lunes, 5 de septiembre de 2011

EL HÉROE MODERNO

En un partido de fútbol son once contra once, pero hay un héroe solitario que es el árbitro, un tipo ya no vestido de negro para no dar la sensación de tantísima seriedad como ocurría antes. En derbis como el Barcelona - Madrid todos se meten con él, haciéndolo víctima de toda clase de improperios, como si el árbitro no fuera humano y su silbato fuera la manifestación de un poder absoluto, cuando sólo es una parte más del espectáculo.
En torno al árbitro debe existir mayor responsabilidad por el bien del propio fútbol que bastante cargado está con las amenazas de huelga de la AFE y la difícil compatibilidad de ésta con la LFP. El fútbol está superando todos los límites del respeto y cordialidad y cada vez es más un campo de batalla donde todos se insultan sin consideración ninguna hacia el verdadero espectáculo que debe transmitir las sensaciones de deporte sano, deporte limpio, deporte exento de toda manifestación de violencia física y verbal.
Las tanganas cada vez abundan más y los derbis antes mencionados cada vez son más una guerra que un verdadero partido de fútbol. Mourinho lanza su perorata particular con esa seriedad fría que le caracteriza y Guardiola entra al trapo de todo cuanto le lanza el portugués. Nadie calla, nadie pone un poco de mesura. Jugadores que se tienen que ver en la selección se pelean cuando defienden los colores de sus respectivos equipos sin límite ninguno. Y en medio de todos el árbitro, el héroe moderno que a cambio de un puñado de dólares aguanta la violencia por todas las partes. Sea quien sea antes del partido ya ha sido atacado por todo el mundo como si en sus manos estuviera el destino del planeta y no simplemente un partido de fútbol. Las madres están en la boca de todos los aficionados relacionandolas con el mundo de las meretrices. Le lanzan toda clase de objetos. Cualquier día algún estúpido le lanzará una navaja o le disparará desde la grada como si estuviéramos en el salvaje Oeste y no en un simple campo de juego.
Ulises, el héroe moderno, el árbitro vestido de amarillo, aguanta también sanciones del propio órgano de los trencillas.Si se equivocan son presa de las críticas de todos y de sanciones de la asociación de árbitros que a veces le sancionan con un mes o dos meses sin pitar. Son los únicos que no pueden equivocarse en el partido.Son el centro de las miradas de todo el mundo.Son el Ulises metido en el Caballo de Troya para pasar desapercibido. Son la indefensión personificada. Son el Conan el Bárbaro que alimenta su rencor hacia una profesión que no tiene límites para el dolor o la venganza. Después de cada partido los periodistas preguntan a los entrenadores por los árbitros, deseando crear polémica para llenar de titulares amarillistas las portadas de los periódicos sin lamentar nada de los que dicen después. Y los califican con estrellitas o puntos o cualquier otra cosa como si estuvieran examinándose de algo. Nadie tiene piedad con los árbitros. Son víctima permanente de todos los que componen el complejo mundillo del fútbol. Son el héroe moderno, capaz de resistir todo sin armadura ninguna y sin más arma que un simple silbato.
Turienzo Álvarez, Pérez Lasa, todo el mundo conoce el nombre de los árbitros que van a pitar a su equipo en el partido del domingo. La afición está preparada para hacer de Neptuno devorando a su hijo. Goya en el fútbol. La pintura negra más negra del genio de Burdeos escenificada cualquier sábado en un terreno de juego que es más bien un campo de batalla. El héroe moderno debe ser como Goya, sordo, para mantener intacta su salud mental y su paciencia. Sordo ante toda clase de insultos. Sordo durante el partido y antes y después del mismo para no escuchar todo lo que se dice de él.
A veces el propio jefe de los árbitros se mete con ellos en el colmo del improperio. En lugar de defenderlos los ataca sin miramiento ninguno sin darse cuenta de que está encendiendo aún más el ya de por sí caliente mundillo arbitral. Yo defiendo a los árbitros, me encantan los héroes modernos a lo John Wayne. John Ford podría hacer una gran película a cuenta de lo árbitros, defensor como era de los perdedores. Citemos por ejemplo a Humphrey Bogart, solidario con las causas perdidas. Ya tenemos a todos los protagonistas de un western moderno: sólo ante el peligro con Gary Cooper de protagonista. O Raíces profundas con un Alan Ladd enfrentado a medio mundo para defender a la mujer de la que se está enamorando. El cine clásico tiene a su héroe solitario, a su Sam Spade dispuesto a desentrañar todos los misterios de cada nuevo caso. Dashiell Hammet podría escribir una novela dedicada a los árbitros como defensores de las causas perdidas porque perdida es la causa de que los árbitros pasen desapercibidos en un partido de fútbol.
El mundo del fútbol cada vez está más loco. Traspasos supermillonarios avergüenzan a propios y extraños, mientras que los árbitros cobran una miseria en comparación con lo que cobran las grandes estrellas de la mal llamada Liga de las Estrellas. Lo árbitros han de tener una paciencia infinita para soportarlo todo. Son los que van a morir en el Circo romano para mayor gloria del Emperador. Podrían decir aquello de “los que van a morir te saludan”. Y no hablemos de los campos de Tercera o Regional, donde no hay defensa ninguna de vallas o fosos para los árbitros. Se juegan la vida por un puñado de euros. No merece la pena. O la vocación es muy grande o grande es el masoquismo de estos señores. No lo sé. No estoy en la mente de los árbitros. Pero sí me suscitan mucha lástima estos personajes heroicos con todo perdido de antemano. Vivan los perdedores. Vivan los héroes modernos. Nadie tiene quien los defienda. Viva la soledad. Viva la libertad de los árbitros para escapar como deseen de todas las tanganas que se forman en los campos de fútbol. Vivan los que saben perder con dignidad. Vivan, en una palabra, los árbitros.


José Cuadrado Morales

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