lunes, 8 de mayo de 2023

LAS MURALLAS Y PUERTAS DE SEVILLA I

 


   Será en la Híspalis Romana cuando se comiencen a construir las murallas entre los años 68 y 65 a.c.,siendo Julio Cesar cuestor en Sevilla. Se construirá tanto el recinto amurallado como el acueducto de los caños de Carmona.

 


 En cuanto al acueducto comentar que traerá el agua del Manantial de Santa Lucia desde la vecina población de Alcalá de Guadaíra situada a una distancia de unos 20 km de la ciudad. Parte de su recorrido transcurriría por túneles subterráneos, el resto será un trayecto aéreo soportado por cuatrocientos arcos que conforman este viaducto que llegaría a la ciudad por la Puerta de Carmona. En los años 80 en la zona de la calle Luis Montoto restos de este acueducto estaban ocultos por un puente bajo el cual pasaba el tren; con el paso de los años y la nueva disposición de las vías han quedado al descubierto los restos de éste poco antes de llegar a la Florida, a la Puerta de Carmona, al principio de la citada calle Luis Montoto. Me dicen compañeros que es lógico, que por allí estaba la Estación de Cádiz; yo en los año 80, salvo excepción, siempre iba en autobús o en coche.

 


  Tras la puerta de Carmona se situaba un gran deposito que abastecía a los Palacios de la Aristocracia, Instituciones Religiosas, Fuentes y Baños Públicos. Los Reales Alcázares eran abastecidos directamente a través de conducciones cerámicas empotradas en sus lienzos dando servicio para el consumo, para baños, así como para albercas(especie de pequeña piscina antigua de baja altura) y aljibes destinados al riego de huertos y jardines del Alcázar. También son muy antiguos los Pilares, donde bebían las bestias, caballos, burros y mulos, esto por lo menos lo había y hay en los pueblos, imagino que en Sevilla también los habría. Las albercas eran usadas en los años 60 y 70, incluso 80 para que las mujeres lavaran la ropa de sus familiares.

Volviendo a la muralla que protegerá a la Ciudad se irá a lo largo de la Historia ampliando paulativamente para convertir a Sevilla en una de las mejores ciudades fortificadas de Europa. Durante la época Romana la ciudad de Híspalis se asentará sobre la antigua población nativa de Ispal y cambiará la empalizada que defendía la ciudad durante la dominación cartaginense por una muralla de la que en la actualidad sólo quedan unos pocos restos en la zona del Alcázar.

Durante el periodo Visigodo la población se mantendrá estable, es por ello que no será necesario modificar el perímetro amurallado.


Ya en época islámica en el año 844( estuvieron los Árabes aquí en Sevilla desde el año 711 d.c. hasta el 1248 d.c., unos 500 años) se produce el asalto a la ciudad por los Vikingos, que lo arrasarán todo y destruirán sus defensas. El emir Abderraman II mandará reconstruir las murallas.

Años más tarde en 913 d.c. será Abderraman III quien mande destruir las murallas y puertas de la Ciudad para evitar levantamientos, insurrecciones e intentos de secesión en la ciudad de Isbylia contra el Emirato.

En 923 Abu al-Qasin, primer Rey de la Taifa de Sevilla, levantará de nuevo las murallas para defenderse de posibles asaltos de tropas Cristianas y de Taifas vecinas.


Pero será durante el gobierno del Sultán Alí Ibn Yusuf entre los años 1106-1143 cuando se lleve la mayor ampliación del recinto amurallado siendo prácticamente duplicado alcanzando un perímetro de 7 kilómetros, con 166 torres, 13 puertas y 6 postigos que envolvían una superficie de 300 hectáreas.

Posteriormente no se volverá a realizar ninguna otra ampliación, pero la presión de la conquista Cristiana llevará a reforzar las defensas construyéndose fosos y antemurallas en numerosos tramos.

Debido a lo inaccesible de sus defensas Fernando III el Santo preferirá sitiarla antes que asaltarla frontalmente. El asedio comenzará el 24 de Agosto de 1247 para capitular finalmente el Caid Axafat el 23 de Noviembre de 1248. El Rey Fernando III el Santo entrará en la ciudad por la Puerta de Goles; desde entonces también se la conocerá como PUERTA REAL.

Durante la Edad Media Sevilla sería considerada como una de las mejores ciudades amuralladas de Europa. Tras la conquista cristiana esta fortaleza perderá su función defensiva, sirviendo desde entonces para contrarrestar las múltiples crecidas del Rio y para el control de acceso de personas y mercancías.

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