lunes, 19 de junio de 2017

FE Y ESPERANZA

Hoy, según mi organigrama de trabajo, tocaba crítica de cine, pero esta semana ha sido especialmente dura para mí por las circunstancias que han acontecido y no he tenido ni ganas ni tiempo de ir al cine.Ha ocurrido que han operado de cáncer de colon a la madre de mi hijo, es decir, a mi ex-mujer y eso me ha afectado enormemente, y en esto no tienen nada que ver mis problemas de nervios sino exclusivamente mis sentimientos como ser humano y mi actitud como padre y como ex.Me afecta, pues, por ambas cuestiones: por mi hijo pues es su madre, y aunque mi hijo tiene ya 27 años y es prácticamente un hombre todavía necesita de su madre para muchas cosas, al margen de que una madre se quiere y se necesita siempre.Y en segundo lugar me afecta por mi ex por lo que decían los versos tan conocidos de Pablo Neruda: “Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise./Mi voz buscaba el viento para tocar su oído./ Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero:/ es tan corto el amor y es tan largo el olvido”. Los versos forman parte de la canción desesperada del primer libro de juventud de Pablo Neruda “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, concretamente de la canción desesperada. Me lo aprendí de memoria hace casi 30 años para recitárselo a mis compañeros del Instituto Nacional de Estadística donde trabajaba antes de entrar en la Consejería de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía.
Antes me gustaba aprenderme de memoria los poemas de otros poetas, pero no llegué a aprenderme los míos. Es una paradoja, pero también una realidad.En estos días han acudido a mi memoria numerosos recuerdos adornados por la fe y la esperanza, dos de las virtudes teologales:
Nuestras largas estancias en Chipiona, leyendo la bibliografía de Camilo José Cela a pie de mar.El día en que me dio la noticia del embarazo de mi hijo.El día del nacimiento de nuestro hijo, cuando yo tuve que partir para otra ciudad para presentar uno de mis primeros libros de poemas porque ya estaba toda la publicidad hecha y no se podía cambiar el día.Nuestos viajes a Barcelona, nuestros paseos por el Parque del Tibidabo y la Plaza de Cataluña, las Ramblas y tantos rincones entrañables. Tal vez por eso no he vuelto a Barcelona desde nuestra separación. No me ocurre lo mismo como sabéis con Madrid.El mucho amor que nos tuvimos, pero como dijo el abogado que nos divorció: “La realidad es que el amor muere”, una frase muy apropiada para un abogado divorcista.Los muchos defectos que añadí a la relación, derivados muchos de ellos de mis problemas nerviosos, y que precipitaron en gran medida, pero nunca en exclusiva, la ruptura.Cómo leíamos juntos los poemas que yo escribía en la cama, bien apretados, muy unidos, recuerdo irrepetible.Su hija, habida en una anterior relación, a la que no supe mostrar como es debido todo mi amor, impropia impotencia.Ahora tengo fe en que se recuperará. Y tengo esperanza en que ello ocurra porque su desaparición dejaría un hondo vacío en mi vida y en la vida de mi hijo. Espero que las dos virtudes teologales me den suerte y demuestren una vez más que mi fe en Dios tiene sentido, cosa de la que no tengo la menor duda.Como dice la canción: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ay amor”. 

Yo no me esperaba que llegase un momento como éste porque siempre la he visto fuerte y trabajadora y no me la imaginaba en una habitación de hospital, cosa que le dije al visitarla allí. Parece como si mi novela Historia de una obsesión, Parte 1 del Monólogo en clave neurótica, se hubiese hecho realidad. En la novela hablo de un gran amor del protagonista que padece cáncer, pero lo supera. Espero que la realidad en este caso imite a la ficción.Es curioso cómo en la vida hay tiempo para todo y nos fortalece cada cosa que ocurre, siempre que se afronte con fe y esperanza, si no puede debilitarnos y consumir muchas energías que necesitamos para seguir viviendo por nosotros mismos y por todos los que merecen  la pena.Desde este artículo, con toda mi fe, lanzo un mensaje de esperanza para que mi ex-mujer se ponga buena y vuelva a revolotear otra vez como es costumbre en ella, y trasegar con paso firme, y a reñirme cuando me lo merezca.Creo en Dios y en su misericordia y deseo y sé que todo saldrá adelante positivamente, si no no tendría sentido la vida porque mi fe en Dios sería un fraude.Ahora tengo una mezcla de sentimientos encontrados que no estoy seguro de qué son o a lo mejor no quiero reconocer cuáles son, pero la realidad una vez más se impone a todo lo que ha ocurrido en la vida hasta el momento presente.
 Ella dice, a su habitual estilo, que no me coma el coco y que ya le han quitado la porquería que tenía dentro y que la tienen que analizar en el plazo de tres semanas. Me asusta el cáncer. Sólo la palabra ya me provoca un poco de rechazo. Hay otro caso en mi familia que está vivo pues el padre de mi cuñado también padece cáncer testicular, como Yeray, el jugador del Athletic de Bilbao y de la selección sub 21.Espero que esta historia también termine bien para que todos estén contentos. Tiene numerosos hijos que están preocupados por él. La mujer ya falleció hace años, casi cuando mi madre en 2009.Viva la vida y todos los sentimientos positivos que ésta genera. La solidaridad, el afecto, la compenetración y tantos otros que se suceden cuando es la enfermedad la que ataca la propia esencia de la vida. Hoy, más que nunca, hay que decir salud y suerte.


José Cuadrado Morales

2 comentarios:

unidaddiaerrenteria dijo...

Qué bonitas tus palabras. Describes tan bien tus sentimientos, pasados y actuales... nos has hecho sentirnos en tu piel. Esperamos que todo se quede en un susto. Ánimo y gracias por compartirlo.

Anónimo dijo...

Gracias, queridos amigos de Rentería, a vosotros por compartir siempre conmigo vuestro tiempo y vuestras emociones. Gracias por vuestros elogios que me animan a seguir comunicando con todos vosotros mis emociones y sentimientos de la forma más sincera posible. Mi vida es de los lectores que invierten su tiempo en explorar mi mundo personal. De corazón, gracias. José Cuadrado.