viernes, 18 de enero de 2013

RELATO


UN PARADO MAS

Todas las mañanas me levantaba bien temprano y tomaba antes que nada, un café preparado con mi cafetera exprés, que hace unos cafés deliciosos. Si  no me tomo uno cuando me levanto no soy persona,  después  lo que hago es fumarme un cigarrillo mentolado de mi marca favorita.
Pues eso, como iba diciendo, antes me levantaba bien temprano para llegar a la fábrica de coches donde trabajaba, me tomaba mi café , y mientras escuchaba la radio me fumaba mi cigarrillo de primera hora, el mas placentero del día.  Después me duchaba y salía ilusionado para mi trabajo como un operario más en una cadena de montaje. Ocupaba mi puesto y comenzaba a ensamblar piezas desde bien temprano, realizaba mi trabajo orgulloso y digno de ser útil en una sociedad donde el obrero es una pieza clave en la economía de mercado. Era uno más en una cadena donde se montaba, un TURBO STX, un modelo semideportivo de tres puertas  que se vendía en toda Europa.
Pero un día decidieron que nuestras manos y nuestra precisión no era suficientemente precisa, y entonces entraron ellas. Las máquinas, los brazos robóticos sustituyeron nuestro trabajo, ya no éramos útiles, ya no éramos lo suficientemente precisos ni rápidos., ya no éramos una pieza clave de la economía de mercado, ya no éramos los obreros  que fabricábamos el coche, éramos unos simples parados.
Como yo se quedaron en la calle cientos de compañeros y no tuvimos otra respuesta de la empresa de la empresa de que estaba llegando la modernidad al negocio de las cadenas de montajes y ni ellos ni  nadie tenían la culpa.
Unos cuantos compañeros del sindicato y yo decidimos en una reunión para salvar la situación tomar una decisión dramática y no se nos ocurrió otra cosa que tomar una medida drástica. Al principio algunos se resistieron a la idea por vergüenza, otros la tomaron como una locura,  pero finalmente todos nos pusimos de acuerdo y decidimos encadenarnos desnudos a la puerta de la fabrica para protestar y reclamar nuestros antiguos puestos de trabajo o por lo menos una reconversión del sector y una recolocación en la empresa.
El día que lo hicimos aparecimos desnudos delante de la fabrica con las cadenas y nos amaramos a la entrada de la fabrica antes de que esta abriera las puerta para que entraran las mercancías y los pocos trabajadores que aún conservaban sus puestos. Allí gritábamos y reclamábamos nuestros puestos de trabajo. Al principio todos estábamos muertos de miedo y vergüenza pero poco a poco nos fuimos llenando de valor. En un momento determinado llego la policía  y poco después lo hicieron las cámaras de televisión.
En pocos minutos nos sentimos protagonista de la lucha que estábamos llevando a cabo y ya nada ni nadie podía hacernos dejar nuestro propósito, recuperar nuestros puestos de trabajo o por lo menos denunciar las condiciones tan precarias en las que se nos habían echado a la calle. El ambiente se iba caldeando y la policía empezó a cortar cadenas y a echar gente en el furgón. Salimos en el noticiario de la tele y la empresa tuvo que dar un comunicado explicando que había tenido que tomar esas medidas dramáticas porque las condiciones económicas eran las que dominaban la situación.
Tengo los recortes de los periódicos de prensa en casa pero nada más. De nada sirvió el encadenarme desnudo delante de la fábrica. Los poderosos tienen la sartén por el mango y cuando toman una decisión que repercute en los pobre  e infelices ciudadanos de a pie nada se puede hacer. Pero si tuviera que volver  a hacerlo lo volvería ha hacer. Creo que sirvió de algo. La protesta sirvió para poner en evidencia a la empresa y ahora tenemos en mente seguir protestando delante de la fábrica de forma pacífica para conseguir que reconsideren su posición. Lo único que le queda al humilde trabajador es la protesta y esa es la manera que tienen las grandes empresas de comprender como se siente el pez pequeño cuando el grande tiene ganas de devorar sin tener en cuenta que no se puede ir avasallando por ahí así como así.

La pluma negra

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