del novio de la hermana,únicamente para engañarla i así que siga siendo monja.Y el padre las descubre,las lleva al convento donde está la hermana,y las monjas las archivan.
La hermana piensa que el chico italiano con el que estubo pasa de ella,sin embargo no es así.
Por lo tanto la fe que tiene la madre no es muy sana para la libertad de las hijas.
En un momento de la pelicula el padre le dice a la madre hasta donde a podido llegar con la restricción de las hijas.
No veo que la fe sea mala,pero a lo que envuelve la represión,cástigo,abuso de poder y sumisión discierno completamente.
El director hace una critica sobre la religión del opus dei y ese es su mensaje.
Grácias
Estimada Eskalafandra: me alegra mucho tu comentario y te lo agradezco. Te doy las gracias por alabar mi forma de escribir. Diferimos como tú dices del tema de la fe, pero eso es normal. Lo bueno es saber aceptar las críticas y que siempre haya puntos de vista diferentes para que no todos pensemos igual. Gracias y mucha suerte. José.
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