jueves, 26 de enero de 2017
UN SUICIDIO EVITABLE
Una de mis principales fuentes de información es el
teletexto de las distintas cadenas de televisión. Suelo hacer un repaso diario
para estar al día de cuanto pasa en el mundo. Hace unos días leí en el
teletexto de la 1 de Televisión Española una noticia que me llamó mucho la
atención: Una niña de 13 años se había suicidado por culpa del acoso escolar
que sufría.
Lo dejó escrito en una carta que abandonó en el
aula donde asistía a las clases. La carta la encontró una limpiadora quien fue
la que dio noticia del acontecimiento. La policía actualmente está investigando
el entorno familiar y el entorno escolar para encontrar a los responsables
últimos de la muerte de la niña.
Este tipo de actividad es más conocido por su
nombre en inglés: el bullying. Igual existe un término inglés para designar el
acoso laboral: mobbing. Los anglicismos, como es propio del idioma inglés,
resumen perfectamente las distintas cosas que ocurren y es una forma de
entenderse perfectamente.
Muchos hemos sufrido bullying, lo que ocurre es que
ahora se conoce más y se le da más publicidad. Igual que ocurre con el maltrato
a las mujeres, que está en la onda desde hace varios años.
Yo estudié la enseñanza primaria en un colegio de
los Hermanos Lasalianos, más conocidos como los Hermanos de la Salle. Sufrí bullying por culpa
de mis ideas políticas porque un día se me ocurrió escribir en la pizarra del
aula la siguiente frase: “El gobierno de Franco es una porquería”. Yo tenía
sólo trece años y me gustaba implicarme en todos los asuntos posibles y escribí
esa frase, todo un problema por la situación política del país y por tratarse
de un colegio de religiosos, que suelen tener siempre una disciplina más
acusada.
Desde que escribí la frase estuve más vigilado por
los Hermanos. Y me castigaron de diversas maneras. Por ejemplo: el Hermano
responsable del área de Lengua Española me bajó la nota de sobresaliente a
suficiente. El resto de Hermanos respetaron mi nota. Yo solía sacar
sobresalientes y matrículas, lo cual me costó el acoso de algunos de mis
compañeros de clase. Me pusieron motes como “el habichuela” y “el cara de
huevo”. Recuerdo que con uno me peleé en la propia aula porque estaba cansado
de sus burlas. A mí me gustaba mucho estudiar y como consecuencia sacaba esas
buenas notas. Cada uno era libre de hacer lo que quisiera con sus libros y su
tiempo. También invertía parte de éste en escribir porque yo empecé a escribir
desde que era un niño pequeño.
Otra de las cosas del acoso escolar era que tenía
que confesarme todos los viernes para poder aprobar. El que no se confesara no
aprobaba religión y en consecuencia no pasaba de curso. Así que fueran cuales
fueran tus ideas religiosas tenías que confesarte todas las semanas. Con eso yo
no tenía problemas porque creía en Dios, pero considero que otros compañeros
sufrieron acoso por este tema porque no
creían o sencillamente no querían supeditar su aprobado a tener que confesarse
por la fuerza.
Recuerdo también que había un Hermano que abusaba
ligeramente desde el punto de vista sexual. Recuerdo que a veces me quedaba a
solas con él y me decía, por ejemplo, que era muy majo y me acariciaba las
piernas con sus manos. Comprendí lo que pretendía y me enfadé. Como
consecuencia de ello había días que me tenía en el colegio lo días de clases
por la tarde hasta por la noche. Era un castigo injusto y no podía comentárselo
a nadie. Tenía que callarme. Hoy se enseña todo lo contrario: hay que contar
todas las cosas y compartir todo lo que ocurre para que los alumnos puedan
recibir ayuda. Por eso creo que podría haberse evitado este suicidio del que
hablo en el artículo porque si la niña hubiera compartido sus padecimientos la
hubieran podido ayudar y se habría evitado su muerte. Al menos se hubiera
intentado.
Antiguamente predominaban los castigos físicos:
golpes con una regla de madera, estar de cara a la pared con libros en las
manos, estar bajo la lluvia, un largo etcétera. Era otra forma de acoso escolar
porque no te dejaban vivir tranquilo en clase. Querían conseguir la disciplina
como fuese y al final lograban todo lo contrario. Yo recuerdo duros
enfrentamientos entre los Hermanos y algunos de los compañeros más rebeldes que
no estaban dispuestos a sufrir ningún tipo de daño. En algunas ocasiones los
alumnos más rebeldes eran expulsados del
colegio de forma temporal como castigo para intentar suavizar su conducta.
Antiguamente en los colegios se aplicaba la frase
de origen latino “la letra con sangre entra”. Recuerdo que un profesor, no
Hermano, especialmente duro le arrancó la oreja a un compañero por portarse de
forma indebida. Lo cogió en volandas por las orejas y arrancó una de ellas.
