Sus piernas son como columnas
de un pórtico romano,
finas y recias,
estilizadas.
Sus pechos son como colinas
incipientes de una cordillera,
pequeños,
como si se tratara de una adolescenta.
Su cuello
como el de una cervatílla,
blanco.
Su talle esbelto,
fino como un junco
que adornara las riveras
de sus caderas.
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