miércoles, 30 de mayo de 2018

VII OLIMPIADAS UNIDOS POR EL DEPORTE Y LA SALUD MENTAL.

Un año más hemos tenido el gusto de participar en las olimpiadas "Unidos por el deporte y la salud mental", ha sido un día magnífico, en el que además de ganar el primer premio en la competición de petanca, hemos disfrutado de todas y cada una de las modalidades deportivas. 

DIVERSIÓN, BUEN AMBIENTE, AMISTAD, RELACIÓN, SUPERACIÓN, ALEGRÍA, COMPAÑERÍSMO, DEPORTIVIDAD.......



DÍA A DÍA

En 1982 el realizados Ted Kotchef dirigió la película Acorralado, titulada en el original First Blood y basada en la novela del mismo nombre. La película dio a conocer al personaje John Rambo interpretado por Sylvester Stallone. Había otros actores importantes en la cinta como Brian Dennehy y Richard Crenna, que interpretaba al Coronel Truman.
La película tuvo una excelente acogida y permaneció en los cines Avenida más de un año, cosa hoy impensable para cualquier película por mucha publicidad que se le dé. La cinta estaba francamente bien. A mí me gustó bastante. Era un película de acción bien construida y con la duración exacta que debía de tener.
Después de Acorralado vendrían Rambo II y Rambo III. Muchos años después vendría la precuela John Rambo, todas interpretadas por Sylvester Stallone.
Viene todo esto a cuento de que Rambo está traumatizado por la Guerra del Vietnam. Tiene frecuentes pesadillas relacionadas con la guerra. Y le cuesta trabajo adaptarse a la sociedad después de tanto tiempo en la selva. Creo que es en la segunda parte cuando el Coronel Truman le pregunta: “¿Cómo vivirás John?” y Rambo contesta: “Día a día”. Siempre me llamó la atención esa respuesta escueta y tan cierta. Día a día. No cabe mayor lección en tres escuetas palabras.
Yo desde entonces he intentado aplicarme el cuento de la frase y vivir día a día. Creo que es la mejor manera de hacerlo como enfermo mental. Con los problemas que se tiene con la mal llamada enfermedad mental lo mejor es vivir siguiendo las 24 horas del día porque nunca sabes cómo te vas a encontrar, qué te va a pasar.
Esta noche por ejemplo me he sentido muy mal con la ansiedad y me levantado a las 0.30. He hecho unas cuantas cosas y me he ido a la calle, a andar, a pensar, a rumiar un poco en mi enfermedad. He ido al cajero automático a sacar dinero que tenía que ingresar por la mañana para hacer frente a unos pagos. Cuando ha llegado la hora he ido a desayunar y he leído la prensa deportiva. Me he ido relajando poco a poco y a eso me ha ayudado tomarme un alprazolam de 1 mg.. Rara vez me tomo una pastilla cuando tengo un cuadro agudo de ansiedad, pero hoy he necesitado la medicación adicional.
En el bar me he relajado bastante. Después he paseado otro poco y he ido al Banco a ingresar el dinero para esos pagos que me urgen. He vuelto a dar un paseo y me he venido para la Ura. He tenido relajación y lógicamente me he quedado dormido. Y ahora estoy escribiendo este artículo contando lo que me ha deparado la vida en las últimas 12 horas aproximadamente.
Nunca sabes qué te va a pasar. No se pueden hacer planes con la enfermedad. Ella está como delante de ti, con poder, con una dictadura terrible en la que somos esclavos que a veces no podemos hacer nada. Simplemente defendernos como podemos. Yo me he defendido con el alprazolam y mucha constancia. Y paseando. Y ahora me siento bastante mejor y tengo voluntad para escribir este artículo semanal.
Hay muchas veces que tengo crisis de ansiedad. Me rebosa el Trastorno Obsesivo Compulsivo y no sé cómo defenderme. Tengo claro que no quiero empastillarme. No me quiero pasar la vida dormido. Quiero tener los ojos abiertos para poder defenderme mejor de mi enemiga la enfermedad. Me alío con ella y tiro para adelante porque no puedo ir para detrás, no puedo acobardarme porque entonces la enfermedad se apodera más de mí. Es un consejo que doy a todos los lectores: aliarse con la enfermedad y no recular, no ir atrás porque entonces la enfermedad te acorrala y es cuando no sabes verdaderamente qué hacer.
