lunes, 13 de febrero de 2012

SAN VALENTÍN Y EL AMOR

San Valentín es un santo con el que me siento muy solidarizado porque está estigmatizado como nos ocurre a los enfermos mentales. Se habla de él como alguien asociado al gasto de dinero el 14 de febrero de cada año. En vez de San Valentín y el amor habría que decir San Valentín y el dinero. Muchos lo consideran un invento de El Corte Inglés y del resto de comercios para propiciar los gastos y vaciar los bolsillos. Pero eso no es así. San Valentín es un ejemplo de lo hermoso que es el amor y lo mucho que aporta a la relación entre los enamorados que esperan un año entero para regalarse algo en un día tan especial.

Pero el amor es ya un regalo eterno entre las parejas. Todos los días son San Valentín. Cualquier día es bueno para expresar el amor y expresar lo que sentimos por nuestra pareja. Pero San Valentín es un día especial porque durante 24 horas el amor está más vivo, se exterioriza con mayor facilidad, hay menos pudor para mostrar los verdaderos sentimientos y decir sencillamente te quiero, dos palabras que lo significan todo y que pueden muy bien ir acompañadas por un beso. Ése es el mejor regalo del día de los enamorados: decir te quiero como nunca lo decimos y dar un beso con lo mejor de nuestro corazón.

El amor es inagotable. Cada día hay que renovarlo, convertirlo en algo nuevo para evitar caer en la monotonía, el aburrimiento o el tedio. San Valentín permite exprimir la imaginación para regalar algo original o sencillamente diferente a lo habitual. Yo pienso regalarle a mi pareja dos flores, una por cada uno de nosotros. Y además un libro en el que he publicado uno de mis poemas. El libro está dedicado a Emilio Prados, el poeta semidesconocido de la Generación del 27. Se titula El farero y tiene mucho de amor a la poesía, se los sentimientos más puros y primitivos que son los que sobresalen el Día de San Valentín. Hay que ir a lo primordial, a lo más infantil, a los sentimientos que recibíamos de nuestros padres cuando éramos bebés. Nuestra pareja es el bebé que tenemos que cuidar para que no se nos rompa. A medida que avanza la vida del bebé tenemos que cuidar de que no se estropee como persona y que no se estropee tampoco la relación de amor que tenemos con él. Pues el amor en pareja es lo mismo: hay que cuidarlo para que no se nos rompa el amor de tanto usarlo como dice la canción. De mal usarlo diría yo también porque el amor hay que usarlo, hay que hacer uso de él y convertirlo en el pan nuestro de cada día. Evitar la monotonía para que el amor dure. Renovar el te quiero como quien renueva sus votos a Dios. El amor renovado es protagonizado cada 14 de febrero por San Valentín, el santo del amor, de la valentía al expresar los sentimientos, echar fuera todo lo que tenemos encerrado para nuestra pareja sin que nos dé vergüenza de nada.

El amor necesita recuperarse día a día porque día a día corre el peligro de perderse y de causar los dolores tan intensos que supone la pérdida. No hay que temer a esa pérdida cuando uno es sincero. Y en San Valentín hacemos una demostración de sinceridad abierta. No postramos ante la amada o el amado como si veneráramos a un santo, en este caso San Valentín. La sinceridad nos demuestra que somos fuertes ante el amor y ante la adversidad. Ninguna adversidad debe rompernos la dicha del amor. En San Valentín expresamos nuestra voluntad de no ruptura. Estamos esperando todo el año que llegue ese día para dar rienda suelta a las emociones primigenias y confesar a los cuatro vientos cuanto sentimos por nuestra pareja. No hay que temer a expresar el amor. Hay que ser valientes para amar. La cobardía y la timidez deben quedar lejos del amor siempre y en ese sentido San Valentín nos da un ejemplo de atrevimiento, de desvergüenza, de expresión del amor sin tapujos, de renovación del amor anualmente. Ser valiente es la clave de que la pareja perdure. Hacer mil cosas diferentes y sin miedo a sentir vergüenza por expresar el amor de la forma más extravagante.

Hay que ser original y en eso San Valentín también es ejemplo. Llegado su día tenemos que exprimirnos los sesos para expresar el amor de una forma diferente cada año. Lanzarse al mundo y decir te quiero con arrojo, como quien va a una batalla a dar lo mejor que tiene, en este caso los sentimientos más sencillos y básicos. No hay que ser rebuscado. Hay que ser francos, decir que el amor lo sentimos y podemos gozarlo juntos, sin vergüenza ninguna, con una furia desmedida. Este amor es el que ha inspirado grandes libros con La voz a ti debida y Razón de amor de Pedro Salinas, autor sevillano que vivió gran parte de su vida fuera de España. Vivió en el exilio pero supo expresar el amor de la manera más maravillosa en unos versos inigualables y siempre haciendo referencia a los famosos pronombres: yo y tú. Yo también he escrito libros de poemas dedicados a mi amada como Dicha y Resurrección. Y qué decir de Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda. O sus Cien sonetos de amor. El amor es fuente de inspiración y en San Valentín se puede regalar perfectamente cualquier libro de amor o cualquier poema escrito por uno mismo para dar cabida en el mundo a los que sentimos por la persona de la que estamos enamorados. Y el arte en general ha propiciado obras geniales gracias al amor, sea en pintura, escultura, arquitectura, etc… Recordemos ahora por ejemplo el Taj Majal, monumento inspirado por una enamorada. Todo eso queda ahí para el recuerdo, para asociar la belleza del amor a la belleza en génesis de sí misma. El amor perdura en cualquier manifestación artística y hace eterno el amor mismo como si fuera a congelarse en el aire un beso como un verso mismo en el papel.

El arte, la vida y el amor forman una trilogía bellísima que perdura siempre. San Valentín es un adalid de esa trilogía. Defensor del amor a ultranza y todas las manifestaciones artísticas que puede permitir. Amar y rezar también van unidos. Yo he rezado a San Valentín muchas veces porque quiero pedirle que mi amor perdure. Nada teme más la persona enamorada que la pérdida. San Valentín defiende la perdurabilidad del amor a ultranza, aunque El Corte Inglés se ponga las botas y otros comercios minoristas también ingresen dineros extras. Da igual. San Valentín va asociado al amor, no al dinero.

Que viva San Valentín. Que perdure siempre. Que sigamos enamorados del amor mismo en esencia y lo instalemos en una peana gozosa el resto de nuestras vidas. Aquí queda el punto y seguido de una historia de amor. Aquí queda el punto sin final de San Valentín, para el que pido la mayor pleitesía y el máximo respeto.

José Cuadrado Morales

1 comentario:

urarocio dijo...

Gracias José por recordarnos lo que verdaderamente significa el día de San Valenti. Por un momento he podido olvidar que tengo que comprar un regalo "material" para mañana.