
Ése es un ejemplo místico, como podríamos poner también del amigo de Santa Teresa San Juan de la Cruz. Pero podemos poner ejemplos más sencillos o cotidianos de personas normales que no están en trance extático. Recuerdo ahora a Luis Cernuda, el marginado poeta sevillano de la Generación del 27, que llegó a afirmar que la muerte es el triunfo del poeta. Más que nada, imagino, porque en la vida el poeta pocas veces alcanza la fama, la notoriedad y la f

Hay otro poeta que es buen ejemplo de muerte positiva. Y es Juan Ramón Jiménez. Él dijo una frase que siempre me ha marcado y la he tenido en cuenta durante toda mi vida: “No es la muerte la que da sentido a la vida, sino la vida la que da sentido a la muerte”. No hay que considerar la muerte como un final, sino como una continuación de la existencia. La vida transcurre antes que la m

El suicidio a veces es también una muerte positiva. No hago aquí proselitismo del suicidio porque yo defiendo la vida por encima de todo en todas sus formas. Pero hay momentos en los que la desesperación es muy grande por una enfermedad terminal por ejemplo y uno decide quitarse la vida porque no quiere vivir sufriendo el resto de la existencia. El suicidio es una opción a escoger para completar el tiempo digno de vida. Hay que luchar contra la indignidad de la existencia. Y la enfermedad a veces puede ser

La eutanasia es también en determinadas circunstancias una forma de muerte positiva. Un ser en estado vegetativo no vive, está como esperando la muerte ya muerto y puede completarse su ciclo vital de forma consciente retirándole los aparatos que lo atan a una vida que no es vida, sino una muerte prolongada que no conoce pausa.
La muerte de Cristo es una forma espléndida de muerte positiva. Él murió por todos nosotros para posibilitar la redención de todos nuestros pecados. Vivió una terrible pasión y murió en la cruz tras una serie de vejaciones de todo tipo. Su muerte liberó a todos los creyentes de la época y posteriores. Tras su muerte resucitó indicándonos así que la

La muerte, ya en sentido general, puede ser una muerte positiva porque pone fin a un transcurrir normal de la existencia. No hay que oponerse a ella, sino unirse a ella como algo natural del todo. Dura un segundo porque inmediatamente después pasamos a un estado no cataléptico de vida espiritual que dura toda la eternidad. Entonces: ¿Qué sentido tiene rebelarse contra ella? Ninguno. La muerte es nuestra amiga porque nos hace el favor de pasar a un estado de suprema liberación total en la que nos sentimos seres superiores, eternos, dulcificados por la vida que dura siglos y siglos. La muerte es una caricia que proporciona una forma muy dulce de vida que no nos tiene que mantener nunca tristes. Una vida prolongada sería más negativa todavía porque disponemos de un tiempo finito para vivir y no podemos rebelarnos contra ello.

Morir es la normalidad del transcurso vital de la existencia. Yo creo que todo es una totalidad, sin paréntesis. Creo sinceramente que la muerte no existe, que es una parte más de la vida. Creo, por ello, en lo de Juan Ramón Jiménez: es la vida la que da sentido a la muerte. Por eso pienso que la muerte no existe. Es un espejismo, algo irreal. En el momento de morir ya estamos viviendo otro tipo de vida o la misma vida eterna. Otra cosa es la enfermedad, que hay que soportar con estoicismo durante la vida terrenal. La en

Concluyamos pues que no existe paradoja en la idea de la muerte positiva. Que la muerte es una conclusión natural, un final necesario, un paso hacia la vida eterna. Toda muerte es buena porque hay una vida esperando. Así que no hagamos proselitismo de la muerte, sino sencillamente vivamos, muramos y sigamos viviendo. Es así de sencillo, lo diga un santo, un poeta o una persona normal. Es así.
José Cuadrado Morales
1 comentario:
El derecho a la vida y la muerte, un tema muy interesante y mas en los tiempos que corren....
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