Otras veces venzo las crisis de ansiedad escribiendo como ahora lo que siento. Cuento punto por punto toda mi experiencia con la enfermedad. Ella es mi enemiga y lo tengo claro, pero a veces hay que hacerla amiga para que no nos hunda del todo. Hay que estar siempre alerta porque sus poderes son enormes, sea la enfermedad que sea. La mía tiene mucho poder y en muchas ocasiones puede conmigo y me dejo arrastrar por su influencia. Pero otras veces soy yo el que vence y tira para adelante como si nada hubiera pasado y vuelvo a mi vida normal.
Pero eso no ocurre siempre así. Muchas veces la enfermedad me puede y me ocasiona un sufrimiento enorme del que no me puedo defender. No sé qué hacer. Me desespero. No quiero tomar medicación. Doy vueltas por la casa. Salgo a la calle. Ando. Me pierdo en el mundo. Soy un ser con problemas perdido en un mundo de problemas y no sé por dónde tirar. Pero tiro. Sigo vivo. La desesperación nunca es tan grande como para pensar en el punto y final. Soy un enemigo del suicidio. Siempre hay salida. Siempre hay un huequecillo por pequeño que sea, un resquicio que deja la enfermedad para que puedas liberarte de ella y decir: estoy vivo y pienso seguir estándolo porque tú no vas a poder conmigo, yo soy más fuerte que tú y tengo fuerzas acumuladas para salir adelante.
Es importante decirse a uno mismo estas frases de apoyo para no hundirse. Uno es el principal aliado. Hay amigos, personas que apoyan, profesionales que te dan consejos buenos. Pero uno es el protagonista de la enfermedad para lo bueno y para lo malo. Lo malo porque la sufres y lo bueno porque la vas venciendo en sus distintas etapas y sigues vivo. Y seguir vivo es un arte mayor, un arte que implica mucha dificultad pero eso no importa. Lo que importa realmente es ser un superviviente. Y hay que sentirse orgulloso de ello porque no es fácil bregar con una enfermedad de estos tipos. Renuncio a llamarlas mentales como sabéis. Digo simplemente enfermedades.
Mi enfermedad nunca va a acabar conmigo. Me hará pasar malas noches como la de hoy, como tantas otras malas noches. Y tantos otros malos días como este fin de semana, que en gran medida lo he pasado sentado en mi sillón azul. Reflexionando. Meditando. Sufriendo a veces. Cansado. Abatido. Aburrido de tanta lucha aparentemente inútil de la que no sé muchas veces cómo defenderme.
Pero soy un superviviente y pienso seguir siéndolo. Tengo que ser más fuerte que la enfermedad. Hay que ser siempre más fuerte que cualquier enfermedad de este tipo. Uno siempre es más fuerte de lo que cree. La enfermedad nos lleva a situaciones límite. En ese límite vivimos peligrosamente pero avanzamos con rotundidad y somos valientes obsesivos que superamos cualquier prueba.
Y no debemos mostrar debilidad porque entonces la enfermedad es muy lista y busca sus triquiñuelas para derrotarnos. La palabra derrota no entra en nuestro diccionario. Y debemos seguir vivos día a día, como John Rambo. No hay otra manera porque no podemos hacer planes más allá de hoy porque no sabemos cómo vamos a estar al día siguiente. Exactamente igual que Rambo con sus traumas bélicos. Pues igual nosotros con nuestra depresión, nuestra ansiedad, nuestra psicosis, nuestra esquizofrenia, lo que sea. Da igual de la enfermedad de que se trate. Hay que tener una actitud positiva y no resignada, y pensar siempre en el día a día. En cada 24 horas.
Yo vivo así desde 1982 cuando una película me abrió los ojos y me enseñó que no hay que tener miedo a la muerte, sino amor a la vida, aunque haya que bregar con un enemigo terrible que no se rinde nunca. No hay forma de eliminarlo definitivamente, pero con pequeñas victorias se consigue también una gran victoria. Es una forma de verlo que me parece muy positiva y muy real también. Tenemos que ser fuertes y decirnos con frecuencia esa frase mágica: día a día. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

