La idea surgió de la mente prodigiosa de un periodista llamado Rafael Ballester que consideraba injusto que el ganador del partido, hasta esa fecha, se decidiera al azar lanzando una moneda al aire si había empate al final de la prorroga.
En el año 1970 esta propuesta fue aceptada por la UEFA y la FIFA y utilizada hasta el día de hoy en todos los partidos oficiales.
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