viernes, 17 de febrero de 2012

UN INVENTO SOLIDARIO

En noviembre de 1936 el joven Alejandro Finisterre quedó sepultado en uno de los bombardeos de Madrid durante la Guerra Civil Española. Lo trasladaron en un primer momento a Valencia, pero como las heridas eran graves tuvieron que llevarlo a un hospital de Montserrat. Allí vió que había muchos niños mutilados que lo que más deseaban en el mundo era poder correr y jugar al fútbol. Con el propósito de ayudarles en su rehabilitación inventó este juguete con el que los chiquillos podrían, por un rato, evadirse de su situación e imaginarse jugando un partido de primera división. El futbolín fue todo un éxito, en las competiciones no había diferencias entre niños mutilados o no. Con los años se popularizó y hoy en día se puede jugar al futbolín en cualquier lugar del mundo.

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