jueves, 17 de mayo de 2018

LA HISTORIA DE BEN; BEN SE FUE DE ST MALO FRANCIA

Una nueva historia  de   Benjamín y Asíais

Al cabo de 2 años, Ben se fue de St. Malo  a vivir con sus padres a Alençon Francia Normandia. Allí en otoñó había muchas setas en los bosques y champiñones cosas que él recogía para comérselas en su tiempo libre, ahí fue cuando empezó a pintar al óleo pues el tiempo era muy lluvioso y olía humedad por todas partes decía que al no salir a la calle del pueblo tenia mucho tiempo libre para pintar los días que no trabajaba en la fabrica de automóviles Carrier.  Ben recuerda que los Franceses eran unos racistas pues le decían a los extranjeros que se fueran a su tierra que se comían el pan Francés. En esas fechas llevaba yo casado 2 años, y trabajaba en el campo de "manigero" en la finca, Valencianilla del Hoyo estuve trabajando con mi padre muchos años. Ya entonces tenía yo un hijo y tenia que aguantar muchas cabronadas del dueño pues intentaba de echarnos a pelear a mi y a mí padre que trabajaba conmigo, el dueño era un franquista y me ponía a mal con los trabajadores ya que yo y mi padre éramos los encargados del trabajo de la finca .
Ben me contó que su padre le decía "no te cases nunca que el buey suelto bien se lame", yo esperaba ya mi segundo hijo el cual nació mas fuerte que el primero pesaba 4kilos 800 gramos, era enorme se llevó tres días con los ojos cerrados y el primero peso 3k 500g y estaba malo porque mamó sangre de la teta de la madre y se le hizo un coagulo en el estomago. Los médicos no sabían lo que tenia, por irme yo a trabajar, al cabo de 20 días al niño se le había complicado la enfermedad , porque mi mujer se le olvidó de decirle al médico que el niño en la casa hacia la caca bien y con soltura,  al final se lo dije yo al cirujano, que decidió no operarlo. Yo le dije que si le daban suero el suero estreñía y se recuperó vomitando sangre de la madre.  Al cabo de 8 años nació mi tercer hijo, buscando una niña, y vino mi tercer rey que nació sano y fuerte y peso 3kilos 600 g. Ben me contaba que en 1986 volvió a España a hacer el servicio militar obligatorio y que estuvo en carros de combate caballería a donde aprendió a manejar los carros, el era tirador hizo unas maniobras en los Montes Negros de Zaragoza a donde dormía debajo del carro era el mes de verano y aquello es un desierto me relata que vio de noche aparecer en el cielo dos luceros en pareja que se desplazaban a gran velocidad desapareciendo y apareciendo por otro lado y perdiéndose en el infinito...

MI SEVILLA

De nuevo en la ciudad de adopción,
la ciudad donde he pasado la mitad de mi vida,
una ciudad que me vio crecer y envejecer,
es como un pueblo grande Sevilla
aquí he conocido la gloria y el infierno,
casi toda ella esta impregnada por mi,
me conoció como un Dios y
me conoció como un pobre demonio,
me conoció como un maestro y,
me conoció como un pobre analfabeto;
aquí estaba mi paraíso como macho y
aquí estuvo mi infierno como macho.
No quiero olvidarte nunca, Sevilla;
si me encierro en mi pueblo
te recordare siempre y
aprovechare para hacerte una visita
a ti y a tus hijos e hijas.
Aquí esta mi sangre inocente
derramada por tus calles,
mis lagrimas de penas y alegrías,
estaban mis mejores amigos,
estaban mis hembras,
esta mi familia,
esta parte de mi escabrosa vida:
¡¡Ciudad alegre!!
¡¡Ciudad Universal!!
¡¡Ciudad Santa!!
Ciudad muy tuya y de tus sevillanos.
¡¡Gracias Sevilla!!

¡¡Gracias sevillanos!!

Jose.


miércoles, 16 de mayo de 2018

DÍA DEL ORGULLO LOCO

Aquí os presentamos el programa del DÍA DEL ORGULLO LOCO que se va a celebrar este fin de semana en el Parque del Alamillo.





