lunes, 25 de febrero de 2019
YO SOY
Yo soy José Cuadrado Morales.
Sólo yo puedo ser José Cuadrado Morales. Hay más José Cuadrado
Morales. Lo he comprobado entre otros medios por internet. Pero esos
José Cuadrado Morales no son yo. Yo soy único, exclusivo,
independiente. Exactamente igual como son los demás José Cuadrado
Morales.
Debemos de tomar conciencia de
la importancia que tiene este hecho de que somos seres únicos,
insustituibles, que no podemos ser cambiados por otros, con nuestros
defectos y virtudes, con nuestras manías y necesidades. Podemos ser
insoportables, pero nosotros somos los primeros receptores de nuestra
insoportabilidad. Somos la primera víctima de nuestros defectos,
pero también somo los primeros que disfrutamos nuestras virtudes.
Ante los demás aparecemos de
muchas formas distintas porque cada uno nos ve de una manera
diferente. Por eso nosotros debemos tener una relación objetiva con
nosotros mismos para que no nos destrocen las opiniones de los demás
y podamos siempre salir adelante.
La constancia de la
individualidad es muy importante a nivel psiquiátrico. Cada paciente
es un mundo distinto y requiere un tratamiento diferente. Los
psiquiatras y psicólogos deben de ser conscientes de que somos
exclusivos, de que nuestra enfermedad tiene un carácter
intransferible y que no hay dos tratamientos iguales, y no hablo sólo
de pastillas, que creo que es lo más fácil. Recetar pastillas sólo
requiere de una mano que escriba. Pero comprender la intimidad,
bucear en el mundo íntimo de cada paciente ya requiere mucho más
esfuerzo y unas dosis de objetiva subjetividad que no está al
alcance de todos los especialistas. Porque esto es un don y no todos
los profesionales disfrutan de ese don.
Ante la vida se toman
continuamente decisiones y hay que estar siempre optando entre unas
cosas y otras, y no siempre resulta fácil saber cuál es la mejor
opción. Pero es parte de la madurez el tomar decisiones, el
evolucionar desde la posibilidad de equivocarse al elegir un camino u
otro. Es la vida misma. Así de sencillo y así de difícil al mismo
tiempo.
La vida está llena de toda
clase de decisiones, desde sencillas como qué película voy a ver al
cine hasta vivo o decido suicidarse. Entre un extremo y otro hay
numerosas decisiones que van conformando nuestra personalidad que los
profesionales deben de tener en cuenta para poner los tratamientos
más idóneos para cada caso, que insisto no consiste sólo en
pastillas, aunque reconozco que las pastillas cada vez las comprendo
mejor, entiendo mejor su importancia en el proceso de curación de un
paciente nervioso.
Hay que tener mucha voluntad
para tirar hacia adelante, mucho coraje para levantarse todos los
días y decir: “Tiro hacia adelante pase lo que pase” y no me voy
a quedar quieto. Tengo fuerza de voluntad suficiente para hacer
frente a todos los conflictos que se me plantean en mi vida
cotidiana, desde los más simples a los más complejos.
No todo estará siempre a
nuestro gusto. Habrá cosas que borraríamos en un instante pero no
es posible. Lo importante es vivir con los obstáculos, con todas las
dificultades que nos plantea la vida cotidiana. Es un reto permanente
, pero en esa capacidad de superación está en gran medida nuestra
posibilidad real de eliminación de la enfermedad.
Nadie ha dicho que vivir sea
fácil. Sólo los optimistas cegatos ven la vida siempre de color
rosa. Pero no es así. Hay momentos tórpidos, momentos difíciles en
los que alzar la cabeza requiere un esfuerzo enorme. Y hay que ser
valientes para no echarnos atrás ante la menor dificultad.
Hay que ser fuertes y tener
confianza en uno mismo. No dejarnos achicar y destrozar por nuestros
enemigos, que los tendremos porque no todo el mundo nos va a querer.
