
Estas parecen que eran las premisas que iban a guiar mi día.
Estaba cansado de tanto vivir como un vagabundo, de tanto pedir limosna. En mi fuero interno, el alcohol ya no me saciaba. Mi enfermedad psíquica se estaba acentuando. Necesitaba un cambio radical.
Cuando uno ve tambalearse el mundo que ha levantado para poder subsistir, necesita que alguien o algo le faciliten otro registro donde se encuentre cómodo y pueda moverse. Este mundo debe de estar ya formado y debe de tener una estructura sólida donde, desde un principio uno pueda sostenerse. Los que esta en la calle encuentra muchas veces ese sitio en centros de dudosa reputación que utilizan las religiones como base de su ensamblaje para captar adeptos que, por necesidad de estructurar sus vidas, entren a form

Bueno, pero no me trae hasta aquí el reflexionar sobre los centros evangélicos sino sobre las posibilidades de salir de la calle. Yo, esa vez, acabé en un centro evangélico. Tan solo dure una semana.
Antes de salir para el centro evangélico nos entrevistamos, mi hermana, mi prima y yo, con un trabajador social de CECOP. Primero hablo conmigo unos veinte minutos. Después hizo lo mismo con mi familia.
La entrevista conmigo fue sobre si conocía los diferentes recursos que se ofrecían para las personas sin hogar como el Centro de Acogida Municipal o el albergue Juan Carlos I, que está en el paseo del río. Le dije que si pero le explique que no podía r

Cuando entrevisto a mi familia, estuve con las dos a la vez. Al principio no me quisieron decir que les había dicho el trabajador social pero luego me enteré. Les dijo que no se preocupasen por mi, que conocía de sobra los recursos y que sabía muy bien porqué estaba en la calle. Para mi la suerte no cambió. Esa noche la pase en la calle.
Era verdad.
En realidad yo seguía queriendo dormir en la calle. Mientras no me quitase mi cerveza no me importaba nada, ni mi aspecto físico ni mental. Ni mi condiciones precarias ni tener que ir empujando un carrito de la compra donde guardaba una muda mugrienta y una manta comida de mierda. Es lamentable y penoso tener que decir esto pero es cierto. Yo no quería salir de la calle. Aún no había tocado fondo.
¿Le importa a la gente de la calle estar en las circunstancias que están o no?.
En su día a mi no me importaba mientras no me quitasen la litrona.
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