martes, 15 de mayo de 2018

MALDITOS BASTARDOS

Tomo prestado el título de una película de Quentin Tarantino para mi artículo de esta semana. Me parece un título muy válido para hablar de todas esas personas que están a tu alrededor y en lugar de ayudarte hacen todo lo posible por hundirte todavía más; no te sacan de la miseria sino que te hunden más en ella , recreándose en el sufrimiento que vives y sientes como algo terrible.
En la película Brad Pitt se harta de matar nazis. Yo no voy a matar a nadie ni en la realidad ni siquiera en la ficción de un artículo periodístico, pero expreso toda la rabia que provocaban en el personaje de la cinta los crueles adictos sedientos de sangre de la esvástica que nunca tenían bastante con el sufrimiento que ocasionaban en los demás.
Yo llamo malditos bastardos a todas esas personas que he conocido en mi vida y que se han jactado de verme sufrir. Me han visto en el suelo tirado literalmente y me han puesto una pierna encima para que no pudiera levantarme. Yo no tenía fuerzas para ello, pero por si acaso ellos se preocupaban de que no me levantara con esos zapatos que me oprimían el cuello y el alma.
Malditos bastardos por arrojarme exclusivamente a la charca de las pastillas para que me atiborrara y valiera menos que nada. Porque eso me hacíais sentir: nada. Menos que nada. Como si fuera un judío en un campo de concentración esperando que alguien viniera a rescatarle de toda su desesperación.

Yo me he visto muchas veces, sobre todo en tiempos pasados, impedido para salir adelante, inmóvil , paralizado, como un preso en una cárcel de angustia deseoso de una libertad que nunca llegaba porque mis carceleros estaban muy pendientes de mí y hacían todo lo posible y lo imposible para que no escapara. Disfrutaban con mi incapacidad para la superación, disfrutaban con mi impotencia doliente tirado en un jergón de porquería mental, convertido en una piltrafilla maloliente que no servía para nada porque desconocía hasta el máximo extremo el significado de la palabra autoestima.
Malditos bastardos todos aquellos que se dedicaban a empastillarme para dejarme dormido y pareciera más un zombi o un muerto en vida. Sólo una persona se preocupó de ponerme un tratamiento en condiciones que no me dormía y que me ayudaba a superar la depresión, que ahora no tengo, y mis crisis de ansiedad derivadas de mi Trastorno Obsesivo Compulsivo.
Maldito tú, Trastorno, por causarme tantos problemas en mi vida, por impedirme hacer una vida normal, como tantas otras personas que no tienen problemas de nervios. Pero nunca te consideré Trastorno una enfermedad mental. Hasta ese punto no me venciste. Te considero una enfermedad normal porque yo no soy un enfermo mental.
Malditos bastardos todos los que querían meterme siempre en la cabeza que yo era un enfermo mental, alguien a quien había que tratar alejado del mundo, como si fuera un leproso o algo parecido. No pertenecía a ningún exclusivo nivel social ni de enfermedad. Era una persona normal con cierta discapacidad, pero no merecía que los nazis me metieran en ninguna cámara de gas.
Pero me ingresaron y los malditos bastardos me quisieron dormir una y otra vez. Yo decido cuándo duermo y cuándo no. Yo decido sobre mi vida porque soy dueño de mis actos y tengo el derecho legítimo a equivocarme. Nadie es perfecto y yo tampoco, por eso asumo perfectamente mis errores y todas las cosas que se deriven de mi enfermedad.
Yo he sido fuerte todos estos años frente a los malditos bastardos que no tenían piedad de mí. He sido fuerte y he resistido como los últimos de Filipinas frente a todas las acometidas recibidas por personas que decían ser mis amigas y eran enemigos encubiertos, gentes sin capucha que procuraban silenciosamente mi mal. Y no es paranoia persecutoria, sino realidad. Yo era un ser un poco indefenso y vulnerable al que era muy fácil hacer daño, herir sin apenas arma alguna y me levantaba una y otra vez y salía adelante con toda la fuerza del mundo.
Muchas personas se acercaban a mí para disfrutar mis dotes literarias y sólo querían sacarme las entrañas, las cosas más hermosas de mí como si yo fuera la nave nodriza de las perfecciones o algo por el estilo. Pero yo era y soy simplemente un ser humano que lucha por sobrevivir con los recursos de que ha sido dotado por Dios. En Dios creo y en su infinita misericordia. La Providencia me da cosas que yo no le pido. Ella no es una maldita bastarda. Ella me ayuda más que nadie y me da una fuerza que nunca pensé que llegaría a tener.
Creo en Dios y creo en mí mismo. Somos aliados. Luchamos contra todas las adversidades con coraje, con voluntad, dignidad y amor propio. Y no nos cansamos. Yo no me canso tampoco de escribir estos artículos semanales en los que voy dejando mi vida poco a poco como si fueran lágrimas de vida. Porque eso es lo que siento: que tengo mucha vida y que esa vida nunca terminará del todo. Hay otra dimensión, otro mundo en el que siempre seguiré viviendo con Dios y con las otras personas que se lo hayan merecido.
Malditos bastardos aquellos que no creyeron en mis capacidades literarias. Que no me ayudaron en mis inicios. Después resistí y publiqué muchos libros con entera libertad. He tenido una voluntad de hierro para sacar de mí lo mejor y dárselo a los demás con toda la fe del mundo. Escribo y seguiré escribiendo mientras tenga fuerzas para hacerlo. Seguiré sacando libros con todo el cariño del mundo y con toda la voluntad también.
Sigo adelante con toda la ilusión del mundo. Y lo hago porque me considero un ser vivo, no un aspirante a muerto como muchos malditos bastardos querían que me viese. Y no. Nunca estuve muerto, aunque caí muchas veces, pero siempre me levanté. Caía una y otra vez y ponía la rodilla en el suelo pero me levantaba y alzaba el cuello y miraba dónde estaba la salida. Y siempre la encontré. Y así llevo desde niño. Y soy un hombre de 56 años que aspira a vivir muchos más con la ilusión de los primeros años.
Sigo fuerte mirando hacia adelante, hacia donde está el camino limpio que me espera para tener una ilusión desbordante que nunca creyeron que llegaría a tener. Pero la tengo. Y nadie puede con ella.
Soy fuerte y tomo el tratamiento adecuado. Y me cuido. Y escribo mis libros. Y me doy a los demás. Y me relaciono con personas. Y hago en definitiva una vida normal. Yo me considero una persona normal que sigue adelante como estrenando la vida cada día.
Dejo constancia en este artículo de que siempre hay que tener voluntad para hacer frente a todos los obstáculos y todas las personas que son malditos bastardos para que nadie se sienta prisionero de ellos. Tened la voluntad decidida de caminar solos, junto a personas queridas, pero solos en el sentido de que tenemos que tener un depósito bien provisto de energía para salir adelante siempre.
Éste es mi mensaje. Y creo que ha quedado bastante claro. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

