No sé, pero este artículo podría ser una ampliación
o una aclaración del artículo precedente titulado “55 años”. Estaba yo
repasando un archivo de carátulas de películas y me encontré con la de la cinta
de William Wyler “Los mejores años de nuestra vida”, ganadora de varios premios
óscar, y me dije que podría escribir , a imitación del título, un artículo
titulado “Los peores días de mi vida” por esta crisis transitoria que estoy
viviendo. De alguna manera el cine siempre está presente en mi vida.
Mi médica de cabecera me dice que cuando me sienta
mal mire siempre hacia atrás que seguramente descubriré momentos en los que he
estado peor y así hallaré consuelo. Lo hago como ella dice y es cierto,
funciona. Lo que ocurre ahora es que la crisis que estoy viviendo se está
prolongando más de la cuenta y es peor que otras que he vivido. Me está
castigando más y con más furia.
Estoy viviendo momentos de angustia intensa,
atravesando una fuerte carga de ansiedad y muy afectado por mi trastorno
obsesivo compulsivo que me machaca hasta límites insospechados. Esto me afecta
incluso para escribir mi novela Monólogo en clave neurótica. Mi psiquiatra me
ha aumentado la medicación y, a pesar de los efectos secundarios, me siento
mejor. Estoy más relajado y duermo un poco mejor. Necesito descansar para no
estar después todo el día como un zombi.
A mis hermanas les digo que estoy mejor. Ya sé que
es una mentira, pero creo que es una mentira necesaria porque no quiero hacer
sufrir a nadie. Ellas tienen sus propias enfermedades y no quiero ser una carga
para nadie.
Encuentro en estos artículos que escribo en
internet un diario compartido con los amigos lectores. Ellos me leen y me
entienden y compartimos las mismas inquietudes y esperanzas.
No puedo llorar por la medicación, pero desde que
me han modificado el tratamiento (mínimamente) tampoco tengo tantas ganas de
llorar. En ese sentido me siento mejor.
A veces, cuando no puedo romper a llorar, se me
queda la angustia dentro y lo paso francamente mal. Es un peso tremendo que
anida dentro de mí y que muchas veces no puedo sino aguantar y no queda otra
cosa.
Me refugio en el rezo, la meditación y la
relajación. En las oraciones hallo una paz inmensa, así como en las otras dos
cosas. Y no necesito mucho tiempo.
También camino y así me relajo, además de que me
sirve para activar la circulación sanguínea y para adelgazar, que me viene muy
bien.
Recuerdo los consejos de los psicólogos de la
Ura. He tenido cuatro psicólogos hasta el
momento aquí. Del primero recuerdo la frase “no repases tanto”, para ayudarme a
superar mi trastorno obsesivo compulsivo. Del segundo recuerdo la frase “repasa
más deprisa”, que es la que estoy poniendo en práctica más últimamente y me
está yendo bien. Del tercero recuerdo la frase “ama tu T.O.C.”, cosa que
intento y cuando lo consigo me va mejor. Y de la última psicóloga recuerdo la
frase “quédate en la cama despierto”. Me lo dice cuando no puedo dormir y en
lugar de levantarme a las tres de la madrugada que me quede en la cama descansando
aunque esté despierto. De vez en cuando lo consigo y me quedo en la cama,
aunque sea un rato. Ahora, con la modificación de la medicación que me han
hecho, duermo un poco mejor.
Los consejos de los psicólogos me sirven entre
otras cosas para ver el lado positivo de lo negativo. Por ejemplo: la ansiedad
es buena a veces y nos sirve para activarnos y trabajar, y también para estar
alerta ante los peligros. El caso es que de todos los psicólogos aprendo algo y
de los libros de autoayuda que he leído a lo largo de mi vida.
Y recuerdo los consejos de otros psicólogos y
psiquiatras. Un psiquiatra me dio un brillante consejo: “Evita que surjan
nuevas obsesiones”. Han ido en incremento desde que me lo dijo, pero por mi
dificultad para hacer frente a las obsesiones, pero otras veces consigo evitar
una nueva obsesión y es un triunfo para mí y me siento muy feliz. El mundo de
las obsesiones es complejo. La mente probablemente sea la compleja y tiene
muchas trampas en las que caemos con tremenda ingenuidad.
Poco a poco voy saliendo del bache. Hoy me siento
bastante tranquilo. No he dormido mucho y tengo un poco de somnolencia, pero
tengo la mente fresca para escribir un nuevo artículo para la
Ura. Y tengo muchas ganas de hacerlo.
Como me dijo una vez una amiga “yo soy más fuerte
de lo que creo”. Y eso es cierto. Somos más fuertes de lo que creemos y no
podemos dejarnos vencer por esas trampas de la mente. Debemos aprovechar al
máximo esa fuerza interior que nos motiva y nos ayuda a vivir y a salir
adelante.
Yo, gracias a esa fuerza, he salido de muy malas
situaciones y me siento orgulloso de ello. Y ahora soy más fuerte para vencer
la soledad y todas las cosas negativas que ésta conlleva.
Pienso que mis artículos pueden servir para otros
enfermos, aunque no me guste mucho la palabra enfermos. Sufrimos trastornos y
demás, pero vivimos como el resto de las personas, con nuestros altos y
nuestros bajos.
Yo siempre saco un resumen positivo de mis malas
experiencias. Siempre intento quedarme con lo bueno de lo malo. Y me sirve.
Tiro hacia delante con toda la fuerza que Dios me da y yo mismo me proporciono
a mí mismo.
Cuando salga de esta crisis existencial seré más
fuerte todavía. Aquello de que lo que no mata engorda y te hace más fuerte es
cierto. Yo voy a seguir sacando las consecuencias positivas de mis crisis y no
me voy a dejar destruir por mí mismo.
Y sé que terminaré mi novela. Con tranquilidad
porque es la primera y estoy acostumbrado a escribir poesía. Y conseguiré que
me la publique una editorial sin tener que poner yo dinero o una pequeña parte a lo sumo.
Y acompañado por mí mismo no me sentiré tan solo.
Tengo energía suficiente para seguir adelante siempre y no puedo dejarme vencer
por mis debilidades y mis momentos de flaqueza.
Y siempre alejado del victimismo. Yo cuento las
cosas tal como las vivo, pero no les doy un sentido de tragedia, sino de
realidad. Vivo una serie cosas y las cuento sin más para compartirlo con los
otros y vaciarme yo un poquito de combustible negativo.
Y así voy viviendo. Y quiero que mi vida sea más
rica, quiero darle más sustancia para no sentirme nunca vacío. No quiero dejar
de escribir nunca porque esto es lo que más sentido da a mi vida. Espero que
este artículo os guste y valoréis el alto nivel de sinceridad que he puesto en
él. Salud y suerte.
José Cuadrado
Morales