Pues bueno. Todo llega decíamos la semana pasada
con el fin de las vacaciones. Pues ya ha llegado ahora el final del verano.
Cuando escribo estas líneas llevamos unos días de otoño, la estación de la
melancolía por naturaleza. Estamos a 25 de septiembre. Va refrescando. Se ven
menos pájaros. Apenas se escucha ya el canto matinal de los grillos. Las caras
de las personas van cambiando. Empiezan a aparecer las primeras rebecas. La luz
es más tenue. Las mañanas son más cortas. Las farolas se apagan más tarde hasta
que cambien la hora, supongo que esta misma semana. Se está produciendo una
metamorfosis general.
Pues el verano ha terminado y con él va
desapareciendo el calor o la calor, según cada uno quiera llamarlo. Y va
apareciendo la melancolía del otoño, la nostalgia, la tristeza. Mala época ésta
para los enfermos de depresión, para los enfermos mentales en general porque
sufren el asedio de la depresión con denodada energía. Ahora, lamentablemente,
aumentan los casos de suicidio. Y abundan preferentemente, en contra de lo que
pudiera creerse, en los países con mayor poder adquisitivo como Finlandia,
Suecia o Noruega, países nórdicos todos. Es el momento en que la depresión
aprovecha la bajada de la guardia para entrar en nuestras almas y asestar sus
finas puñaladas.
Llega, pues, el otoño y con él, pues, la
melancolía, esa forma especial de estar en el mundo que te lleva a la tristeza,
a la añoranza de otros tiempos en los que uno creyó ser más feliz. No lo sé en
realidad. Yo no quiero mirar hacia atrás porque siempre que lo he hecho he
salido mal parado y no quiero volver a cometer los mismos errores. ME HE
CANSADO DE EQUIVOCARME. Mi cupo de errores está completo. Hoy quiero vivir
mirando hacia el ahora y hacia el mañana, construyendo puentes hacia el futuro
para facilitarme la vida, no para complicármela como he hecho siempre hasta
ahora.
He aprendido de mis viejos errores y por una vez
quiero que mis enseñanzas me sirvan para algo: PARA SER FELIZ, que es la meta
que todos perseguimos en mayor o menor medida. Decía Francisco Umbral que la
felicidad es una aspiración burguesa. No estoy de acuerdo. Yo creo que la
felicidad es una aspiración humana, común a todas las clases sociales, a todos
los caracteres, en mayor o menor medida.
El otoño, y así hablamos de cine porque hoy no
tenemos crítica, se asocia en el cine a las personas mayores, al final de la
existencia. El invierno ya sería la misma muerte. Recuerdo ahora dos películas
muy significativas para esto: la primera es Del rosa al amarillo de Manuel
Summers, un director que empezó haciendo películas muy interesantes como ésta o
Juguetes rotos y terminó haciendo películas meramente comerciales.
En esta película nos narra dos historias de amor:
una de dos niños que empiezan a descubrir la vida al mismo tiempo que descubren
el amor. Una forma muy pudorosa y tímida de vivirlo, de manos cogidas, muy
tierno, muy simple. El niño, ya después un actor importante, era Pedro Díez del
Corral. La niña no recuerdo su nombre. Es una historia de amor muy bonita de la
que recuerdo muchas cosas, por ejemplo un primer plano de las manos cogidas de
los protagonistas, símbolo de la ternura a la vez que de la ingenuidad. Y de la
cercanía.
La otra relación de amor que narra la película es
entre dos personas mayores, ya de la tercera edad, simbolizada por el color
amarillo, al contrario que la anterior que era el color rosa. Es un amor otoñal
como suele decirse, pero cargada de una extraña y especial esperanza porque
supone una fuerza tremenda que surge al final de la existencia, como queriendo
apurar el camino final de la vida. Summers lo narra estupendamente, con mano
maestra, esa mano que perdería más tarde al meterse en el cine comercial, pero
siempre quedarán sus grandes películas. Su hijo es David Summers, el vocalista
y líder de la banda de pop Hombres G. Él fue el primero que informó de la
enfermedad grave de su padre en un programa de televisión. Manuel Summers murió
relativamente pronto, creo recordar que de cáncer. Del rosa al amarillo la vi
hace muchos años, cuando yo era un adolescente, pero la he recuperado en el
ciclo Historia del cine español de La 2 de Televisión Española. Es en blanco y
negro, un blanco y negro precioso que resalta tremendamente los valores
románticos de la cinta.
