miércoles, 17 de enero de 2018

FELIZ POSTNAVIDAD

Ya es lunes. Mi cara tiene otro color más optimista. He superado la prueba de un nuevo fin de semana, amodorrado como casi todos, sobre todo ayer. Me acosté a las 7 de la tarde porque no podía más con mi cuerpo y esperando no quedarme dormido para a las 9 enviar los whatsapps de buenas noches a mis personas queridas.
Pero me quedé dormido y a las 11 empezaron las llamadas de preocupación. Soy muy formal y cumplo siempre con mis envíos así que estaba todo el mundo preocupado. Consecuencia: ya no pude dormir más y me he levantado a las 4 y me he puesto a escribir mi novela hasta las 8. Le he sacado partido al insomnio.
La Navidad ha sido como un largo fin de semana, un inmenso tedio. En general no me gustan las vacaciones. Me esclavizan a la casa. No sé divertirme. No entiendo la vida sin el trabajo. Tengo que desconectar más de él. Siempre estoy enchufado a mi novela. Todo el año. Esclavizado a ella. Pero la disfruto. No es ninguna tortura.
En Navidad la novela ha sido lo que me ha sacado sobre todo del sopor globalizado. Me ponía a corregirla con mucha ilusión. Al final apenas he visto iluminación, la de mi calle y poco más. He visto la del centro pero apagada. Pero la he visto. No he ido a ver la Cabalgata. No he ido al cine. Estoy un poco eremita de mi casa. Estoy hecho un ermitaño en mi propio hogar.
Me comunico con el mundo con los whatsapps, un gran invento, yo  no es que sea enemigo de las redes sociales, pero tampoco estoy muy puesto en ellas.
El caso es que ya pasó la Navidad y todo ha vuelto a la bendita normalidad. Las vacaciones lo ponen todo patas arriba. Así que yo prefiero decir Feliz Posnavidad a Feliz Navidad, pero no tengo nada contra la Navidad. Simplemente me alegro de que haya terminado porque he vuelto a la bendita monotonía, a mi querida rutina. Y no soy el único. El club de los normalizadores de la vida es más amplio de lo que se cree. Las vacaciones generan mucha confusión, mucha fobia. Y la Navidad no iba a ser una excepción.

He salido poco en Navidad. He estado la mayor parte del tiempo en casa. He dedicado mucho de ese tiempo a corregir mi novela, la que será segunda. Ya casi tengo el título, pero no quiero decirlo por si a última hora lo cambio. Voy por la página 144 de la corrección de un total de 240 páginas. Lo sé porque ya está terminada y estoy en plena fase de corrección. Me gusta corregir más que escribir. Me gusta ir limpiando las frases de todo lo que sobra o cambiar palabras o cualquier otra cosa que signifique mejoría. Y lo hago todo a mano.
Hasta que llegue el día en que pase mi novela a limpio en mi máquina olivetti línea 98. Sigo sin ordenador. Los Reyes me han traído un microondas, pero no un ordenador. Habrá que seguir esperando. Me he modernizado en un sentido, pero en el informático sigo en la Prehistoria.
Escribir a mano es un verdadero placer. Siempre me acuerdo de Camilo José Cela y lo mucho que elogiaba esta actividad. Y recuerdo siempre también a Francisco Umbral y a José Luis Garci que escriben en sus máquinas manuales. Garci concretamente tiene que ir a la única tienda prácticamente que queda en Madrid que vende aún cintas para las máquinas manuales y ti-ppex para las correcciones.

Yo me he estado informando estas vacaciones también de la tienda de olivetti en Sevilla y he dado con ella. En la calle Juan Ramón Jiménez 25. Llamé y me dijeron que tenían todavía cinta para mi anciana máquina y papelitos para borrar los errores. Me puse muy contento porque tengo la cinta muy gastada. Que conste que no soy contrario a la informática. La prueba es que estos artículos los escribo en ordenador y estoy muy a gusto con él y reconozco sus comodidades y ventajas.
Pero a mí me motiva el ruido de la máquina de escribir, como a Umbral. Y su máquina era mucho más pequeña que la mía, como la que yo tenía antes, que se me cayó y se hizo pedazos. Me tuve que comprar la que tengo ahora, que es mucho mayor y me gusta menos que la antigua, entre otras razones porque en ella practicaba cuando aprendía mecanografía en el colegio de curas donde me eduqué.
Pues Feliz Posnavidad a todos los que hayan hecho algo distinto estas vacaciones. Han sido larguitas: desde el día 20 de diciembre al 8 de enero. Los días de todas maneras siempre pasan rápidos. El tiempo tiene la virtud (o el defecto) de que pasa muy deprisa. Ya estamos a 15 de enero. Medio mes de año. ¿Qué he hecho desde que empezó el año? He disfrutado de la Navidad a mi manera. He estado en Pilas en Nochebuna y Nochevieja con mi hermana pequeña. Ya en 2018 estuve algunos días con ella en ese pueblo. Ya después regresé a mi casa y a mi novela. Seguí corrigiéndola.

