
martes, 11 de octubre de 2016
SOLEDAD

Hasta aquí todo comprensible
¿Pero qué pasa cuando la soledad no es escogida sino obligada? Ahí entran otros
factores en juego. Ya no se trata de decidir despegarte por unos momentos del
mundo que te rodea. En este caso el mundo te ha excluido. No eres apto para
vivir en sociedad. Tenga la edad que tengas. Seas como sea. Tú no entraras en
los planes de un mundo que se mueve por relaciones de amistad, de familia, de
personas que se necesitan unas a otras. Tienes una tía que hace años que no
ves. Un primo que está en la misma situación que tú pero que vive en Burgos.
Puedes tener una discapacidad física que hace que la gente no se acerque a ti
por miedo. Puedes tener también, una enfermedad mental, que te impida
relacionarte con normalidad con las personas. Esto es más común de lo que
parece. Lo extraño rechaza. Lo diferente no se considera igual que lo normal.
Las medicaciones crean auténticos zombis que poco tiene que decir. Las
consecuencias negativas de la enfermedad son la dejadez y la falta de higiene.
Son muchos los factores que entran en juego. Si vas en una silla de ruedas eres
un obstáculo para los demás. “Pobrecito”, pero no tengo la sensibilidad de
pararme y preguntarle si necesita algo, si quiere un café o si le van bien las
cosas.
Pedro.
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2 comentarios:
Qué cierto tu escrito. Muchos nos solemos sentir solos, muchas veces, pero aún así nos cuesta ver la soledad de los demás y hacer algo por romperla...
Totalmente de acuerdo contigo. La soledad que sufren los enfermos psíquicos y físicos es injusta aunque podemos decir que vamos mejorando un poco con el tiempo. A menudo es la falta de información.
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