viernes, 29 de septiembre de 2017

DEL CALOR A LA MELANCOLÍA

Pues bueno. Todo llega decíamos la semana pasada con el fin de las vacaciones. Pues ya ha llegado ahora el final del verano. Cuando escribo estas líneas llevamos unos días de otoño, la estación de la melancolía por naturaleza. Estamos a 25 de septiembre. Va refrescando. Se ven menos pájaros. Apenas se escucha ya el canto matinal de los grillos. Las caras de las personas van cambiando. Empiezan a aparecer las primeras rebecas. La luz es más tenue. Las mañanas son más cortas. Las farolas se apagan más tarde hasta que cambien la hora, supongo que esta misma semana. Se está produciendo una metamorfosis general.
Pues el verano ha terminado y con él va desapareciendo el calor o la calor, según cada uno quiera llamarlo. Y va apareciendo la melancolía del otoño, la nostalgia, la tristeza. Mala época ésta para los enfermos de depresión, para los enfermos mentales en general porque sufren el asedio de la depresión con denodada energía. Ahora, lamentablemente, aumentan los casos de suicidio. Y abundan preferentemente, en contra de lo que pudiera creerse, en los países con mayor poder adquisitivo como Finlandia, Suecia o Noruega, países nórdicos todos. Es el momento en que la depresión aprovecha la bajada de la guardia para entrar en nuestras almas y asestar sus finas puñaladas.
Llega, pues, el otoño y con él, pues, la melancolía, esa forma especial de estar en el mundo que te lleva a la tristeza, a la añoranza de otros tiempos en los que uno creyó ser más feliz. No lo sé en realidad. Yo no quiero mirar hacia atrás porque siempre que lo he hecho he salido mal parado y no quiero volver a cometer los mismos errores. ME HE CANSADO DE EQUIVOCARME. Mi cupo de errores está completo. Hoy quiero vivir mirando hacia el ahora y hacia el mañana, construyendo puentes hacia el futuro para facilitarme la vida, no para complicármela como he hecho siempre hasta ahora.
He aprendido de mis viejos errores y por una vez quiero que mis enseñanzas me sirvan para algo: PARA SER FELIZ, que es la meta que todos perseguimos en mayor o menor medida. Decía Francisco Umbral que la felicidad es una aspiración burguesa. No estoy de acuerdo. Yo creo que la felicidad es una aspiración humana, común a todas las clases sociales, a todos los caracteres, en mayor o menor medida.
El otoño, y así hablamos de cine porque hoy no tenemos crítica, se asocia en el cine a las personas mayores, al final de la existencia. El invierno ya sería la misma muerte. Recuerdo ahora dos películas muy significativas para esto: la primera es Del rosa al amarillo de Manuel Summers, un director que empezó haciendo películas muy interesantes como ésta o Juguetes rotos y terminó haciendo películas meramente comerciales.

