Hemos llegado a la orilla de
otro lunes, que me ha rescatado de otro fin de semana. Francamente
estoy empezando a cansarme de los fines de semana.
El sábado no fue mal. Lo
dediqué básicamente a las tareas domésticas, sobre todo a la
colada. Tenía mucha ropa acumulada. Vi una película en la tele: Un
lugar donde refugiarse, pasable, aunque bien interpretada. Me acosté
pronto y el domingo me levanté también pronto.
Y el domingo empezó bien:
escribí bastante de mi nueva novela. Hice el resto de tareas
domésticas. Pero al llegar el mediodía me entró la modorra que me
suele entrar y me acurruqué en mi sillón azul y de ahí sólo me
sacó el empate del Sevilla con el Getafe a 1. No vi la final del
Campeonato de Europa de Balonmano entre España y Suecia. Me acosté.
Dormí fatal. Me he levantado a las 3. A las 4 ya estaba yo en la
calle enviando whatsApps, habiendo leído previamente en casa todo lo
que había escrito el fin de semana. Y ya estoy un día más en la
Ura, afortunadamente un lunes más.
Esta mañana, esta madrugada
mejor dicho, he estado pensando en mi libro. Y en general he estado
pensando en los libros, en los libros en general y en los libros que
me han marcado en la vida y han condicionado mi vocación de
escritor.
El primer libro que recuerdo
que me marcó considerablemente es Papillón de Henri Charriere. Es
un libro autobiográfico pero contado como un libro de aventuras. La
vida del autor del libro, de todos sus padecimientos por un crimen
que no cometió en sitios como la Isla del Diablo, en cárceles
inmundas, en sitios terribles, con personajes también igualmente
terribles. Se hizo una versión cinematográfica en la que Papillón
era interpretado por Steve McQueen y como compañero de padecimientos
Dustin Hoffman.
Siempre me ha encantado cómo
se puede contar la propia vida tan dura como una novela de aventuras.
Hasta las cosas más horripilantes. Con un estilo ágil que te atrapa
desde la primera página y es un libro bastante voluminoso.
Lo tomé prestado de la
biblioteca del colegio de curas donde estudiaba. Años después un
buen amigo me regalaría un ejemplar para mí. Y lo he leído
numerosas veces porque nunca aburre. Aprendí que los libros tienen
que ser amenos, entretenidos, divertidos incluso aunque sean
trágicos, ágiles.
Después me marcó mucho otro
libro titulado Narciso de Germán Sánchez Espeso, con el que el
autor consiguió el Premio Nadal. Después publicaría La reliquia y
prácticamente nunca más se supo de él.
Narciso es un libro
apasionante, donde se utilizan elementos de la novela contemporánea
como el contrapunto o el monólogo interior libre. No hay diálogos.
Es difícil de comprender. Es denso. Pero es a la vez entretenido
como Papillón. Aprendí mucho de él. En mi nueva novela estoy
utilizando técnicas aprendidas de él. El libro es de los años 80.
Muy recomendable.
Después está Ulises de James
Joyce, una obra monumental que tengo en dos volúmenes, lo que da
idea de la magnitud de la obra. Otro libro que utiliza técnicas de
la novela contemporánea como el monólogo interior libre y muchos
más. Es la vida de un día de Leopold Bloom. 24 horas contadas con
toda minuciosidad, con toda clase de detalles, con descripciones
impresionantes. Destaca el monólogo interior libre sobre todas las
cosas.
Como cosa anecdótica diré
que mi primer trabajo como periodista fue entrevistar a un escritor
para que me hablara sobre la obra Ulises. El destino tiene estas
cosas tan curiosas.
Ulises me marcó mucho y me
enseñó a explorar siempre nuevas posibilidades narrativas.
Pero en poesía también me
han marcado los libros de otros autores como Vicente Aleixandre, Juan
Ramón Jiménez, los poetas románticos alemanes, etc… De
Aleixandre destaco su profundidad, su enorme capacidad para analizar
los sentimientos humanos.
De Jiménez destaco su deseo
de evolucionar siempre, de ir mejorando progresivamente su poesía,
depurándola. Estaba obsesionado con la poesía pura, la poesía
desnuda, suya para siempre. Él decía que la inteligencia le diera
el nombre exacto de las cosas. Y a esa inteligencia apelaba para que
le iluminase al escribir. Y así salió una obra extensa, inmensa,
que mereció el Premio Nobel de Literatura en 1956, dos días antes
de la muerte de su querida esposa Zenobia Camprubí, experta en la
obra de otro Nobel de Literatura, Rabrindanath Tagore.