jueves, 10 de mayo de 2018

LA VIDA DE BENJAMIN

Decima entrega de Benjamin y Isaias.


El me dijo que había sido inmigrante y que sus padres lo llevaron cuando el tenia 12 años pero antes habia estado desde pequeño en la escuela de los Salesianos, a donde curso los estudios de EGB, y me contó que cuando el estaba viviendo en Morón fue cuando iba al castillo con otros amigos a fumarse los celtas después de la misa,y que los curas eran bastante buenas personas , pues algunos se bebían el vino a escondia,y le preguntaban que porque había tan poco vino en las botellas y le respondían que el vino se evapora,padre. Sus padres tenían una tienda de comestibles,y se llamaba Rafael y la madre Juana había unas casas mas para arriba de ellos de gitanos y que jugaba con ellos había uno que iba comprar a la tienda y le decía mire usted señor Rafael tengo el dinero por castigo pues en mi bolsillo derecho tengo una gorda en el izquierdo tengo una peseta ve usted entonces le decía Rafael, toma que tu lo que quieres es un cigarro y decía muchas gracias ,llegaba a la tienda una ciega que se llamaba Maria y compraba melones diciéndole a Rafael los miraba con los ojos vueltos y decía dame aquel amarillito.
 Rafael era relojero también fabricaba cuando no había radios unos de galena que vendía muy bien eso fue en el 1967 tenia Isaías 6 años y iba al colegió de padre Manjón cuando toda vía no conocía a Ben me dijo que se fue con sus padres y hermanos a Francia y que allí había en la escuela privada aprendido a hablar Francés cosa que se le da muy bien , que había estado en el Liceo Alan estudiando segundaria practica, para a continuación estudiar 3 años de FPA de electricidad, 6meses de ajustaje mecánico soldadura ,chapa .del automóvil todo esto trabajando en empresas también estuvo un tiempo trabajando en una fabrica haciendo quesos camembert, según parece se los comía a escondía fue cuando empezó a engordar. se fue a trabajar a st Malo de mozo de almacén y en la residencia que tenia conoció a un americano de New york que  fue su amigo durante el tiempo que hacia unas practicas en la banca en el cambio de divisas ,st Malo es un sitio muy bonito y acuden turistas en verano a visitarlo, también me contó que había ido a un castillo que estaba en el mar cerca de allí que el mar lo rodeaba por todas partes abajando la marea eran arenas movedizas subiendo lo hacia a la velocidad de un caballo al galope, aquel castillo se llama Mont. st Michel,con su amigo que también se llamaba Ben se iban los dos a tomar unas copas y a ligar con las turistas.
En la playa había turistas jóvenes y hermosas que piropeaban los dos.