En esta película nos narra dos historias de amor: una de dos niños que empiezan a descubrir la vida al mismo tiempo que descubren el amor. Una forma muy pudorosa y tímida de vivirlo, de manos cogidas, muy tierno, muy simple. El niño, ya después un actor importante, era Pedro Díez del Corral. La niña no recuerdo su nombre. Es una historia de amor muy bonita de la que recuerdo muchas cosas, por ejemplo un primer plano de las manos cogidas de los protagonistas, símbolo de la ternura a la vez que de la ingenuidad. Y de la cercanía.
La otra relación de amor que narra la película es entre dos personas mayores, ya de la tercera edad, simbolizada por el color amarillo, al contrario que la anterior que era el color rosa. Es un amor otoñal como suele decirse, pero cargada de una extraña y especial esperanza porque supone una fuerza tremenda que surge al final de la existencia, como queriendo apurar el camino final de la vida. Summers lo narra estupendamente, con mano maestra, esa mano que perdería más tarde al meterse en el cine comercial, pero siempre quedarán sus grandes películas. Su hijo es David Summers, el vocalista y líder de la banda de pop Hombres G. Él fue el primero que informó de la enfermedad grave de su padre en un programa de televisión. Manuel Summers murió relativamente pronto, creo recordar que de cáncer. Del rosa al amarillo la vi hace muchos años, cuando yo era un adolescente, pero la he recuperado en el ciclo Historia del cine español de La 2 de Televisión Española. Es en blanco y negro, un blanco y negro precioso que resalta tremendamente los valores románticos de la cinta.
La otra película de la que quería hablar la vi no hace demasiados meses en el complejo comercial Nervión Plaza. Se trata de El cuarteto, la primera película dirigida por el actor Dustin Hoffman, su primera película. Él mismo ha confesado que había tenido la intención de dirigir desde hacía mucho tiempo, que habían caído en sus manos diversos guiones pero nunca se atrevió a dirigir. Ahora a los 75 años ha dirigido su primera película y se arrepiente de no haber empezado antes.
La película cuenta la historia de una residencia especial para cantantes retirados de ópera y músicos retirados en general. Todos los años celebran un concierto con motivo del aniversario del nacimiento de Verdi con el objetivo de recaudar fondos para mantener abierta la residencia. Nos cuenta la historia de unos variopintos personajes, que tienen muy distintas visiones del amor y del sexo.
Hay uno que sólo piensa en el sexo y no duda en piropear reiteradamente al amor de su vida que también está ingresada en la residencia. Hay muy buenos actores, algunos de ellos ganadores del premio óscar: Maggie Smith, Pauline Collins, Tom Courtenay, etc… Personas que están en el ocaso de sus vidas, en su momento o época otoñal, a quienes esta película les viene como anillo al dedo.
Está también la diva que es esperada con expectación por todos los habitantes de la residencia. Se siente un poco superior a los demás y vive en su divismo precisamente, quiere que le sirvan la comida en su habitación para no relacionarse demasiado con los demás aduciendo siempre que se encuentra indispuesta porque no se pueden servir comidas en las habitaciones salvo por causa justificada. Ella siempre se apaña para ello, aunque poco a poco irá integrándose en el grupo y compartiendo las inquietudes de sus ya compañeros de viaje.
Hay historias de amor que han nacido en la residencia, relaciones de puro otoño que resultan especialmente tiernas por lo tardío de las mismas.
Recuerdo otra película ahora que escribo este artículo y hemos tocado el cine que trata del amor otoñal: Margaritas en diciembre, una historia de amor final muy hermosa, como las margaritas en diciembre, tierna, dulce, mágica. El actor creo recordar que era Joss Ackland, muy bueno. No recuerdo el nombre de la actriz. Es una historia muy bien narrada y bendice el amor entre las personas mayores que pueden estar impedidas para muchas cosas, pero nunca para el amor.
Hay más ejemplos que van llegando a mi memoria, pero estos tres ejemplos son suficientes para ilustrar el amor otoñal, melancólico, en el cine.
La vida es dura cuando el otoño se mete en las venas y paraliza sin dejar vivir tranquilamente. Los depresivos tienen que tener todo el cuidado del mundo y más para resistir en estos momentos, más peligrosos aún que los momentos de diciembre.
Pido a todos que se cuiden y vivan el otoño como la caída de hojas y los suelos amarillos de ellas. Las tardes grises de colores especiales que ilustran la existencia de una forma muy diferente al calor del verano.
Seamos fuertes para que el otoño no nos duela. Seamos fuertes para cruzar esta estación especialmente sensible. Una estación peligrosa para la que hay que estar preparado y ser muy fuertes para que no nos invada la melancolía y su hiriente puñalada.
Seamos fuertes para que el tiempo pase deprisa y no deje secuelas graves. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

1 comentario:

  1. Me parece muy negativo la forma que has escrito del otoño. Hay que buscar la parte positiva de las cosas . La fundamental es que hace fresquito y se acaba el sofocante calor. También es época de enamoramientos como en primavera y se disfruta mas de salir a la calle. También te doy la razón que a nosotros nos afecta el tiempo PERO HAY QUE SER FUERTES. UN FUERTE ABRAZO
    YFC

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