Jiménez pasó de la poesía
modernista, recargada, a la poesía depurada, esencial, en una
trayectoria de muchos años. Y Jiménez nos dejó un monumento a la
prosa poética como Platero y yo, una obra dividida en numerosos
capítulos que escribió en muy poco tiempo pero que ha trascendido
considerablemente y que hace poco cumplió sus 100 años de vida.
De Antonio Machado destaco
Campos de Castilla, un libro bellísimo que describe esa Castilla que
él conoció cuando se marchó a Soria para ocupar su cátedra de
francés. La obra de Antonio Machado no es muy larga. La de su
hermano Manuel Machado es mucho más extensa pero no ha tenido tanta
repercusión y es muy buena también.
Todos los libros me han
enseñado algo. A veces hasta el más malo me ha enseñado un
poquito. Pasa como con las películas: hasta la más mala me deja un
buen recuerdo y me voy satisfecho: un plano, una interpretación, una
frase, etc…
Me gusta la literatura de
terror, por ejemplo Edgar Allan Poe. Tengo la obra completa de Óscar
Wilde, impresionante. Me la regalaron por mi boda con la dedicatoria
“Que lo vuestro sea de todos”.
Me gusta mucho La conjura de
los necios de O´Toole, un autor que se desesperó tanto porque no le
publicaba ninguna editorial su obra que acabó suicidándose. Su
madre siguió insistiendo y consiguió que la publicaran y obtuvo a
título póstumo el prestigioso Premio Pulitzer. Lo que es la vida. Y
es que con la Literatura pasa mucho como con la pintura: que muchos
autores son conocidos después de muertos y los beneficios se los
llevan sus herederos. En la pintura recordamos por ejemplo a Van
Gogh, que creo sólo vendió un cuadro en su vida y ahora se pagan
millones de euros por cualquier de sus cuadros. Era el loco del pelo
rubio.
Me gusta también la novela de
aventuras. Tengo una extensa colección de libros de aventuras, desde
los clásicos de Emilio Salgari hasta otros poco conocidos. Muchos de
estos libros han sido llevados al cine. Existe una estrecha relación
entre la Literatura y
el Cine, que quizás analice en otro artículo. Hay numerosas
películas que son adaptaciones de obras literarias, a veces un
simple poema. Otras están basadas en novelas, lo más normal, o en
obras de teatro. Siempre se distingue en los Óscars o en los Goyas
las categorías de guión original y guión adaptado. No es tan fácil
adaptar algo literario al cine porque son géneros muy diferentes.
Siempre me gustó desde el
Instituto mucho El Lazarillo de Tormes, novela picaresca, de lo mejor
de la literatura picaresca española. Una obra entrenida al máximo,
muy divertida y ejemplarizante. Se suele publicar con la segunda
parte. El Lazarillo de Tormes es de autor desconocido.
Hay muchos libros que me han
marcado por razones diferentes. A veces por una dedicatoria que me
han puesto, por la historia que cuenta, por el estilo con que está
escrito, etc…
Quiero destacar aquí la obra
literaria en general de Camilo José Cela, que me la he leído
íntegramente. Me encanta La familia de Pascual Duarte, que inauguró
el género del tremendismo. Luego he leído muchas más hasta la
última que publicó que fue Madera de boj. Cela fue Premio Nobel de
Literatura en 1989.
De otro Premio Nobel de
Literatura español es una obra que me encanta: Los intereses
creados. Aquí estamos hablando de teatro. Una obra original,
brillante, con los personajes de la comedia del arte italiana, con un
poema bellísimo que me aprendí de memoria hace muchos años y del
que todavía recuerdo algunas partes.
Neruda también ha dejado
huella en mí, sobre todo sus Veinte poemas de amor y una canción
desesperada. De este libro memoricé varios poemas y todavía
recuerdo fragmentos. Se los recitaba a los compañeros de trabajo
cuando trabajaba en Estadística. Neruda tiene también una obra
amplia y consiguió el Nobel de Literatura.
Y hay más libros y autores
que me han marcado, pero sería muy extensa la lista. Aquí he dejado
los más significativos que sigo releyendo con frecuencia, aunque
ahora dedico más tiempo a escribir mis propios libros que a leer los
ajenos como decía Cela: al principio los escritores tienen que leer
mucho pero después deben dedicarse a escribir. Y él mucho que lo
hizo, con la comprensión de las dos esposas que tuvo.
Dejo constancia aquí pues de
la importancia de los libros, de la Literatura en general y de la
importancia de su vinculación con otras artes como el cine como
hemos dicho y también con la música porque hay, por ejemplo,
numerosas óperas que están basadas en obras literarias como por
ejemplo, por citar una sola, La dama de las camelias.
Destaquemos la importancia de
la Literatura y la dificultad que entraña escribir un libro.
Valoremos el trabajo de los escritores y su dedicación para hacernos
la vida mucho más agradable. Salud y suerte.
José Cuadrado Morales