jueves, 11 de febrero de 2016

MI HIJO

El curso pasado (yo cuento los cursos por año, así que me refiero al año 2015) escribí sendos artículos sobre mi padre y mi madre, dos de las personas que más influencia han tenido en mi vida. Ahora, en este curso de 2016 quiero escribir un artículo sobre otra de las personas que más influencia ha tenido sobre mí: mi hijo Salvador.
Mi niño (como yo suelo llamarlo) nació el 15 de mayo de 1990. Yo tenía entonces 28 años, camino de los 29. Lo recuerdo como una cosa muy pequeñita metida en la incubadora. Había nacido con ictericia y tenía que estar metido en la máquina. Recuerdo que yo por entonces estaba muy metido en el mundo literario y viajaba mucho para dar mis conferencias, recitales de poesía y demás. Recién nacido tuve que ponerme en camino a Barcelona. Tenía que dar una conferencia sobre la depresión y presentar mis libros tercero y cuarto, Ésta es mi palabra silenciosa y Brevísimo paseo por mi vida. Por los pelos el nacimiento de mi hijo no me cogió en Barcelona. Afortunadamente pude estar para la rotura de aguas e ir al hospital para estar con mi hijo las primeras horas de vida. Sé que le di un beso tan fuerte que se echó a llorar, supongo que asustado. Tenía unos ojos enormes y negros que parecían mirarme desde dentro de su alma. Eso era lo que le entregaba en el beso: mi alma toda para que él compartiera siempre todas las cosas conmigo.
Mi hijo, desde aquel 15 de mayo, se convirtió en una de las razones fundamentales de mi existencia. No he vuelto a ser padre porque por circunstancias de la vida me divorcié muy pronto. Mi hijo tenía sólo dos años. Demasiado pequeño, pero quizás mejor así para que no tuviera recuerdos de nuestra vida en común. Me ha visto siempre como alguien que no vive con él y yo he puesto todo mi esfuerzo para que no tenga traumas de ningún tipo y lo he conseguido.
Al nacer prometí dejar más la Literatura y dedicarme más a mi hijo, sobre todo a raíz del divorcio para que no tuviera esos traumas de los que he hablado. Yo quería verlo todos los días y en las cláusulas del divorcio así está escrito: que tengo derecho a verlo siempre que quiera, no lo típico de cada dos semanas un fin de semana y dos días en semana dos horas por la tarde. Paso de eso. Mi hijo no ha sido nunca una oficina donde picar todos los días, sino una persona con la que he salido multitud de veces para educarlo y para hacerlo básicamente feliz.
Yo quería que él jugara mucho y pasara una infancia muy feliz. Recuerdo que salíamos casi todos los días e íbamos muchas veces a Toys”r”us para jugar con todos los juguetes que allí había y le hacía leer los libros que allí se vendían. De aquello le queda su tremenda afición a la lectura. Siempre tiene varios libros pendientes de lectura, de diferentes géneros. Siempre anda leyendo alguno, incluso ahora que está superocupado porque se está preparando las oposiciones a juez. Son unas oposiciones muy duras porque tardan cuatro años y se dividen en diversos apartados. El próximo 13 de marzo se examina del primer apartado y si lo supera pasa al siguiente. Va muy bien porque tiene sólo 25 años, aunque ya le restan pocos meses para cumplir los 26.
Él está licenciado en dos carreras: Derecho y Administración y Dirección de Empresas. Ha tardado 6 años en hacerlas y ha sacado excelentes notas. En eso nos parecemos porque yo también sacaba buenas notas cuando era estudiante. Él se ha ido pagando las carreras con el dinero que conseguía con las becas que le daban por sus excelentes notas. Ha tenido mucha voluntad y constancia.
Cuando pequeño íbamos mucho a jugar a los parques. Los visitamos todos. No teníamos predilección por ninguno. Quería que estuviera también en contacto con la naturaleza para que llevara una vida sana y aprendiera eso de su padre. Íbamos también mucho al cine, casi todas las semanas. De eso le ha quedado también una tremenda afición al cine y va casi todas las semanas. La última que ha visto es Spotlight, una película muy interesante candidata a varios óscars este año 2016.
Yo he querido siempre mucho a mi hijo y le he dado muchos besos y abrazos. Nunca me he cortado con él. Ahora de mayor es distinto porque ya no es aquel niño pequeño al que se le podían hacer toda clase de carantoñas. Ya es un hombre y nos vemos casi todas las semanas para almorzar y contarnos nuestras cosas, yo sobre todo lo relacionado con la escritura y publicación de mis libros. También hablamos todas las semanas por teléfono. Me gusta saber cómo le van las cosas, pero sin que él se sienta controlado. No quiero en ningún momento que nuestra relación esté basada en la posesión. Soy una persona muy obsesiva, pero con mi hijo tengo una relación muy sana. Con mi madre yo sí tenía ese problema porque ella era muy obsesiva conmigo. Sé que hago las cosas bien con mi hijo.
