jueves, 17 de noviembre de 2016
55 AÑOS
Se habla mucho de la crisis
de los 40, pero yo no recuerdo haberla vivido. Por aquella época estaba muy
dedicado a mi hijo como padre divorciado que soy y no tenía mucho tiempo para
preocupaciones filosóficas u ontológicas. Estaba centrado en mi hijo a más no
poder y todas mis energías positivas estaban invertidas en su felicidad para
que fuera lo que ahora es con 26 años: un hombre equilibrado, feliz, dedicado a
sus oposiciones a juez y a su novia que tiene desde hace ya casi 10 años. En
este sentido puede decirse que he triunfado como padre y me siento orgulloso de
ello.
Ahora tengo 55 años y sí
siento que estoy pasando por una crisis. Me van saliendo goteras de las que ya
hablé un poquito en el primer artículo de la temporada titulado Impresiones
vacacionales. Tengo algunos problemas de circulación. Tengo que untarme todas
las mañanas una crema en las piernas para facilitar la circulación sanguínea.
Además después una crema hidratante para que la piel nunca esté seca y haya
menos problemas de heridas que puedan ulcerarse. Tomo también para esto dos
pastillas al día para eliminar líquidos y facilitar también así la circulación
sanguínea. Me da mucha pereza tomar medicamentos, y eso que ya soy veterano por
los años que llevo tomando pastillas de nervios. Siento mucha pesadez en las
piernas y están algo coloradas, algo que me ha comentado mi médica de cabecera
que ya no se me quitará. Me han hecho pruebas de vascularización. También las
pruebas me producen una enorme pereza y fastidio. Y me asustan un poco.
Padezco también de tensión
alta y para esto sirven también las dos pastillas que me tomo para la
circulación. Está controlada, aunque a veces se me dispara cuando la ansiedad
se apodera de mí y no me deja vivir tranquilo. Me duele la cabeza, me pitan los
oídos y otros síntomas. Un fastidio más.
Últimamente me han detectado
que tengo el azúcar alta en sangre. Tomo otras dos pastillas enormes para esto,
una por la mañana y otra por la noche. Me someto a controles periódicos para
que no se me dispare. Sinceramente no me gusta ir a los médicos. Me dan un poco
de fobia y soy algo hipocondríaco.
Todos los años hago un
tratamiento profiláctico para el colon consistente en tomarme la primera semana
de cada mes cuatro pastillas al día durante seis meses. Tengo divertículos y
hay que evitar la formación de una diverticulitis, de ahí la profilaxis.
Curiosamente esto no me da pereza. No tengo ni idea de por qué cuando es un
tratamiento bastante pesado y que lo hago a gusto.
Y por supuesto tomo mis
pastillas de nervios, que me acompañan desde hace muchos años. A esto ya estoy
acostumbrado. He cambiado tantas veces de tratamiento que ya no me da ni
pereza. Es la costumbre. Y una forma de esclavitud. Pero necesito medicación de
nervios. Sin ella no podría tirar hacia delante y superar parcialmente mis
problemas de obsesión compulsiva y ansiedad.
Aunque ya tengo 55 años no
considero que mi vida esté vacía, es decir, que no he llegado a un punto muerto
donde no sirvo para nada. Estoy contento con mi faceta de periodista, que
ejerzo ahora en internet con mis artículos y mis críticas de cine en el blog de
la Ura Macarena.
Antes trabajé en El Correo de Andalucía, en el desaparecido Nueva Andalucía,
hice esporádicas colaboraciones en ABC y periódicos comarcales, trabajé en
Radio Andalucía, Radio Manantial y Radio Guadalquivir. Me sentía feliz, pero la
enfermedad mental truncó mi trabajo periodístico. Lo único que no ha podido
truncar esta enfermedad es mi trabajo literario: nunca he dejado de escribir.
He publicado 14 libros de
poesía, estoy preparando mi primera novela Monólogo en clave neurótica y tengo
diversas obras inéditas como Testamento de un depresivo (diario), un libro
sobre greguerías, otro de pensamientos y otro de chistes. Sí, de chistes. El
que los nervios no me hayan dejado en paz desde niño no me ha quitado las ganas
de reír y algún día publicaré este libro que escribí hace ya bastantes años.
En cuanto a vivir solo a
veces tengo que decir que la soledad es un lastre, pero otras la mejor
compañía. Sí me asusta enfermar viviendo solo. Y me da miedo la idea de morir
solo. Forma parte de mi hipocondría. Me dan ataques de pánico y lo veo todo muy
oscuro. Aunque sé que de alguna manera he de morirme, solo o acompañado. Como
le decía Sally Field a Tom Hanks en Forrest Gump la muerte forma parte de la
vida y no me da miedo. La asumo plenamente.
Tengo también para animarme
mi rutina positiva: viajes a Madrid, Arcos de la Frontera , Aracena, etc…
Voy al cine semanalmente. Veo concursos culturales y películas en la televisión.
Esto me distrae bastante y me deja bastante satisfecho. No todo es escribir.
En cuanto a la muerte sí me
asusta morir lentamente como mi madre: falleció de Parkinson y Alzheimer. Fue
un poco conejillo de Indias de los médicos porque le mandaron toda clase de
medicamentos en prueba. Yo personalmente hubiera preferido que muriera antes.
