martes, 10 de diciembre de 2013

CRITICA DE CINE "BLUE JASMINE"

Se trata de la última película de Woody Allen, lo cual es siempre un acontecimiento. Es, pues, una producción de Estados Unidos del año 2013 en la que intervienen entre otros actores Cate Blanchett, Alec Baldwin, Sally Hawkins y Michael Stuhlbarg. El reparto de las películas de Allen suele ser extenso porque son muchos los actores que quieren participar en sus cintas por el prestigio que ello supone, más de cara a Europa que de Estados Unidos. En Estados Unidos las críticas han sido generalmente malas, pero en Europa han sido buenas, incluso demasiado buenas, como por ejemplo El Diario de Sevilla que le concede cinco estrellas, es decir, obra maestra, cuando la película dista mucho de la obra maestra.
 El caso es que a los casi 80 años Allen nos da otra muestra de magisterio prolongado con un película con momentos de gran cine y reminiscencias literarias de Jane Austen. La protagonista absoluta es Cate Blanchett y el tema es la crisis galopante que nos asola, que azota a todo el mundo occidental, incluidos los Estados Unidos, donde Obama está incumpliendo gran parte de su programa electoral como la sanidad gratuita para todos.
 Si consideramos que son coetáneos de Allen Coppola y Scorsese hay que decir que Allen es el único que ha mantenido su ingenio intacto. La última película en la que Coppola demostró su talento es Cotton Club, una película sobre los clubes de jazz nocturnos, donde Richard Gere está espléndido. Si no le dieron el óscar por esta película ya no se lo darán por ninguna. Si acaso le darán un óscar honorífico para compensar. Después de esta cinta Coppola ha mostrado ramalazos de genio en Tucker de 1988, sobre un visionario de los automóviles; también en Drácula de 1992, una particular visión del mito del Conde Drácula; y en The rainmaker de 1997; en los últimos 15 años ha realizado sólo tres películas de ningún interés. Y respecto a Scorsese su última película de genio de verdad es Casino del año 1995. Los tres directores grandes de Estados Unidos realizaron sus obras maestras en los años 70: Coppola El Padrino en 1972, Scorsese Taxi Driver en 1976 y Allen Annie Hall en 1977. Después Allen haría Manhattan, con lo que completaría su pareja de obras maestras. 
Después ha hecho numerosas películas, alguna de menor interés porque en 1983 se prometió a sí mismo hacer una película cada año y lo ha cumplido. Es como yo que me prometí publicar un libro cada año desde 2006 y lo estoy cumpliendo, salvando las distancias entre un genio del cine consagrado mundialmente y un humilde juntador de palabras como yo que no soy conocido por el gran público. Entre las películas que ha hecho Allen podemos destacar por ejemplo Broadway Danny Rose, Ana y sus hermanas, Match Point, Alice, Todos dice I love you, Zelig o Midnight in Paris.
 Dentro de este grupo de películas podemos incluir a Blue Jasmine. El título tiene una fácil explicación: cuando se conocieron Jasmine y su marido Hal sonaba la canción Blue Moon. Pues Allen coge la palabra blue, azul, y lo antepone a Jasmine y ya está el título.
 Jasmine es una mujer de fuerte carácter que está desesperada porque todas sus cuentas están en números rojos. Ha sido una mujer rica y glamourosa de la alta sociedad neoyorquina y ahora se encuentra sin casa y sin dinero y tiene que recurrir a su hermana Ginger que vive en San Francisco para que la deje vivir en el pequeño apartamento que tiene donde vive con su novio. 
Allí vivirá sus momentos más críticos y se hartará de antidepresivos y copas de alcohol añorando sus años de lujo en Manhattan. Allí era conocida en los mejores ambientes gracias a la riqueza acumulada por su marido gracias a estafas y engaños varios, algo propio de los tiempos de crisis, donde crecen los desvergonzados como Bárcenas o Urdangarín aprovechando la pobreza de la gente y su necesidad de dinero. Es fácil engañar a esa gente, como hace Hal con el marido de Ginger: le pide los 200.000 dólares que le han tocado en los cupones para invertirlos en un negocio que le rentará el 20%.
