viernes, 21 de febrero de 2014

LEOCADIO Y SU NECESIDAD DE AFECTO

Raro es el medio de comunicación (sea revista, prensa escrita, teletexto de los distintos canales televisivos, etc…) que no tenga una sección de contactos o de relaciones entre personas. Ya sabéis: chico busca chica, chica busca chico, chico busca chico, chica busca chica, amistad, otras relaciones, etc… Muchos de vosotros habréis recurrido alguna vez a esta sección para ampliar el círculo de amistades. Yo lo he hecho contestando a anuncios o poniendo los míos propios.
Recuerdo que en 1990 puse un anuncio en el Diario ABC de Sevilla y la empresa que gestionaba los anuncios lo publicó en muchos otros medios, entre ellos uno de Granada, lo que me permitió conocer a Leocadio, quien al cabo de los años se convirtió en mi mejor amigo. Y sigue siéndolo. Él acaba de cumplir 49 años, concretamente el pasado 4 de febrero. Todos los años nos felicitamos el cumpleaños. Yo a él el 4 de febrero y él a mí el 26 de agosto. Por cierto que el próximo mes de agosto cumpliré 53 años, así que soy cuatro años casi mayor que mi amigo Leocadio.
Sintonizamos desde el primer momento gracias entre otras cosas a la afinidad que teníamos con la enfermedad mental. Los que me leéis con frecuencia conocéis mis padecimientos, entre los que destaco el trastorno de ansiedad generalizada y el trastorno obseso compulsivo. Leocadio padece esquizofrenia paranoide. No sé qué es peor. Sí sé que él ha intentado suicidarse de verdad, no simuladamente, y yo no. Y a él hay que ingresarlo de vez en cuando y a mí sólo me han ingresado una vez coincidiendo con la muerte de mi madre y la ruptura de una relación con una mujer. Mi amigo lo pasa mal con los ingresos, pero le echa voluntad para llevar a cabo todas las terapias que le aplican.
Él vive en Lugros, un pequeño pueblo de la serranía de Granada, que depende administrativamente y también para los asuntos médicos y hospitalarios de Guadix. Su pueblo es muy pequeño, de apenas 300 personas, donde todo el mundo se conoce y todos tienen un apodo o mote como suele ocurrir en los pueblos pequeños. Mi amigo va a Guadix a una especie de URA donde ha aprendido a pintar de maravilla. Yo tengo en mi casa colgado un óleo de Leocadio con dos barcos de vela varados en la playa. En la URA de Guadix se lo pasa muy bien, pero se siente muy solo entre personas que también están enfermas como él.
De vez en cuando va a Granada a ver al psiquiatra y al psicólogo, lo que le permite relacionarse con otras personas, pero esa relación es efímera y dura escasas horas. Nosotros desde el principio congeniamos de maravilla. Nos escribíamos largas cartas con toda la sinceridad del mundo donde nos contábamos todas las cosas. Y siempre por Navidad nos mandábamos un christmas para felicitarnos las fiestas. Con el paso del tiempo hemos dejado de escribirnos y usamos más el teléfono. En realidad el teléfono lo utilizo yo porque su madre no le deja hacer llamadas interprovinciales porque son muy caras. Cuando él quiere hablar conmigo me da un toque y yo lo llamo. Cuando no estoy en casa y llego miro el teléfono y si está reflejada su llamada lo llamo de inmediato. Con la tarifa plana autonómica no me cuestan las llamadas a Andalucía, pagando una cantidad fija mensual. Así con las llamadas él se siente aliviado y acompañado y con un poco del cariño que necesita, que es mucho.

