lunes, 23 de marzo de 2015

PRIMER AMOR

Yo estaba entrando en la adolescencia y él tenía 4 años más por lo que ya  cursaba estudios secundarios, así que lo veía como a un adulto. Éramos  vecinos. En mi casa siempre había bullicio porque con mis 3 hermanos  solíamos discutir o reír a menudo. Él,  hijo único, mimado, solía venir a casa a buscar a mi hermano varón o compartir un juego de brisca con la familia. A veces lo escuchaba tocar el piano y cantar, practicando lecciones de solfeo, pues  integraba un coro juvenil. Otras veces me hacía reír con sus dotes actorales, como cuando personificaba a Miguel Strogoff, que pese a recibir l00 disparos era capaz de cumplir su misión y entregar el correo al zar.  Se especializaba en imitar personajes de libros de aventuras o películas de acción. Esa era su mayor virtud: la facilidad con que me arrancaba una sonrisa. Lo admiraba  por su innata simpatía, con la cual era imposible permanecer impasible  o estar triste.Durante un par de años se repitieron sus visitas a casa, pero un día se mudó de barrio y así se cortó el contacto con mi primer amor platónico. Recuerdo un día en que estábamos en la escalera y  él  me dio un beso en la mejilla que me hizo ruborizar.
Pasó muchísimo tiempo sin vernos, pero un encargo de mi hermano propició el reencuentro. Estaba igual, como si el tiempo se hubiera congelado: la misma carita delgada, los ademanes nerviosos de sus manos y su alegría permanente. Nos contamos las historias vividas en una década  desde que nos  separamos y él confesó que yo le gustaba cuando jugábamos  a las cartas, Fue el mejor piropo que recibí en mi vida, porque él también me gustaba, pero por timidez lo guardé en silencio.
Después las circunstancias nos volvieron a separar,  pero el sabor dulce de su recuerdo me acompaña hasta el día de hoy.


Rosa 

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