Lo que a continuación voy a
contar, es el recuerdo de la “forma” en la que fui ingresado por última vez; de
las veces que lo he sido, ésta es la que más me ha impresionado por su contundencia y crueldad
innecesaria, inútil y gratuita.
Vaya por delante que no guardo
atisbo de rencor ni de venganza alguna, sólo que me gustaría que las
actuaciones de las autoridades sanitarias y policiales fueran con más mesura, más
“suaves”, sin desproporción de fuerza y
con algo de discreción, si puede ser.
La historia particular de este
ingreso comenzó un Sábado antes de la Semana Santa, cuando estando Yo en la
Plaza de mi pueblo sentado en un banco, y acompañado de mi cuñado y mi hermana,
llegaron y no sé en qué orden, un equipo sanitario, dos policías locales y dos
guardias civiles; tras conversar obviedades, como que si tú me conoces, que si
tú sabes quién soy yo, de pronto me redujeron entre los cuatro y me llevaron
esposados por detrás, hacia la ambulancia, en
la que fui introducido sobre la camilla boca abajo y con la alerta encendida.
Una vez en el Hospital fui introducido, no sé por donde, hacia una sala de
Psiquiatría……. Lo siguiente destacado fueron las dos pri meras noches, en las
que no dormí atado la primera de pies y manos y la segunda, de pies manos y
axilas, con el consiguiente dolor y agobio comprensible.
A la mañana siguiente, y viendo
el panorama, di yo en pedir “motu propio”, perdón por mis “culpas”, y que aquí
no ha pasado nada, y lo más importante, conseguí que me fueran retiradas las
correas de mi cama, fluyendo a partir de aquí todo ya con normalidad, relativa,
porque no comprendía cómo existiendo dos salas para fumadores, no estaban aptas
a tal efecto, prevaleciendo más la norma o la burocracia que la necesidad o la
terapia paliativa consistente en dejar fumar a personas ingresadas sin
consentimiento, sin su voluntad, con mucho “tiempo muerto” y fumadores ...
En este sentido, y aprovechando,
yo me pregunto si hay residencias rurales en la sierra, donde los afectados
puedan desahogarse, cortar leña, limpiar el bosque, cuidar animales o bañarse
en aguas bravas o mansas, que despejaran
el espíritu o la mente de los enfermos mentales.
Bueno, al final resulta que lo
que me dijeron fue que tenía falta de sueño.
Diego de la Algaba.
Gracias por compartir tu testimonio, Diego. Suena duro. La verdad es que las cosas han cambiado bastante, pero todavía queda mucho por hacer, y sacar a la luz experiencias como la tuya nos sirven para reinvindicar.
ResponderEliminarMe parece brutal la forma en que te trataron y todo por falta de sueno . A mi también me paso algo parecido y siempre que he ingresado con la policía por delante. Te animo a que procures no ingresar mas . Saludos y animo , no hay nada imposible.
ResponderEliminarYFC
Estimado Diego: no entiendo por qué te ingresaron de esa manera tan violenta. Resulta un poco confuso tu trabajo y no comprendo qué tiene que ver la falta de sueño con un atropello tan tremendo como el sufrido por ti. Entiendo que has tenido más ingresos anteriores. Yo sólo he tenido un ingreso y fue muy pacífico y por propia voluntad, sugerido por mí a la psiquiatra de urgencias que me atendió. El comportamiento de los profesionales fue en todo momento exquisito y siempre estaré agradecido por lo mucho que me ayudaron para salir adelante y superar las razones que me habían llevado a urgencias. Lo siento, Diego. Ánimo y adelante, y espero que no se vuelva a repetir lo que te ha ocurrido. Un fuerte abrazo. José Cuadrado.
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