Cuando era pequeño recuerdo que le compraba muchos juguetes. A veces no podía pasar la manutención porque le compraba los juguetes que él me pedía. No quería que le faltaran sus cosas favoritas. Mi casa era “Juguetelandia” porque se había convertido en una casa de juegos donde él disfrutaba de lo lindo. Allí pintaba mucho. Yo creía que iba a estudiar Historia del Arte porque le gustaba mucho pintar, sobre todo cómic. Se le daba muy bien. Al final triunfó el espíritu pragmático de la madre y ahora no tiene ni un minuto libre para pintar y no sé si alguna vez recuperará la afición o se quedará en algo de la infancia y ya está.
Viajamos bastante en su momento. Fuimos a Madrid, Toledo, Ávila, Segovia, Chipiona, Ronda, Arcos de la Frontera y un montón de sitios más. Supongo que entre otras cosas por eso ahora le gusta mucho viajar y ha ido incluso varias veces al extranjero. Ha hecho dos veces el Camino de Santiago desde diversos puntos de partida. Ha sido muy precoz. Tiene un espíritu independiente. Se siente muy libre y me alegro de que no necesite de mí obsesivamente. Que tenga una relación normal conmigo.
Yo he tenido la paciencia de fotografiar toda su infancia para que tuviera recuerdo de ella. Tengo más de 40 álbumes de fotos de su vida cuando niño para que pueda recordar todas las cosas. También le llevé un archivo de todas las cosas que él hacía, entre ellas sus pinturas. Siempre le digo que cuando se case ése será uno de mis regalos de boda: su vida en fotos y el archivo histórico de sus primeros 11 años de vida.
Íbamos todas las semanas al teatro. A ello nos ayudaba mucho el ciclo El teatro y la escuela organizado por el Ayuntamiento de Sevilla. Siempre se llevaba algún muñeco, que era uno de nuestros “amigos”. Muchas veces se incorporaba a nosotros mi madre, que también se lo pasaba muy bien con nosotros. Tomábamos café, charlábamos, veíamos la obra , paseábamos y vivíamos una tarde estupenda. Me alegro de tener estos recuerdos de mi madre y mi hijo juntos. Fue duro el día que tuvo que ver a mi madre muerta. Recuerdo cómo la miraba fijamente en el tanatorio de Carrión de los Céspedes. Es una imagen triste que tengo de él, relativamente reciente porque mi madre no hace muchos años que murió.
Mi hijo también practicó siempre mucho deporte, cosa que ahora no puede por falta de tiempo. Nunca le llamó mucho la atención jugar al fútbol. Sí al baloncesto. Tenía su equipito e iba a jugar a Nervión y al colegio de La Salle de Felipe Benito. Quería que estuviera en forma y que se distrajera siempre, añadiendo los beneficios para su salud.
Practicó tiempo kárate y también aprendió a nadar. Yo lo acompañaba siempre para compartir todas sus cosas y que siempre sintiera que tenía un padre, aunque divorciado. Pero él nunca ha sentido lo del divorcio porque era muy pequeño y yo nunca he dejado de estar pendiente de él.
Mi hijo tiene novia desde hace ya más de 7 años. Empezó pronto pero le va muy bien la relación. Tiene los pensamientos y los sentimientos claros. Quiere casarse cuando llegue el momento y tener hijos. Yo espero haberle enseñado lo suficiente para ser un buen padre. Habré cometido errores, pero siempre he puesto la mejor de mis voluntades.
Cuando pequeño estábamos muy en contacto por teléfono. Lo llamaba todos los días y hablábamos el tiempo que él quería si a él le apetecía. No quería que hiciera nada obligado por mí para que no me sintiera como alguien agobiante y posesivo. A veces estaba enfadado y no quería hablar. Yo lo respetaba. No me costaba ningún trabajo respetarlo.
En vacaciones solíamos ir a Chipiona, a la playa. Tengo montones de fotos de él en la playa haciendo construcciones con la arena y jugando con los amigos que hacíamos. Siempre procuré        que se relacionara con los demás, no sólo conmigo mismo. Conocimos a muchos niños cuando salíamos juntos y él era muy feliz y yo lo veía crecer como a un niño sano y satisfecho de la vida.
Yo ahora lo llamo sólo una vez por semana para no quitarle tiempo de estudio y para no obligarlo a hablar porque no le gusta mucho el teléfono como le pasaba a mi padre. Se enfada mucho. A veces tiene un carácter un poco agrio. Siempre nos regalamos cosas por nuestros santos, cumpleaños, días de Reyes, etc… Es decir: nos tenemos en cuenta, no nos olvidamos el uno del otro.
 Espero que mi hijo siga creciendo y que le salgan todos sus proyectos lo mejor posible. Yo no he vuelto a casarme ni quiero volver a ser padre. No quiero volver a tener la experiencia de padre divorciado. Es demasiado amarga cuando se quiere a un hijo y no tengo vocación masoquista.
 Como una vez me dijo un profesor y famoso escritor espero que toda la fuerza de mi hijo de hoy se torne comprensión para mañana. En mi caso se ha cumplido. Espero que se cumpla también en mi hijo. Será señal de que la vida le ha enseñado bien y él es lo más feliz posible. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

6 comentarios:

CRAP Calatayud dijo...

