Descartando las televisiones de pago, las vía satélite y la televisión por Internet, que será la opción del futuro, el abanico de posibilidades es enorme, lo raro es que nos pongamos de acuerdo en las entradas y salidas del colegio para hablar de un programa en concreto o una película en particular, y son las madres quien tienen los mandos a distancia durante toda la tarde, aunque sea el padre o un hijo quien le dé realmente al botón.
Las series españolas han crecido una brutalidad en los últimos tiempos, y la incorporación de actores de doblaje y actores nuevos de cualquier edad señala la cantidad de producción interior que se está realizando. Las novelas norteamericanas o británicas anteriormente han pasado a un segundo plano espectacularmente. Las series españolas sobre cualquier tema son claramente lo más visto y comentado en las reuniones al día siguiente, y la demanda de estas crece por encima de la producción. Sólo se salvan las telenovelas, e incluso es un modelo copiado por las televisiones autóctonas.
Realmente tenemos de todo, en franjas por edades de cualquier tipo de entretenimiento, distendido, educativo, cultural, y lo que más triunfa, las series de humor de situación, donde aparecen actores desconocidos pero con los que nos familiarizamos en dos o tres entregas, por sus muletillas poco disimuladas y forma de encarar situaciones esperpénticas, de las que se sale de las formas menos esperadas y en las que se les llama a las cosas por su propio nombre. A la gente les gusta, y acaban siguiendo su emisión relegando las horas de sueño.
También en las cadenas temáticas, tenemos 24 horas al día los temas de actualidad, en series interminables o retransmisiones deportivas diversas. La oferta es inmensa, y lo que está triunfando ahora son los cocineros. No existe cadena que no tenga a un experto en guisos, fritos y aderezos, con palabras mágicas como caramelizar, emplatar ... Son una legión de formados profesionales con renombre en su oficio y que han recorrido mundo y sabores en busca de fundir la cocina con los experimentos científicos que en el colegio y en el instituto los realizábamos bajo una supervisión policial. En un país como este, donde incluso un año es reconocido por “el año del hambre”, en vez de por su cifra numérica, los programas de cocina hacen furor.
Las cadenas deportivas ya no se dedican tan sólo al fútbol y los aficionados a los deportes de minorías las han acogido con mucha alegría. Tenemos deportes que antes sólo se podían seguir en las competiciones en nuestras localidades o en las cercanas y en las revistas especializadas.
También ha surgido unos espacios de dudosa procedencia y que también ocupan tardes y noches enteras, (en dichos programas he visto como le traían la merienda a los participantes) en los que se ocupan de las vidas propias y ajenas, de personas que destacan por su vida, simplemente eso, y en las que cuentan nimios detalles de sus relaciones con otras personas del mismo extracto social de los protagonistas de estos espacios que son la pornografía social de nuestros días.
La oferta de cine es amplísima, y en la hora y día menos esperado, programan una buena película que debemos dejar de ver por cumplir con nuestras obligaciones diarias, o por ver otro espacio televisivo en otra cadena, y son bastante buenas.
Las series extranjeras tienen tanto realismo que aunque su clasificación es de mayores de 13 años parece que sean para 18 y estas últimas son muy angustiantes para ciertos familiares. También se hacen reposiciones que fueron muy seguidas cuando sólo teníamos dos canales, y todo el mundo comentaba al día siguiente lo acontecido en ellas, y nos damos cuenta que inclusos los concursos han mejorado un buen trecho.
Por eso aunque la gente diga que la tele ahora está para que la escopeteen en realidad es que tienen una pobre visión de lo que es sentarte y disfrutar unas horas, en vez de sentarte y que te pongan lo que sea.
F.M.K.
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