viernes, 1 de marzo de 2013

LAS MENTIRAS


Las mentiras abundan una barbaridad y he creído que merecen un artículo por su importancia en la vida cotidiana. Seguramente hay tantas mentiras como personas porque cada uno tiene su punto o toque personal.  Por ello habría que dedicar varios artículos y no uno a un tema tan importante para el ser humano, pero yo lo he reducido a uno para no resultar tan prolijo ni repetitivo.
Hay muchas frases populares que hacen referencia a las mentiras. Por ejemplo: las mentiras tienen las patas muy cortas, se coge antes a un mentiroso que a un cojo, para ser un buen mentiroso hay que tener buena memoria, etc. Como verán están estas frases o dichos populares interrelacionados porque todos tienen que ver entre sí. Es cierto como parte fundamental de lo dicho que la memoria es muy importante para ser un buen mentiroso porque puede ocurrir que por falta de memoria se nos escape la verdad y quedemos en evidencia. Eso ocurre con cierta frecuencia y nos ponemos colorados por ser nosotros mismos los que descubrimos la verdad ante los demás.
Empezaré este breve repaso por las principales mentiras con las que yo llamo arriesgadas. Son mentiras en las que podemos perder algo importante de nuestras vidas: una pareja, un trabajo, algo verdaderamente imprescindible. Me remito a la película Mentiras arriesgadas de James Cameron ( el responsable de Titanic) protagonizada por Arnold Swarzenegger y Jami Lee Curtis. En ella él le hace creer a su mujer que es un agente de viajes (creo recordar que era eso porque no veo la película desde que se estrenó hace por lo menos veinte años, pero esto es lo de menos) cuando en realidad es un espía al servicio del Gobierno de los Estados Unidos. Ella lo descubre por casualidad y lejos de enfadarse se alía con él y se convierten en una pareja de espías que trabajan conjuntamente. En este caso la mentira ha tenido recompensa, pero era arriesgada porque podría el protagonista haber perdido el matrimonio como podría ocurrir muy bien en la vida real. Éstas son las mentiras arriesgadas, en las que nos jugamos mucho y son muy peligrosas.
Están también las mentiras compulsivas, que suelen requerir tratamiento psicológico e incluso farmacológico. Ya hablé de ellas cuando escribí el artículo dedicado al Presidente del Gobierno de España Mariano Rajoy (por cierto que me reafirmo en todo cuanto dije en su momento después de los documentos publicados del ex tesorero del Partido Popular Luis Bárcenas donde se demuestra que los altos cargos de PP recibieron comisiones suculentas en tanto que ellos exigen al pueblo que se aprieten los machos y aguanten como puedan la crisis. Lo que ya dije en su momento: es un caso muy claro de Despotismo Ilustrado: el gobierno del pueblo, por el pueblo, pero sin el  pueblo. Nada ha cambiado desde entonces) y quedó suficientemente claro. Las mentiras compulsivas obligan al individuo que las padece a estar en tratamiento médico durante un tiempo prudencial y con terapia fundamentalmente cognitivo conductual. Recuerdo ahora la película Mentiroso compulsivo protagonizada por Jim Carrey. En ella el protagonista no podía dejar de mentir hasta que su hija le pide que deje de mentir al menos durante un día, lo cual le cuesta un inmenso trabajo.
Están también las mentiras piadosas, que son las más dulces. Dulcifican la realidad y son necesarias muchas veces para ocultar la realidad, la verdad. Por ejemplo: cuando una persona está gravemente enferma se le dice que no se preocupe, que todo pasará en unos cuantos días y cosas por el estilo. Son mentiras para animar, para dar fuerzas, para evitar un sufrimiento perfectamente prescindible. Son mentiras que salvan al individuo y que no le hacen daño ninguno. Y muchas veces somos conscientes de ellas, de que nos están mintiendo y lo aceptamos como parte del autoengaño.