Qué reflexión tan bonita, José. Gracias por compartirla

Anónimo dijo...

Como siempre José haces una descripción maravillosa de las relaciones humanas, en éste caso entre padre e hijo.Igual hiciste unos retratos muy emotivos de tus padres tiempo atrás, de los cuales tengo la suerte de tener copias para releer los a gusto.
Me parece estupendo que atesores fotos y dibujos de su infancia para regalarse las cuando se case, es una forma gráfica de demostrarle cómo lo has tenido en cuenta a lo largo de la vida. Se nota que lo quieres, sin llegar a agobiarlo, respetándole sus tiempos.Ojalá él sienta el mismo sano orgullo por todo lo que le has enseñado.Rosa

Anónimo dijo...

Estimada Calatayud: gracias por tu breve comentario. Eso pretendo yo siempre: compartir con mis lectores y amigos mis reflexiones y vivencias con total sinceridad. Gracias a ti por leerme y dar sentido a mis palabras escritas. José Cuadrado.

Anónimo dijo...

Querida Rosa: gracias como siempre por tu comentario tan acertado y cariñoso. Yo pretendo siempre comunicar mi corazón y sus vivencias, compartirlas con todos los que quieran estar conmigo como es tu caso, siempre tan fiel. Tengo delante de mí ahora que te contesto tu trabajo sobre las emociones. Muchas he tenido yo con mi hijo, sobre todo cuando era pequeño. Ahora él lleva más su vida independiente como es lógico y no estamos tan unidos como cuando era un niño, por mucho que yo lo siga llamando mi niño. Pero ahí están esas fotos y esos archivos que tengo preparados para dárselos cuando se case que dejan huella y memoria de tantas cosas compartidas a lo largo de toda su infancia, una infancia en la que él fue muy feliz y no sufrió ningún trauma por el divorcio. Gracias por conservar los trabajos sobre mis padres, con los que no fui todo lo cariñoso que debí ser,pero ya no tiene arreglo. Ahora sólo puedo dar memoria de ellos con todo mi corazón y escribirles y compartir con ellos todo lo bueno que supieron hacer conmigo. Yo no quiero nunca agobiar a mi hijo y por eso respeto esos tiempos y sé guardar las distancias de lo que es estrictamente su intimidad. Creo que estoy haciendo bien las cosas porque, entre otras cosas, antes de ser padre he sido hijo. No sé si él se sentirá orgulloso de mí. Tampoco me preocupa ya demasiado. He derramado muchas lágrimas por él desde que era pequeño y ya apenas me quedan fuerzas para llorar. Ayer lo hice un poco, pero hacía mucho tiempo que no lloraba. Es por la medicación y por los desengaños acumulados en la vida. Será que tiene que ser así. No lo sé. Pero sí sé que eres sincera y que siempre estás ahí, leyéndome y haciéndome comentarios que me animan a seguir adelante porque das sentido a mis palabras escritas y a las múltiples vivencia de mi fructífera existencia. De corazón, gracias. José Cuadrado.

Anónimo dijo...

José, escribes cosas tan bonitas en tus comentarios que merecerían ser parte de un articulo.Yo no sé lo que es tener un hijo, pero supongo que es una experiencia vital maravillosa aunque a veces nos arranque alguna lágrima.Respecto a que tal vez no fuiste tan demostrativo con tus padres creo que eso lo pensamos todos. Cuando los perdemos nos damos cuenta de lo mucho que los queríamos y la falta que nos hacen a veces.
Espero publiques pronto un nuevo artículo para deleite de todos tus seguidores.Rosa

Anónimo dijo...

Mi querida Rosa: gracias por tu generosidad con mis artículos y por los elogios que viertes sobre mis comentarios. En ellos pongo todo mi corazón, como hago en mis artículos. Tú también eres muy expresiva con tus comentarios y demuestras tener una gran sensibilidad que me encanta y me hace sentirme cerca de ti aunque apenas nos veamos. Creo que eres una excelente persona y me alegra poder considerarme, si no es mucho decir, amigo tuyo, al menos por todos estos contactos tan bonitos que tenemos. Ya he escrito un nuevo artículo, esta vez dedicado a un gato que tuve durante muchos años. No es como el gato del experimento de Jesús. Mi gato Renato llevó una vida muy feliz. Espero que te guste y yo sea digno de un nuevo comentario tuyo. Recibe un fuerte beso de tu amigo José Cuadrado.