Se hubiera ahorrado una decrepitud progresiva, un sufrimiento inútil, el no
llegar ni a conocer a sus propios hijos, la alteración total de la memoria. En
fin: una mixtura muy desagradable que era muy dolorosa de llevar y que me hizo
plantearme muchas cosas en su momento.
Echo de menos ahora desde
estos 55 años mi infancia: estábamos todos juntos, mis padres y mis dos
hermanas. Recuerdo los juegos callejeros, que hoy prácticamente han
desaparecido con las consolas y todas las redes sociales. Recuerdo con
nostalgia el colegio, después el instituto. Yo no tenía ninguna pereza para
estudiar. Me encantaban los libros. Estudiar era fascinante. Aprender. Y echo
de menos las meriendas de cuando llegaba del colegio y me ponía a ver la tele
mientras comía. Es uno de los recuerdos más agradables de mi infancia: esas
meriendas vespertinas que me hacían sentir muy feliz.
Echo también de menos
trabajar como funcionario en la
Junta de Andalucía. Por mi enfermedad de nervios me dieron la Invalidez Permanente
Total y estoy condenado a ella. Yo estaba contento en mi puesto de trabajo,
pero pudo más la enfermedad. Ahora cobraría un sueldo fantástico y no mi
pequeña pensión, aunque no es tan pequeña comparada con otros tipos de pensión.
Yo trabajaba en la
Consejería de Economía y Hacienda, concretamente en la Dirección General
de Tributos e Inspección Tributaria. Había alcanzado ya por concurso de méritos
el nivel 15. En fin: ahora podría tener un nivel mucho más alto. No sé hasta
dónde hubiera podido llegar. Han pasado muchos años.
Mi madre decía que temía más
a la vejez que a la muerte. A mí, de tanto oírla, me pasa lo mismo. Temo
también más a la vejez, a los achaques, a esas cosas que van saliendo, a la
soledad, etc… La muerte es una circunstancia última que da paso a otra vida en
la que las cosas, pienso yo, serán muy distintas.
En estas líneas lo comparto
todo con vosotros, fieles lectores. Soy un ferviente defensor de la vida. Creo
en lo avances de la ciencia, cada vez más rápidos. Lo percibo, por ejemplo, en
los medicamentos de nervios: hoy son mucho más eficaces que hace sólo veinte años. Amo escribir y la
belleza que me ofrece la vida. Y odio el victimismo, por eso no me quedo sólo
con esta crisis que me afecta ahora con estos 55 años, sino que señalo también
todas las cosas positivas que llenan mi vida y que siento plena.
Quiero también decir que me
gusta mucho el fútbol y que soy un fiel seguidor del Sevilla F.C., que me da muchas
más alegrías que tristezas. No voy ahora al campo por problemas económicos,
pero suelo escuchar los partidos por la radio y es como si lo viviera en el
propio campo por la forma de narrar de los profesionales. Yo también hice esto
cuando trabajaba en Radio Andalucía. En fin: he hecho un poquito de todo y sé
que aún me queda mucho por hacer, que no me voy a quedar anclado en estos 55
años y que no van a poder conmigo. Después de todo, si he llegado hasta aquí es
porque lo he vivido. Ahora pienso en todo lo que me queda por hacer por
delante. En verdad aún me siento joven y sé que le voy a sacar partido a los
años que me quedan de vida, que espero que sean muchos. No quiero que me pase
lo que a Leonard Cohen, que apareció en la tele hablando para decir que sentía
próxima la muerte y hace escasos días me enteré de que había muerto. Me
pregunto cómo presentía la muerte tan de cerca. Nos ha dejado su último álbum y
toda su valiosa discografía.
En fin: hagamos un homenaje a
la vida con cada artículo y sintamos que vamos a seguir muy unidos a través de estos
textos y estos buenos ratos que echamos en internet. Salud y suerte.
José Cuadrado Morales
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4 comentarios:
Eso es, Jose, a vivir la vida y a disfrutarla. El paso del tiempo es inexorable para todos pero lo importante es mantenerse activo, como tú y tener tantas y tantas cosas que te estimulen y te hagan cuidar la mente y el cuerpo. A por otros 55!!
Gracias queridos amigos de Rentería por vuestro comentario a mi artículo de los 55 años. Siempre tenéis el detalle de dejarme unas palabras de aliento y os lo agradezco. Espero aprovechar al máximo lo que me quede de vida y llenar de sentido todos mis momentos. Un fuerte abrazo de vuestro amigo de Sevilla José Cuadrado.
Estoy muy de acuerdo con lo que escribes pero un servidor a mis 56 años tengo solo de achaues la tensión y por supuesto mi enfermedad mental. Tengo muchas ganas de vivir y me siento mucho mejor que en mi juventud.Lo peor es que echo mucho de menos a mis dos hermanos y a mis padres que desgraciadamente fallecieron.
PACO DE REVISTA TISANA
Estimado Paco: gracias por tu comentario a mi artículo sobre los 55 años. Me alegro que te encuentres bien a pesar de tus achaques y siento mucho la muerte de tus padres y tus dos hermanos. Mis padres también fallecieron ya, pero me quedan dos hermanas que son muy importantes en mi vida. Espero que sigamos en contacto y que vaya bien tu revista Tisana. Un cordial saludo de José Cuadrado.
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