lunes, 7 de mayo de 2018

EL MIEDO A LA MUERTE

       He leído que el miedo a la muerte cuando es excesivo puede provocar una enfermedad mental, una neurosis. Se habla de que algunos pueblos autóctonos de EEUU se tomaban la muerte como la cosa más natural del mundo, de hecho cuando llegaban a una cierta edad ya más que madura las personas de estos pueblos se marchaban en soledad y sin alimentación al lugar mas alejado de la población para dejarse morir. Lo que nos quieren transmitir es que la muerte hay que verla como algo natural, algo tan corriente como cualquier otra cosa de la vida, formando parte de ella. Fiestas como las de Hallowen ayudan a verla de una forma más común, formando parte de nuestro mundo y de nuestra vida cotidiana. Incluso la mortalidad infantil hay que procurar verla como algo corriente por mucho que nos duela o nos choque que una persona muera a una edad prematura. Ahí está y es inevitable en muchas ocasiones. Esto no significa que no hagamos nada para intentar que no se de, debemos poner todo los medios para que no ocurra, ir contra ella con todos los medios que tengamos a nuestro alcance, apoyándonos sobre todo en la ciencia. Pero hay que procurar no obsesionarse con la misma. Obsesionándose no arreglamos nada más que enfermar. Algo que te cuentan los que han perdido prematuramente a un ser querido es  que ha sido tan duro que han perdido incluso las ganas de vivir pero que con ayuda de los demás y esforzándose lo llevan adelante si no está del todo superado.

      Tenemos que llegar incluso a esforzarnos  para comprender que la muerte es buena, pero así es. Hay que llegar a pensar que incluso la mortalidad infantil es un hecho inevitable en ocasiones y que cumple una función. El desconocimiento del sentido último de la vida, dice un psicólogo del que estoy leyendo un  libro,  es positivo pues nos dice que pertenecemos a un universo enorme y complejo.

