Los pisos de salud mental están muy bien, son para personas con una enfermedad mental que han tenido un pasado catastrófico, como puede ser la muerte de un familiar o personas que no tengan apoyo de su familia e incluso personas a las que se le haya derrumbado su vivienda y están esperando una solución. Cuando entras te cambia la vida por completo: estás atendido, tanto en el tema de la medicación, que la prepara un monitor que va todos los días, como en la atención médica y ayudas de la Junta de Andalucía para que con una pensión mínima puedas vivir como u

En los pisos compartidos hay más libertad, le puedes poner un candado a tu puerta o meter a tu novia tranquilamente en la habitación, sin problema. Además tienes más independencia, cada uno va a lo suyo, cada persona prepara su comida y comparte las cosas de la casa de primera necesidad, como la misma cocina o el lavavajillas; la lejía o el jabón se compran entre todos de común acuerdo y se pagan entre todos; en fin, debes llevar una vida de una persona responsable si no quieres verte en la calle.
Los pisos con huéspedes son más fastidiosos, porque vives con el dueño y tienes que cumplir las normas. Te ponen un horario; no puedes llegar tarde; no te dejan entrar en la casa con amigos; te arreglan la habitación todos los días y si quieres te hacen de comer pagando algo más de dinero. Se ha dado el caso de amistades que vienen de vacaciones y no tienen domicilio; mucha gente ante estas situaciones las dejan dormir debajo de la cama sin que se entere el dueño.
Raúl Pittaluga García
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