Suspendieron al profesor durante un tiempo pero después volvió como si nada
hubiera pasado. El régimen establecido era muy permisivo con los castigos y no
era una excepción lo que le pasó a mi compañero de clase.
Otras veces era el propio ambiente familiar el que
propiciaba el acoso a los alumnos porque los padres les exigían demasiado. Eran
frecuentes las clases de permanencia para los alumnos que iban más atrasados,
clases que se daban por la tarde. Se exigía demasiado a quienes no podían dar
más de sí y lo alumnos se sentían culpables por no poder satisfacer los deseos
de sus padres. No conozco ningún caso de suicidio en mi colegio, pero sí casos
de compañeros que tuvieron que ir a psicólogos y psiquiatras para que les
tratasen las depresiones que sufrían por el acoso de los padres.
Estamos, pues, ante un bullying múltiple:
compañeros de clase, profesores y familias. El problema es muy importante y ya
se está tomando verdadera conciencia de él. Por eso ha llamado tanto la
atención el suicidio de esta niña de trece años, quien si no hubiera escrito
esa carta hubiera dejado en el anonimato las razones de su suicidio. Bien
también por la limpiadora que dio a conocer la carta de inmediato al
encontrarla en el aula.
Hay hoy más publicidad sobre el tema: hay campañas
en televisión y se está tomando gracias a ellas una mayor conciencia social.
Hay que reseñar que no es el primer caso de suicidio por acoso escolar, pero
éste ha tenido más difusión. El contenido de la carta está bajo secreto de
sumario para que las investigaciones sean secretas y puedan resultar eficaces.
Creo que debería existir en todos los colegios un
psicólogo para ayudar a todos los alumnos que padezcan bullying o cualquier
otra cosa. No hay que crear un nuevo estigma relacionado con el acoso escolar
sino tomar medidas que consigan combatir esta lacra que se está extendiendo
como una especie de lacra morbosa.
Debería también existir un número oculto como ocurre con el maltrato a
las mujeres que tienen el 016 para dar noticia de sus problemas sin que
aparezca en la factura. Ese número ayudaría a muchos alumnos que no se atreven
a confesar sus problemas en el colegio a sus padres. Conseguirían desahogarse
con un psicólogo por teléfono y se sentirían acompañados por alguien que
realmente los entiende y no consideran tonterías las cosas que les pasan.
El suicidio de esta niña de 13 años era evitable si
hubiera habido un psicólogo en el colegio, si hubiera habido un teléfono de
atención a los niños que padecen acoso escolar y si hubiera una mayor
comprensión por parte de los padres.
Confiemos en que las cosas cambien para que ningún
niño tenga que morir más por el acoso escolar. Basta con que haya un mayor
interés por parte de las Instituciones que tienen que ver con la educación y
una mayor preocupación por todos los implicados en la formación de un niño.
Esperemos que así sea y con esta esperanza he escrito este artículo. Pienso que
yo fui fuerte con las cosas que a mí me pasaron, pero otros no hubieran
aguantado tanta presión. Confiemos, en definitiva, en que las cosas cambien.
Salud y suerte.
José Cuadrado
Morales
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4 comentarios:
Qué terribles son estas noticias. Ojala sea la última, y como tú dices, cada vez la sociedad vaya repudiando más cualquier tipo de acoso.
ES una desgracia muy grande lo que ha ocurrido con esta niña. Estoy de acuerdo contigo de que hay que poner los medios para que algo así no vuelva a ocurrir. En los colegios existe la presencia de un psicólogo desde hace años dedicado fundamentalmente a la ayuda a la comunidad educativa y a alumnos con necesidades especiales. Yo los recuerdo desde el año 97. No se que ha podido ocurrir, aunque he vivido algún caso de acoso escolar cuando daba clases pero que se solucionó. No estamos concienciados todavía de lo que esto puede suponer para algunos alumnos. Un abrazo
Jesús
Queridos amigos de Rentería: gracias por vuestro comentario a mi artículo sobre el bullying o acoso escolar. Todos tenemos que poner nuestro granito de arena para solucionar este problema que provoca suicidios y otros problemas menores. Cada uno debe aportar su trabajo y su dedicación a tan delicado tema. Un sincero saludo de vuestro amigo José Cuadrado.
Queridos amigos del Blog de la Unidad de Rehabilitación de Salud Mental del Hospital Macarena: gracias por vuestro comentario a mi artículo sobre el bullying o acoso escolar. Es un problema que no se soluciona simplemente con tener un psicólogo en los colegios. Habría que adoptar otras medidas para evitar casos tan duros como el suicidio de esta niña de 13 años. En fin, esperemos que las cosas vayan a mejor y no tengamos que lamentar más muertes. Un abrazo muy sincero de vuestro amigo José Cuadrado.
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