Jesús

jueves, 3 de mayo de 2018

CANSADO DE SER UN ENFERMO MENTAL

Este fin de semana ha sido especialmente duro debido a mis problemas de nervios. No es novedad como sabéis por mis artículos y sobre todo por el más reciente.
He reflexionado mucho sobre la enfermedad mental y he llegado a la conclusión de que estoy harto de ser un enfermo mental en muchos sentidos, básicamente en dos: en el sentido semántico de la expresión y en el sentido médico, patológico o psiquiátrico de la misma.
No me gusta la expresión de enfermo mental, cosa que ya saben mis lectores habituales. Me da mucha grima. Creo que es un estigma en sí misma esa expresión. Nadie dice: estoy enfermo del aparato digestivo. Dice tengo gastritis o esofaguitis o cualquier otra enfermedad del aparato digestivo. Lo mismo ocurre con otras patologías. Si yo tengo problemas de nervios no quiero decir que soy un enfermo mental, sino que tengo lo que tengo: Trastorno Obsesivo Compulsivo. No soy un enfermo mental. Simplemente padezco una enfermedad de las muchas que existen relacionados con el sistema nervioso.
Tampoco me gusta la expresión salud mental. Parece como si los que no tuvieran problemas de nervios tuvieran una salud mental perfecta cuando nadie está libre de una depresión ocasional, una crisis de ansiedad o cualquiera de las patologías más usuales del sistema nervioso central. La salud mental afecta a todo el mundo. ¿Por qué se tiene que aplicar sólo a un número reducido de personas? No me siento identificado con la expresión salud mental. Padezco lo que padezco y punto. No quiero más estigmas ni más cartelitos que me identifiquen como algo ajeno a la sociedad. No soy un apestado y no quiero sentirme discriminado. Estoy muy cansado de ir al psiquiatra y ver el dichoso cartelito de SALUD MENTAL. ¿Qué es eso de la salud mental? Yo tengo TOC y punto. No quiero saber nada más. Y no quiero que me incluyan en estadísticas de enfermos mentales y enfermos no mentales. Son discriminaciones que lo único que consiguen es crear estigmas y carteles que causan mucho daño. Y no soy el único que lo dice. Afortunadamente hay más personas que piensan como yo.
Y estoy harto de ser un enfermo mental en el aspecto médico, clínico, psiquiátrico. Este fin de semana lo he pasado casi entero en el sillón azul sentado, sin quemar calorías, engordando. Muy ansioso y angustiado. No me sentía deprimido. Me sentía muy extraño, muy pasivo. He hecho las tareas domésticas, sobre todo lavar ropa aprovechando el descanso de la lluvia. Le he dado un repasito a la casa. He comido no demasiado y he fregado. He enviado mis whatsapps puntualmente y he tenido comunicación con las personas más queridas. Pero me he sentido muy solo, muy aislado del mundo. Parecía un misántropo. Pero no porque yo no quiera relacionarme con la sociedad. Es que me invade una pereza infinita que me impide hacer más cosas.
Afortunadamente no me ha dado por meterme en la cama hasta la noche. La cama come mucho. Está uno en duermevela total, no duerme bien, duele la cabeza y un montón de sintomatología que es de todos los lectores conocida porque éste es un blog para personas con problemas de nervios, no enfermos mentales.
He sentido la tentación de acostarme muchas veces, pero me he acordado de la cantidad de días que he perdido durmiendo o simplemente metido en la cama. Y no quiero que vuelvan esos tiempos. Tengo que demostrarme a mí mismo que he progresado, que he aprendido de mis errores, que no soy alumno imposible de mi mismo dolor. El dolor debe ayudar a tomar decisiones para mejorar la calidad de vida. Me queda mucho por aprender. Y soy, creo, un alumno aventajado porque siento que he evolucionado a pesar de todas esas horas tiradas en el sillón azul.
Estoy esperando las segundas pruebas de imprenta de mi segunda novela, Amistades y amores. Cuando tengo trabajo estoy más activo. Tengo un problema de manejar mi tiempo libre. Lo manejo fatal. Lo estuve hablando el otro día con mi psicóloga y llegamos al acuerdo de que tenía que manejar mejor mi tiempo libre. Hasta ahora veo la tele, pero en Semana Santa salí bastante a ver los pasos en las iglesias y en Feria he ido un día y he almorzado allí y me he montado en tres cacharritos. Estaban muy caros y de todas maneras con mis tres cacharritos habituales tenía suficiente.
He jugado en la tómbola y me ha tocado un peluche como todos los años: un muñeco vestido de torero. Tengo una buena colección de peluches conseguidos en la Feria. Me hacen compañía. Son como pequeños seres vivientes que están a mi lado todo el tiempo y que me dan una compañía que yo no les pido.
Son sensaciones porque la vida está llena de sensaciones que viven todas las personas, no sólo los mal llamados enfermos mentales. Yo hago una vida lo más parecida a la normalidad. Ahora cuando termine de escribir este artículo iré al supermercado a comprar mi almuerzo. Me lo cocinaré. Me tomaré un refresco que hoy me apetece. Fregaré. Veré en la tele los concursos culturales que me gustan. Es decir, una vida parecida a la normalidad. A lo que hace la mayoría de las personas, no sólo yo. ¿Por qué se van a atrever a llamarme a mí enfermo mental? También tengo una hernia de hiato y no voy proclamando que tengo averiado el aparato digestivo. Quedaría de un cursi tremendo, de un finolis pasado de rosca.

NO SOY UN ENFERMO MENTAL.

SOY UNA PERSONA CON UN PROBLEMA DE SALUD Y YA ESTÁ.

ESTOY EN TRATAMIENTO Y LO HAGO A RAJATABLA.

