El despertador de Pedro suena muy temprano cada mañana. Rápidamente prepara café. «Porque hasta que no lo tomo, no soy persona, ¿ves? como todo el mundo», ríe. Recoge el piso y pone rumbo a la facultad donde cursa segundo de Historia del Arte. Al terminar las clases, vuelve a su apartamento en el edificio Portobelo. Prepara el almuerzo y, tras la comida, retoma el estudio. Le queda tiempo para escribir en su blog (labarcademispensamientos.blogspot.com) y para leer, su afición favorita. La jornada va llegando a su fin: cena y se acuesta.
martes, 5 de abril de 2016
«HE PASADO DE DORMIR BAJO LA BARQUETA A TENER TECHO Y ESTUDIAR UNA CARRERA»
Aquí os mostramos una entrevista que el periódico ABC hizo a nuestro amigo y colaborador Pedro Sánchez el día 28 de marzo.
El despertador de Pedro suena muy temprano cada mañana. Rápidamente prepara café. «Porque hasta que no lo tomo, no soy persona, ¿ves? como todo el mundo», ríe. Recoge el piso y pone rumbo a la facultad donde cursa segundo de Historia del Arte. Al terminar las clases, vuelve a su apartamento en el edificio Portobelo. Prepara el almuerzo y, tras la comida, retoma el estudio. Le queda tiempo para escribir en su blog (labarcademispensamientos.blogspot.com) y para leer, su afición favorita. La jornada va llegando a su fin: cena y se acuesta.
El despertador de Pedro suena muy temprano cada mañana. Rápidamente prepara café. «Porque hasta que no lo tomo, no soy persona, ¿ves? como todo el mundo», ríe. Recoge el piso y pone rumbo a la facultad donde cursa segundo de Historia del Arte. Al terminar las clases, vuelve a su apartamento en el edificio Portobelo. Prepara el almuerzo y, tras la comida, retoma el estudio. Le queda tiempo para escribir en su blog (labarcademispensamientos.blogspot.com) y para leer, su afición favorita. La jornada va llegando a su fin: cena y se acuesta.
El día a día de Pedro no dista mucho del de
cualquier otro estudiante. Con esfuerzo y con la ayuda de buenos profesionales,
ha alcanzado una vida normalizada.
Pero hasta llegar a este punto, ha pasado por baches que muchos no habrían
podido resistir.
Hasta los 16 años, nada en Pedro se salía de lo
normal. Vivía en el Parque Alcosa, acudía al instituto y, a menudo, echaba una
mano en el negocio familiar. Sin embargo, de un día para otro, tal y como él
cuenta, comenzó a tener «pensamientos extraños».
«Hay personas que están enfermas y no lo saben. Yo sí era consciente de que
algo pasaba y empecé a encerrarme en mí
mismo. Notaba que todos me observaban y conocían cuáles eran
mis debilidades. Me sentía vulnerable».
El primer psiquiatra que lo valoró le diagnosticó un trastorno mental grave, prescribiéndole medicación que le
producía somnolencia. «Ni mi familia ni yo comprendíamos la enfermedad. Ellos
pensaban que se trataba de pereza y yo que les estaba fallando. Cada vez me
aislaba más».
El estoque más duro le llegó con el fallecimiento
de sus padres. «Mi madre murió de cáncer en 2002 y mi padre tres años más tarde
delante de mí a causa de un infarto. Caí en la bebida y en
el consumo de estupefacientes. Era la única forma que conocía
de contrarrestar los efectos de la enfermedad, la sensación de euforia me
liberaba». Con 25 años, entró en un centro de desintoxicación y, tras unos
meses, y a través de ese centro, le dieron la oportunidad de trabajar en una
gasolinera. «En esa época, un médico me dijo que estaba curado, así que dejé la
medicación. Entonces la enfermedad se me agudizó». Pedro percibía que en el trabajo todos estaban en su contra y lo dejó. Sin
recursos económicos ni el apoyo de su familia, lo único que le quedaba era la calle. «Mendigaba y hacía de aparcacoches para comer. Volví a caer en la
bebida y dormía donde podía: en un banco, en el rincón de una calle, bajo el
puente... Fue horrible».
En 2010, Faisem se cruza en su vida. «A través del
albergue me pusieron en contacto con Faisem.
Entré en el programa de viviendas tuteladas y todo cambió radicalmente». Tras
un periodo de hospitalización para estabilizar la enfermdad, empezó a compartir
piso con otros tres enfermos. Supervisados las 24
horas, le controlan
la medicación y su problema de adicción. «Me enseñaron a dominar la enfermedad, a ser consciente de mis
limitaciones. No pruebo el alcohol desde hace tres años y cada vez necesito
menos medicación».
Se considera afortunado. «De no ser por Faisem,
seguiría en la calle. Aun así, tengo miedo a fracasar, a no estar a la altura
de las expectativas. He pasado de dormir bajo la
Barqueta a tener techo y
estudiar una carrera, no puedo permitirme fallar». Pedro imparte charlas en las
universidades donde cuenta su experiencia: «Mi objetivo es que la gente
comprenda la enfermedad. La mayoría piensa que todo enfermo es violento y eso es falso».
Enlace a la entrevista ABC: http://sevilla.abc.es/sevilla/sevi-pasado-dormir-bajo-barqueta-tener-techo-y-estudiar-carrera-201603282152_noticia.html
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
qué testimonio, Pedro, qué valentía demuestras al contar todo esto!! tu ejemplo nos da ánimos a muchos de nosotros, porque a veces cuando estás mal no ves esperanza ni futuro... gracias por compartirlo.
Eres un gran ejemplo para el resto de tus compañeros, porque lo importante es que supiste aprovechar las oportunidades que te dio Faisem para salir del bache. Ahora estudias y tienes piso, una vida llena de esperanza por delante. Fuerza!! Rosa
Muchas gracias por la generosidad que demuestras al compartir tu historia. Un placer leerte
el que se sient agradecido soy yo por haberos tenido como compañeros de viaje en este peregrinar.
Me parece muy interesante tu vida piensa que hay personas que llevan una vida muy aburrida y la tuya tiene un final feliz . me alegro sigue luchando. YFC
Publicar un comentario