Él estuvo casado con una mujer que conocía su enfermedad cuando fueron al matrimonio. Pero lo abandonó muy pronto con una hija pequeña, Mari Carmen. Leocadio veía a su hija la mitad de las vacaciones y cada quince días los fines de semana. Quería y quiere mucho a su hija, que ya es una mujer. Lo que le duele es la actitud que tiene ahora su hija con él, de absoluta frialdad porque nunca va a ver a su padre viviendo en un pueblo tan pequeño y nunca lo llama y cuando se ven cada quince días para tomar unas tapas y charlar nunca le pregunta cómo está, que es la pregunta que más espera él para ver cómo su hija se interesa por él y le da un poco de cariño. Pero su hija sigue las directrices de su madre, que no quiere que se le contagie la enfermedad de su ex marido, como si fuera una enfermedad contagiosa. Es nuevamente el estigma de la enfermedad mental, que se extiende por muchas ramas de las relaciones humanas.
Tampoco recibe el cariño que él quisiera de su madre, una mujer de pueblo, cerrada, brutota, de 83 años, que le da el cariño de madre, pero no la comprensión hacia la enfermedad porque no la entiende y la supera. Muchas veces discuten y él me llama para contármelo. Yo lo escucho con todo el cariño del mundo porque somos realmente amigos y yo lo quiero mucho. Quiero destacar en este artículo la importancia de la amistad para los enfermos mentales para que no se sientan solos y metidos únicamente en su mundo enfermizo.
Problemas tiene también con sus dos hermanos. Con el mayor tuvo un choque cuando estuvo ingresada su madre en el hospital de Granada y su hermano mayor le cobraba las comidas como si su casa fuera una pensión con derecho a comida. Leocadio tiene una pequeña pensión no contributiva. Nunca ha trabajado por su enfermedad. Ésa fue una de las razones por las que se rompió su matrimonio porque tenía que mantenerlo su mujer. A él le dolió mucho lo que le hizo su hermano mayor. Respecto al menor tiene una buena nómina, pero nada más que lo llama cuando necesita dinero, cuando sabe que sólo tiene una pensión no contributiva. Él no puede dar más de sí porque siempre que puede le presta dinero para que llegue a final de mes, pero a Leocadio le cuesta más todavía como es lógico llegar a final de mes, aunque también tiene para vivir la pensión de viudedad de su madre. Él llama a diario a sus hermanos, pero tampoco le preguntan nunca cómo se encuentra. Lo tienen francamente marginado y se siente muy solo y no sabe ya qué hacer para que sus hermanos le echen cuentas.
Mi amigo es una pequeño sibarita del tabaco. Todos los días después de almorzar va a una cafetería a tomarse un café y después se fuma un puro de una marca determinada, no otra. Yo le envío todos los años una  caja de puros de esa marca por su cumpleaños. Este año lo he vuelto a hacer. También le envío como segundo regalo de cumpleaños sobre abril o mayo el libro que suelo publicar cada año. Este año será Rosa de vida, un lago poema río dividido en 90 partes que tratan sobre cuatro temas: la vida, el amor, la muerte y la obsesión, todo bajo la influencia de Schopenhauer. Él es un ávido lector porque por sus problemas de visión no puede ver la tele, pero sí puede leer. Y devora todo lo que puede. Lo suyo es la pintura más que la escritura, aunque también escribe de vez en cuando. Aprendió a pintar en la Ura de Guadix. Desde entonces no ha parado. Pero no vende sus cuadros. Yo siempre le digo que va a seguir la ruta de Vincent Van Gogh, que no vendió un cuadro en su vida y después sus herederos se han hartado de ganar dinero. Yo no quiero que le pase a él lo mismo. Creo que por autoestima debe vender sus cuadros y conseguir dinero para vivir mejor.

Respecto a la actitud de su hija hacia él a veces se desespera demasiado y me dice en ocasiones que se arrepiente de haber sido padre. Yo le digo que los adolescentes son así y yo sé bien lo que digo porque tengo un hijo que es ya un hombre y también me trata con frialdad. Pero él se desespera en  seguida.
En el pueblo le señalan, como hacían con Juan Ramón Jiménez en Moguer, cuando iba montado en su Platero y le señalaban con el dedo llamándole loco, cuando lo que estaba era deprimido por la muerte prematura de su padre, que le costó el ingreso en un sanatorio. Pero Lugros es un pueblo muy pequeño y todos saben de sus internamientos constantes y sus problemas de esquizofrenia paranoide.
Ha decidido hacer lo que yo hice hace 24 años cuando nos conocimos: poner un anuncio para ampliar su círculo de amistades. Él quiere poner sólo NECESITO CARIÑO, pero yo le digo que es demasiado corto el anuncio. Debe ser como el que yo puse: Hombre de 49 años desea relaciones de amistad con hombres y mujeres (si quiere relacionarse con mujeres) de su misma edad del círculo de Guadix y Granada. A eso añadir sus aficiones y gustos para que lo conozcan mejor. Así podría conocer a más gente de Guadix cuando va a la Ura y a más gente de Granada cuando va al hospital. Tendría relaciones más fluidas con personas de su entorno, no de La Coruña por ejemplo. Espero que se venga a razones y ponga un anuncio lo más completo posible, aparte de hacer una grabación junto con el anuncio para que lo conozcan mejor y siempre diciendo la verdad para que nunca le digan que consiguió amigos mediante la mentira. Espero poder convencerlo.
Yo comprendo la necesidad de cariño de Leocadio. Su inmensa soledad. Nunca vamos a vernos porque él no puede viajar por su enfermedad y yo siento miedo de ir a sitios nuevos. Sólo viajo a Arcos de la Frontera y a Madrid porque son sitios que conozco como la palma de mi mano. Con los nuevos amigos podría viajar a Granada tranquilamente que está cerca y satisfacer esa necesidad de cariño tan grande que él tiene. Yo le deseo a Leocadio lo mejor. Y deseo lo mejor a todos los lectores que pongan anuncios en diario o teletextos. Que encuentren amigos de verdad y sean más felices y mitiguen su soledad de la mejor manera posible. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales.

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