Este fin se semana me he acordado de las veces que he dormido en el suelo porque no tenía ni fuerzas para irme a la cama. Me levantaba del sillón y me tiraba en el suelo. Y allí me quedaba dormido. Era incapaz de abrir la ropa de la cama y meterme en ella. He vivido como un mendigo en mi propia casa. Y eso me ha causado mucho dolor. Y me sigue causando dolor. Pero he evolucionado y ya sí me meto en la cama cuando llega la hora. Y hago una vida más normal. He superado muchas crisis de angustia y más que un enfermo mental soy un SUPERVIVIENTE.
Así lo hablamos una vez en una terapia de grupo. De si éramos supervivientes o no. Y llegamos a la conclusión de que sí porque teníamos que superar una sintomatología dura propia de estas enfermedades. Digo bien: enfermedades. No enfermedades mentales. Yo tengo mi cabeza muy bien puesta, si no no podría escribir mis novelas ni haber escrito catorce libros de poesía y dado numerosas conferencias, pregones, participado en debates, coloquios y demás.
Me han hecho electroencefalogramas y siempre me decían que tenía un cerebro privilegiado. ¿Por qué tengo que aguantar que me llamen un enfermo mental si tengo ese cerebro privilegiado? Yo tengo una buena higiene mental. No tengo más remedio que tomar medicaciones como otros pacientes de otras enfermedades toman la suya. Pero yo no soy un extraterrestre como Messi. Yo soy un terráqueo con sus defectos y virtudes, con ganas de vivir, de salir adelante, de luchar, de luchar por vivir, de luchar por todas las cosas que merecen la pena.
Ejerzo muy bien la función de padre divorciado. Veo a mi hijo con frecuencia, almorzamos, charlamos, él me cuenta cómo lleva la preparación de sus Oposiciones a Gestor Procesal y Administrativo. Ha aprobado los dos primeros exámenes. Le queda el tercero que tendrá lugar el 5 de mayo, sábado.
Está más que preparado, aunque él se siente inseguro. Yo trato de darle toda la seguridad del mundo y lo voy consiguiendo. Es decir, no me aíslo de mi hijo, no lo dejo abandonado. Y mantengo una buena relación con mi ex para que mi hijo no sufra. Y para que no sufra yo tampoco.
Me he acordado de más cosas del pasado este fin de semana. No quiero volver a recordarlas porque son fuente de dolor y estoy cansado del dolor tanto como de la enfermedad mental.
Quiero seguir siendo un superviviente. Alguien que sortea las dificultades de la vida cotidiana y sale adelante. Alguien que lleva las rutinas del día a día con voluntad de supervivencia, con ganas de seguir adelante, como puede hacerlo un enfermo de cáncer o un enfermo de Sida por poner sólo el ejemplo de dos enfermedades más nada más.
Yo soy un enfermo de TOC y con eso tengo que me sobra. No quiero más carteles, más definiciones, más estudios sobre el tema. Quiero que me ayuden a superar mi problema y salir adelante con la mayor dignidad posible. Porque de eso se trata: de voluntad, dignidad y amor propio.
No quiero perder el amor propio. No quiero dejar de quererme. No quiero que me critiquen o me censuren más. Ya he pasado mucho y ha llegado el momento de decir basta: estoy cansado de ser un enfermo mental. No me gusta la expresión y no me gusta los inconvenientes que me trae.
Quiero ser un hombre libre de mi enfermedad. Y para eso tengo que creerme que tengo una enfermedad más y la segura posibilidad de que podré superarla. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

NOSOTROS DEJAMOS DE FUMAR

Entrega del noveno capitulo de Benjamin y Isaias

Ben no paraba de pintar a pesar de que estaba muy malito de los bronquios, hoy en día utiliza una maquina para respirar y otra para oxigenar el cerebro. Durante la noche ya que tiene un porcentaje de acnea del sueño de mas de un trescientos por cien. Yo estoy mejor que antes pues desde que me operaron estoy mejor de todo, tenemos en el piso una monitora todas las mañanas, que nos prepara los medicamentos nos anota en la agenda la cita con los médicos hasta el sábado y el domingo, esos día viene un monitor que está de guardia. Ben se compro un ordenador y desde entonces tiene un blogger en Internet de pintura abstracta, esto le distrae y no piensa en otra cosa. Todas las monitoras de Faisem nos quieren mucho estamos hoy en día muy contentos a la que echamos de menos es a Clara que se puso mala del corazón era la jefa de la zona nuestra hoy en día esta recupera y trabaja en un hospital en una oficina de psiquiatría, yo hace mas de 5 años deje de fumar por ser el tabaco un veneno  pues me operaron de los pulmones .
Le di el tabaco a Ben que se fumó los cuatro paquetes de Winston y continuación también dejo de fumar. La monitora dijo que han dejado dos enfermos de fumar pues yo también, desde entonces tenemos mas salud todos, y como Ben tiene azúcar ,colesterol y fuera parte de la esquizofrenia también esta obeso fue cuando le dijo el medico tienes que hacer deporte pues una hora como mínimo andando desde entonces yo también hago a diario una marcha de una hora que me lleva a la estación de Santa Justa y allí vemos los horarios de los trenes que no cogemos nunca, nos entretenemos en ver las revista de informática que hay en una librería , la compramos de vez en cuando esto lo hacemos todos los días y asi Ben ha perdido de peso mas de 20 kilos y esta mejor de salud yo he ganado 25 kilos  estoy mejor según las niñas ..Les agradezco todos los que han leído mi blog en cual digo la verdad y me he que dado corto porque todavía tengo muchas cosas que contar de mi vida y también de Ben...............