viernes, 15 de febrero de 2013
ÉRASE UNA VEZ…
Una mujer de lo más normal hasta
que le diagnosticaron la enfermedad, tenía un niño de tres años de edad la
primera vez que fue ingresada en un ala de psiquiatría.
No le importaba nada en ese
momento, sólo sus sentimientos de soledad y vacío interior que achacaba al abandono
de su pareja, padre de su hijo, años atrás cuando el niño apenas contaba con
dos meses de edad.
A raíz de ese punto de partida su
vida fue como una espiral, no pasaba de meterse en problemas, primero con la
bebida: se desayunaba todas las mañanas un botellín de cerveza y continuaba la
mañana con una botella de Ribera del Duero.
Se llevaba todo el día alternando vino con cerveza y ron mezclado
embotellado. Sí tenía gustos caros.
Más tarde mezclaba antidepresivos
y ansiolíticos con su afición a la bebida, era la sombra de sí misma. No comía,
se quedó hiperdelgada, llegó a pesar 35 Kg . Y tener una talla 30. Era una pena verla
toda trastornada por la enfermedad y por lo que tomaba y por lo que no comía.
También tenía relaciones
personales nada recomendables, le exprimían el dinero. Hasta que
afortunadamente de esto último sí se dio cuenta. Pero uno de ellos resultó
ser una persona obsesiva y se había
obsesionado con ella hasta tal punto de tener una noche (porque trabajaba en
turno de tarde) que un vecino ayudarla a entrar en su casa y echar al tipo de
en medio.
Pero daba igual, al día siguiente
estaba esperándola en la puerta de la guardería de su hijo y tuvo que llamar a
la policía, sí esa que nunca llega. Pasó semanas realmente duras con ese tipo
persiguiéndola por todas partes a todas
horas. Creo que llegó a cansarse de verla con sus amigas y amigos de toda la
vida, de los que él los había apartado poco a poco.
Pero no por eso dejaba de beber,
lo más extraño era que en el trabajo (trabajaba para la Financiera del Banco
Santander) no notaban nada raro en ella, sólo que era un poco callada. Lo
normal es que con tal cantidad de alcohol que llevaba siempre encima la
hubiesen echado a la más mínima. Pero estaba acostumbrada a disimular. Así se
llevó muchos años, pasó por el BBVA y por Cajasol que fue allí donde le dieron
la incapacidad porque tenía un ingreso tras otro.
Ahora sus relaciones personales
continuaban igual, salió con aquel vecino que la ayudó aquella noche años atrás
a entrar en su casa. Una relación llena de altibajos que ella no podía
controlar. Seguía mezclando la medicación con cerveza, se volvía agresiva, se
volvía loca. Terminaban y al cabo del tiempo volvían otra vez.
Ahora en el presente tras ocho meses sin tener relación alguna han
vuelto otra vez, a ver cómo acaban esta vez…
Inma.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me ha parecido myu interesante pero al leerlo esperaba un final feliz tal vez por lo dramatico de la historia... No obstante la realidad supera la ficcion.
Publicar un comentario