 Estas mentiras del autoengaño o automentiras son las siguientes a las que quiero hacer referencia. Son mentiras que uno mismo se hace a sí mismo para darse moral. Por ejemplo: mañana empezaré a dejar de fumar, cuando sabemos que no vamos a dejar de hacerlo. O mañana empezaré el régimen de comida, algo muy propio por ejemplo después de la Navidad. Somos perfectamente conscientes de la mentira y asumimos sus consecuencias como no muy graves. A los que se mienten a sí mismos les recordaría lo que Robin Williams dice en la película El club de los poetas muertos de Peter Weir, excelente, con enorme frecuencia: carpe diem. Es decir, aprovecha el momento. En lugar de mentir les pediría que aprovecharan el momento, que aprovecharan los talentos recibidos y los utilizaran positivamente en beneficio propio. Yo por ejemplo todos los años publico un libro. Me lo propongo y lo hago. El siguiente ya se está haciendo en la editorial. Se titula Pasión o espontaneidad. Y ya estoy pensando en el siguiente que se titula Rosa de vida. Intento aprovechar lo máximo posible los talentos recibidos por Dios o por quien sea o por lo que sea, una fuerza externa o cualquier otra circunstancia. No quiero decir: mañana escribiré el libro y no hacerlo.
Dentro de las automentiras me he estado planteando desde que escribí mi último artículo titulado La fe si ésta es una forma también de autoengaño. Se me ha ocurrido pensar esto por estar tratando el tema de las mentiras. Tal vez Dios no exista y como la fe es creer en lo que no se ve quizás estemos creyendo en nada, aunque sólo nos enteraremos cuando muramos. Pero mientras tanto esta mentira divina nos puede servir para seguir viviendo y salir adelante, por lo que no es una mentira arriesgada, no es una mentira peligrosa.
Quizás toda nuestra vida sea una gran mentira, un enorme y gigantesco autoengaño. Sea un inmenso sueño como decía Calderón de la Barca: que toda la vida es sueño y los sueños sueños son. Me recuerda esto a otra película protagonizada por Jim Carrey: El show de Truman, en la que el protagonista es el centro de un reality show y su vida entera una farsa que está viviendo sin él saberlo. Es un programa de televisión que arrancó con su nacimiento y él consigue descubrir la mentira. La película también es de Peter Weir. No sé si mi vida es una enorme mentira. Me enteraré tal vez cuando termine de vivirla y tenga que hacer resumen de ella. Mientras tanto intento vivirla como verdad, como realidad que acepto en su totalidad y a la que aplico el más positivo de los conformismos.
Están también las mentiras disculpatorias. Son mentiras que uno dice y automáticamente nos disculpamos como si se hubiera pretendido molestar a conciencia. Por ejemplo: le debemos dinero a alguien y se lo pagamos. Cuando le damos el dinero le decimos: “Ya tienes dinero para hacerme un buen regalo por mi santo. Es una broma, ¿eh?” Será una broma pero lo hemos soltado, hemos conseguido decir con una mentira lo que no nos atrevíamos a decir directamente. Pero queda dicha la verdad y eso es lo importante. Tampoco es una mentira arriesgada, probablemente tenga mucho de mentira piadosa también porque uno pretende conseguir algo positivo para sí mismo sin hacer daño a nadie.
Hay más clases de mentiras, pero creo que con éstas que he mencionado ayudado por los ejemplos cinematográficos es suficiente para ofrecer un panorama de lo que son las mentiras. Hay que tener un sentido del arrepentimiento en las mentiras arriesgadas cuando logramos hacer daño a alguien con ellas. Son las más dañinas y tenemos que ser conscientes del límite que podemos sobrepasar y hasta dónde podemos llegar. Todo tiene un límite y somos lo suficientemente adultos como para darnos cuenta de dónde tenemos que colocar el listón para poder saltarlo o quedarnos por debajo para no pasarnos.
Lo ideal sería un mundo sin mentiras, pero muchos hacen de la mentira virtud. No sólo los políticos, sino cualquier persona normal. A veces ni sabemos si nos están mintiendo o no porque no acertamos a ver los límites claros entre la verdad y la mentira y ésta sí es una situación complicada. A veces la frontera entre la mentira y la verdad no está clara y nos quedamos con el interrogante de si nos están mintiendo o somos simplemente víctimas de nuestras propias sospechas.
 Como veréis el tema de las mentiras es apasionante y da para mucho, pero creo que el panorama de las mentiras ha quedado suficientemente explicado en este artículo. No mintáis mucho y aprended a decir la verdad,  por dolorosa que ésta sea. Prefiero la verdad, sea del tipo que sea, a una mentira piadosa. No me importa que me hagan daño con la verdad. Más daño me hace la mentira. Vivid en comunión con vuestros propios espíritus y disfrutad de la vida, sea una mentira o una ficción o una realidad palpable. Ya nos enteraremos de la verdad cuando llegue el momento.

José Cuadrado Morales

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