Los dos veníamos agotados de pasar el día en la playa.

Por la autopista la travesía es tranquila, a pesar de hallarnos en pleno agosto. Veníamos a una media de cien kilómetros por hora y el viaje no se estaba haciendo pesado. A mí me entro un poco de hambre, por lo que abrí la nevera y cogí un pedazo de tortilla que quedaba del medio día. Le ofrecí un poco a Marta pero ella dijo que no tenía apetito. Me tomé también una lata de cerveza, para acompañar a la tortilla. Encendí un cigarro después de comer. Los kilómetros iban pasando tranquilamente uno detrás de otro.
La noche se fue cerrando. Entonces fue cuando ocurrió todo.
Cambio las luces largas

La guardia civil llegó a los veinticinco minutos. Los sanitarios y los bomberos diez minutos más tarde. Ya no pudieron hacer nada por Marta. Yo perdí una pierna.
II
A los cuatro meses me cumplió el contrato de alquiler del piso. No lo renové. Me traía muchos recuerdos cada rincón de la casa. No podía seguir viviendo si la recordaba a cada instante. Creía que estaba haciendo lo mejor. Pasar pagina y mudarme a otro sitio donde los lazos de unión con el pasado en común con Marta fueran más frágiles. Deje los muebles del dormitorio y del salón en el piso y me lleve al nuevo apartamento la cocina y el cuarto de baño, junto con mi estudio.
El nuevo apartamento en un bloque de viviendas pequeñas para solteros y estudiantes. Era un sitio tranquilo, donde los vecinos casi ni se conocían. Era lo que

Estaba precisamente leyendo un libro de José Carlos Somoza cuando sonó el timbre de mi nuevo apartamento. Era Susana, compañera de Marta en la oficina. En seguida me vinieron recuerdos de Marta a la cabeza e hice lo que hacia cuando Marta llegaba de trabajar. Preparé dos whiskys solos con hielo. Susana se sentó y se dejo arrastrar por lo que yo le iba preguntando sin sospechar que yo estaba teniendo una especie de vuelta al pasado. Cuando quiso darse cuenta me tenía a menos de un metro y oliéndole por el cuello el perfume.
- Pero que haces Sergio
Entonces desperté de mi regresión.-Lo siento, Susana. No se lo que me ha pasado, me he dejado llevar por los recuerdos y…
Ella se marchó disculpándose por si en algún momento había insinuado algo que me indujera al error, pero ella solo venía a decirme que se había mudado a dos manzanas de allí y que ya no se sintiera tan solo que tenía una amiga cerca pero que después de lo sucedido… no sabía que pensar.
III
Antes del accidente hacía mucho deporte. Ahora, después de que me amputaran la pierna no podía salir a correr ni podía practicar deporte al aire libre. Me quedaba una opción. Entrenarme en un gimnasio.
El n

Fui conociendo a mucha gente y a los cinco o seis meses ya era bastante conocido en el gimnasio.
Un día estaba con una chica de pareja entrenando y cuando terminamos salimos al bar de enfrente y a tomarnos un refresco. Ella pidió una granizada de limón, como pedía marta cuando joven. Entonces me sucedió lo mismo que con Susana, me entro una especie de vuelta al pasado
Y creí estar delante de Marta. Al instante estaba cerca de la chica y le olía en el cuello el gel de ducha hidratante recién usado. La chica se ruborizó, se levanto y me llamó fresco y caradura. Intente explicarselo pero no tuve oportunidad. Una bofetada me cruzó la cara.
IV
Durante mucho tiempo estuve sin salir por la noche de marcha con los amigos. Estos me llamaban
Primeros fuimos a cenar y luego fuimos a unas discotecas de las afueras de la ciudad.
La cena estuvo bien. Cenamos carnes y patatas asadas regadas con vinos de tierras extremeñas. Una delicia. Éramos cinco amigos dispuestos a saciar nuestro apetito no de cualquier forma.
Una vez satisfechos nos dirigimos a la discoteca.
Allí entramos los cinco dispuestos a pasar una noche pletorita. La música sonaba por todos lados de forma ensordecedora. La gente se apelotonaba en la pista.
Cuando llevaba cinco o seis cubatas. Vi a Marta.
Yo no andaba muy bien. Estaba de psicólogos por las dos vueltas al pasado que había tenido. Además el psicólogo me había dicho que me estaba volviendo bastante más superficial porque no quería indagar dentro de mi dolor y buscaba hacer cosas más banales para no encontrarme con circunstancias que i

Entró por una puerta en la que se podía leer claramente “prohibido el paso” y me miro antes de entrar. Entré tras ella. Y una voz dulce, que para mi fue muy parecida a la de Marta me dijo-tranquilo-. Una mano se deslizó por mi cintura, me desabrochó la correa. Otra me quito el botón del pantalón. Eran manos ásperas. No eran las manos de Marta. La vuelta al pasado había terminado con el roce de esas manos. Alguien me bajo la portañuela. Busque un interruptor de la luz como un loco. No lo encontré. Me metí la mano en el bolsillo y saque el mechero. El fogonazo descubrió a una mujer que no se parecía en nada a Marta. Salí corriendo con los pantalones por la cintura. Ese fue mi último viaje al pasado.
La pluma negra
1 comentario:
lA VERDAD ES QUE RESULTA MUY DIVERTIDO Y ENTRETENIDO LEER ESTOS RELATOS A ESTAS HORAS DE LA MAÑANA. fELICIDADES PLUMA NEGRA.
Publicar un comentario