 Al final pierde todo el dinero y destruye el matrimonio y Ginger encuentra un nuevo novio, después lo deja para mantener una relación meramente sexual con un hombre (tema típicamente de Allen: el sexo. Tema típico también lo de los antidepresivos y ansiolíticos y en general los psicotropos. Son muchos los chistes que han salido de su genial pluma en todos estos años). Después Ginger volverá con su antiguo novio, con los que tendrá que vivir Jasmine.
 Estamos en los dos extremos de la riqueza: su presencia absoluta y su ausencia, es decir, la lucha de clases, tema propio de las novelas de Jane Austen, una autora que murió joven pero que dejó escritas seis de las más grandes novelas de la narrativa inglesa. La diferencia de clases. Jasmine ha probado los dos extremos: la riqueza y la miseria, el proletariado o lumpen de la sociedad. 
Ha tenido incluso que ponerse a trabajar de recepcionista y telefonista en una consulta de dentista, donde está hasta que el dentista intenta abusar de ella. Y el final de la película es de lo más dramático. La película tiene muy poco de comedia, que es donde más está el mejor Allen, y sí mucho de drama. El final es una Jasmine sentada en el banco de un parque sola y hablando en voz alta, ahuyentado a todo el que se acerca a ella, balbuceando, probablemente por el exceso de antidepresivos mezclados con alcohol. El ciclo del drama se ha cerrado.
 Lo mejor de la película es sin duda las interpretaciones de Jasmine y Ginger, las dos hermanas, es decir Cate Blanchett y Sally Hawkins. Parece mentira que se pueda alcanzar tanta naturalidad delante de una cámara. Las escenas son como pequeñas obritas de teatro según la planificación de Allen, pequeños entremeses. La historia está contada en presente en parte y con flash backs. El presente relata los momentos malos de Jasmine y  los flash backs relatan los momentos buenos en Manhattan. Muy bien todo, sin confusión posible.
 La cinta dura 98 minutos, la duración habitual de las cintas de Allen que no suele hacer las películas largas. Las tiene incluso muy cortas como Zelig, que rondará los 80 minutos, casi cerca del mediometraje. No está recomendada para menores de 12 años, lo cual me parece bien. Y no tiene ningún efecto especial. Basta con la historia que se cuenta y con el trabajo de los actores, que están todos muy bien porque Woody Allen es un excelente director de actores.
 Allen cuida mucho los aspectos técnicos de sus películas, especialmente la fotografía y la música. En la fotografía saca un partido tremendo del director que es un español, vasco para más señas, que es Xavier Aguirresarobe, a quien probablemente conoció durante su estancia en España para el rodaje de Vicky, Cristina, Barcelona, que le reportó a Penélope Cruz su único óscar hasta el momento a la mejor actriz secundaria. Respecto a la música está llena de jazz y blues. Recordemos que Allen toca todos los lunes con su banda de jazz en un club de Manhattan para un público entusiasta. Precisamente la noche en que le dieron el óscar por Annie Hall prefirió quedarse tocando el clarinete con su banda a asistir a las galas de los óscars, cuando sabía que era uno de los favoritos para conseguirlo.
En definitiva estamos ante una película muy buena que se merece las cuatro estrellas, pero no las cinco del Diario de Sevilla porque le falta mucho para ser una obra maestra. No hace falta correr para verla porque seguramente se llevará varias semanas en cartelera como es habitual con sus películas y por ese crédito que hemos mencionado tiene en Europa y particularmente en España. Todas sus películas son un éxito de público. El día que fui a verla había bastante público y eso que eran las cuatro de la tarde. Si van a ver la película recuerden que no se van a encontrar al Allen comediante, sino al Allen  dramaturgo y a una espléndida Cate Blanchett. Disfrútenla y ya saben: salud y suerte.

Calificación:


José Cuadrado Morales

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