Y el hecho de ser un enfermo nervioso es una dificultad añadida para
la adaptación social de nosotros. Pero tenemos que superar los
estigmas y tópicos y pensar en que valemos más de lo que creemos ,
y que somos más fuertes de lo que realmente pensamos.
Y siempre hay que seguir
adelante. Hacia atrás nunca. O en todo caso mirar hacia atrás sin
ira. Pero sobre todo ser consciente del valor del momento, del
instante que estamos viviendo, de la realidad que nos envuelve en
cada momento. Ser fríos en la toma de decisiones para no
equivocarnos y si nos equivocamos tener la capacidad de perdonarnos y
de empezar de nuevo, de volver a escoger un camino nuevo ya que nos
hemos equivocado.
Yo soy yo y eso tiene un
precio muy elevado y debemos de ser conscientes de que el precio lo
ponemos nosotros. No los demás. Los demás estarán siempre
equivocados. Pero nosotros nos queremos más que nadie y así la vida
se convierte en algo más agradable para vivir, en un pequeño
paraíso con todas sus fatigas y problemas, pero también valorando
las cosas positivas que tenemos. Nosotros tenemos que sabe mejor que
nadie cuáles son estas cosas.
Si nos cuesta cambiar debemos
de ser conscientes de que hay que hacer varios intentos para podemos
llegar a donde queremos. Tenemos que mirar por nosotros como si fuera
el mayo tesoro. Y es el mayor tesoro que tenemos para vivir. No
podemos prescindir de nosotros mismos, no podemos dejarnos aparte de
nuestras propias decisiones. Nuestras decisiones son nuestras y de
nadie más. Y a nadie atañen salvo a nosotros mismos. Después estas
decisiones afectarán a las relaciones con los demás, pero desde el
yo, desde ese yo soy categórico que tiene un valor incalculable.
Yo soy empieza por respetarse,
por quererse, por mimarse, por cuidarse. Y no poner límites a ese
amor porque ese amor nace de esa frase tan famosa de “Ama al
prójimo como a ti mismo”. Amándonos nosotros podemos amar a los
demás auténticamente. Pero no podemos hacerlo al revés porque
entonces nunca será un amor auténtico. El amor bien entendido
empieza por uno mismo. Después llega a los demás y se
interrelacionan y confunden creando un imbricado entramado de
laberintos que son las relaciones humanas.
No hay que asustarse por ello.
Vivir es relacionarse con los demás. Pero antes es relacionarse con
uno mismo. Sin el yo soy no se construye nada. Con el yo se va al tú.
Pero no se puede empezar con el pronombre de segunda persona, sino
con el pronombre de primera persona. YO. Y no es egoísmo sino
conciencia de un amor bien entendido y de una ubicación en el mundo
mucho más auténtica y poderosa.
Vivir es fluir, dejarse
llevar, hacer cosas, meter la pata, herir, herirnos, muchas cosas que
nos hacen daño y también nos proporcionan felicidad. Estamos
seguros de nuestra inseguridad. Y nuestra inseguridad tiene que ser
fuerte para que no pierda la oportunidad de evolucionar, de llegar
más lejos de lo que creíamos.
Somo seres poderosos y
efectivamente más fuertes de lo que creemos. Hay que salir adelante
siempre. Hay que ser fuertes y no dejarnos debilitar por lo más
mínimo. No hay arma que nos destruya, ni siquiera la incomprensión,
la marginación, el odio. Somos muy fuertes y debemos mirar hacia
adelante que es donde está el futuro y donde está la esperanza que
nunca debemos de perder para no caer en depresión, en cualquier
trastorno neurótico, en cualquier otro problema psiquiátrico.
La salud mental o nerviosa
debe de contar con nuestra autoestima, con nuestro yo soy. Yo soy un
enfermo pero me voy a curar. Yo tengo defectos pero voy a salir
adelante. Nada ni nadie me va a detener.
Éste es mi mensaje de
esperanza que no es tan difícil de cumplir. Yo soy un escritor y
escribo. Y eso me da una fuerza ilimitada. Salud y suerte.
José
Cuadrado Morales
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