La otra película de la que quería hablar la vi no
hace demasiados meses en el complejo comercial Nervión Plaza. Se trata de El
cuarteto, la primera película dirigida por el actor Dustin Hoffman, su primera
película. Él mismo ha confesado que había tenido la intención de dirigir desde
hacía mucho tiempo, que habían caído en sus manos diversos guiones pero nunca
se atrevió a dirigir. Ahora a los 75 años ha dirigido su primera película y se
arrepiente de no haber empezado antes.
La película cuenta la historia de una residencia
especial para cantantes retirados de ópera y músicos retirados en general.
Todos los años celebran un concierto con motivo del aniversario del nacimiento
de Verdi con el objetivo de recaudar fondos para mantener abierta la
residencia. Nos cuenta la historia de unos variopintos personajes, que tienen
muy distintas visiones del amor y del sexo.
Hay uno que sólo piensa en el sexo y no duda en
piropear reiteradamente al amor de su vida que también está ingresada en la
residencia. Hay muy buenos actores, algunos de ellos ganadores del premio
óscar: Maggie Smith, Pauline Collins, Tom Courtenay, etc… Personas que están en
el ocaso de sus vidas, en su momento o época otoñal, a quienes esta película
les viene como anillo al dedo.
Está también la diva que es esperada con
expectación por todos los habitantes de la residencia. Se siente un poco
superior a los demás y vive en su divismo precisamente, quiere que le sirvan la
comida en su habitación para no relacionarse demasiado con los demás aduciendo
siempre que se encuentra indispuesta porque no se pueden servir comidas en las
habitaciones salvo por causa justificada. Ella siempre se apaña para ello,
aunque poco a poco irá integrándose en el grupo y compartiendo las inquietudes
de sus ya compañeros de viaje.
Hay historias de amor que han nacido en la
residencia, relaciones de puro otoño que resultan especialmente tiernas por lo
tardío de las mismas.
Recuerdo otra película ahora que escribo este
artículo y hemos tocado el cine que trata del amor otoñal: Margaritas en
diciembre, una historia de amor final muy hermosa, como las margaritas en
diciembre, tierna, dulce, mágica. El actor creo recordar que era Joss Ackland,
muy bueno. No recuerdo el nombre de la actriz. Es una historia muy bien narrada
y bendice el amor entre las personas mayores que pueden estar impedidas para
muchas cosas, pero nunca para el amor.
Hay más ejemplos que van llegando a mi memoria,
pero estos tres ejemplos son suficientes para ilustrar el amor otoñal,
melancólico, en el cine.
La vida es dura cuando el otoño se mete en las
venas y paraliza sin dejar vivir tranquilamente. Los depresivos tienen que
tener todo el cuidado del mundo y más para resistir en estos momentos, más
peligrosos aún que los momentos de diciembre.
Pido a todos que se cuiden y vivan el otoño como la
caída de hojas y los suelos amarillos de ellas. Las tardes grises de colores
especiales que ilustran la existencia de una forma muy diferente al calor del
verano.
Seamos fuertes para que el otoño no nos duela.
Seamos fuertes para cruzar esta estación especialmente sensible. Una estación
peligrosa para la que hay que estar preparado y ser muy fuertes para que no nos
invada la melancolía y su hiriente puñalada.
Seamos fuertes para que el tiempo pase deprisa y no
deje secuelas graves. Salud y suerte.
José Cuadrado
Morales
Me parece muy negativo la forma que has escrito del otoño. Hay que buscar la parte positiva de las cosas . La fundamental es que hace fresquito y se acaba el sofocante calor. También es época de enamoramientos como en primavera y se disfruta mas de salir a la calle. También te doy la razón que a nosotros nos afecta el tiempo PERO HAY QUE SER FUERTES. UN FUERTE ABRAZO
ResponderEliminarYFC