Iba a quedar con un amigo para salir y ver la iluminación, pero al final entre una cosa y otra no quedamos y se pasó la oportunidad. Otro año será. Ya pronto estarán aquí la Semana Santa y la Feria. Y con la misma rapidez llegará otra Navidad. Así que los más aficionados a ella como mi amigo que estén tranquilos que el tiempo tiene esa cosa de su rapidez. Mañana ya será 16. Un día menos.
Me han tocado 120 euros en la lotería del Niño. Un buen recuerdo de la Navidad. Nunca me toca nada y juego todas las semanas así que me he puesto muy contento. Además: estoy teniendo muchos gastos últimamente porque se me han acumulado y cualquier ingreso me viene bien. Así que con esa sencilla cantidad estoy feliz. Es un buen recuerdo material de la Navidad. Y yo no soy de los que andan llorando por las esquinas quejándose de la falta de dinero. Yo me aguanto con lo que tengo y punto. Pero quería dejar constancia de ese pequeño acontecimiento significativo en mi vida de que me ha tocado un pellizquito en la lotería del Niño. En la de Navidad nada. Como es habitual.

En Navidad he jugado con las fechas de padre divorciado para ver a mi hijo y lo he visto bastante. Estoy contento. Él ha cambiado ahora las Oposiciones a Juez por Oposiciones a Gestor Procesal y Administrativo, que en principio son más asequibles. Son menos temas. Son tres exámenes. El problema es que se celebran muy pronto: en marzo. Tiene poco tiempo para preparárselas. Hay quienes llevan preparándoselas mucho tiempo, pero él recién acaba de terminar las de Juez. Espero que le sirvan los conocimientos adquiridos con éstas para las nuevas. Al fin y al cabo todo tiene que ver con la Administración de la Justicia.
En la Posnavidad estoy intentando perder peso. En la tertulia el viernes pasado me preguntaron qué le pedía al año nuevo. Yo dije perder peso y dormir mejor. Supongo que ambas cosas dependen de mí. Estoy en ello. No es que haya hecho excesos en Navidad, aunque en casa de mi hermana me han tratado muy bien. Mis horarios de sueño son un poco estrambóticos, nada normales, y eso puede que dificulte mi sueño. Todo es cuestión de tiempo y de paciencia.
La paciencia todo lo alcanza como diría Santa Teresa. Pues en eso estoy y en la corrección de la novela. Así que ése es el triple frente que tengo planteado: comida, sueño y novela. Aunando como puedo las tres cosas y buscando un equilibrio para sentirme lo mejor posible.
Y mi fuente principal de distracción es la tele: sobre todo los programas-concurso culturales, los documentales y las películas. Partidos de fútbol cada vez hay menos y yo no tengo para el fútbol de pago. Así que o me conformo con escuchar los partidos que me interesan por la radio o seguirlos por la aplicación del móvil de la Liga. En esto también me voy modernizando un poco con la ayuda de mi hijo.
En fin: Feliz Posnavidad a todos. Feliz vuelta a la normalidad. Feliz regreso al presente, a los hábitos cotidianos, a las actividades frecuentes. Yo estoy contento y me produce mucha satisfacción estos artículos semanales de la Ura, que me hacen sentir periodista, el periodista que un día fui. He sido muchas cosas. Periodista es una de las que recuerdo con más felicidad.
Aquí estamos pues dispuestos a dar guerra hasta Semana Santa. Por cierto: el miércoles de ceniza coincide con el Día de San Valentín, el 14 de febrero. Así que tendremos un día de los enamorados pasado por la ceniza de Dios.
Feliz Posnavidad amigos. Que disfrutéis como yo de la bendita vuelta a la normalidad, esa normalidad que se me hace añicos los fines de semana pero que recupero los lunes, como la recupero después de los períodos vacacionales más largos como la Navidad.
Afortunadamente todo termina. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

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