lunes, 4 de mayo de 2015

FELICIDAD Y DESDICHA

De ambas se nutre la existencia en mayor o menor medida. Se suele decir que las razones para la felicidad hay que buscarlas y las razones para la desdicha vienen solas. El caso es que estamos siempre con esa dualidad y luchamos por encontrar la felicidad para vencer los motivos de la desdicha.
Si la felicidad hay que buscarla eso es lo que he hecho yo esta Feria que acaba de terminar. He ido un día y estuve poquito tiempo pero me lo pasé muy bien. Me monté en el gusano loco, en el látigo y los coches locos o coches de choque. Estuve almorzando en uno de los chiringuitos que se ponen en el extrarradio de la Feria: medio pollo asado con patatas y una coca-cola y con eso he sido muy feliz. También tomé buñuelos de viento en el Patio Gitano por recomendación de mi hermana pequeña. Igualmente jugué en la tómbola y por primera vez en muchos años me ha tocado algo: un peluche con forma de corazón con piernas y brazos, rojo, color Sevilla FC, que he puesto en el tablón de anuncios de mi dormitorio, donde suelo poner las cosas importantes. También me tomé un gofre con licor, que nunca lo había probado. Había poca gente. No era la hora de máxima afluencia de público. Estuve tranquilo y no estaba solo, sino con mi hijo, que por unas horas dejó sus oposiciones a juez para descansar y acompañarme.
 Le doy las gracias porque sé que está muy ocupado, pero como hijo se preocupa de mí. Mañana martes hemos quedado también para almorzar y aprovechamos para charlar y contarnos nuestras cosas mutuamente. Nos llevamos muy bien y eso me proporciona una gran felicidad. No todos los padres pueden decir que se llevan muy bien con sus hijos hoy día donde hay tantos problemas generacionales, como ha habido siempre, pero hoy están más acentuados porque los conflictos generacionales están a la orden del día. Entre mi hijo y yo no existen esos problemas generacionales y nos llevamos muy bien, lo cual es una de las razones principales de mi felicidad. Tampoco soy un padre tan mayor. Tengo sólo 53 años frente a los casi 25 que tiene él.
Escribir me proporciona una gran felicidad. Disfruto mucho con mis artículos quincenales en el blog de la Ura, así como con las críticas de cine también quincenales. Y hablando de cine: disfruto mucho también yendo todos los miércoles al cine para ver una nueva película. A veces repito cuando me gusta mucho. El cine está sólo a 3.70 euros y esto me lo puedo permitir porque tengo ciertos problemas económicos porque se me han acumulado los pagos y estoy un poquito tieso. El cine me distrae. A veces me quedo hasta dormido de lo relajado que estoy en el cine. 
La felicidad como veréis hay que buscársela. Yo disfruto mucho también paseando. Me viene bien también para adelgazar porque estoy un poco gordo y tengo que perder bastantes kilos, por lo menos 20. Yo le pongo toda la buena voluntad del mundo y en eso encuentro también felicidad cuando me peso los martes quincenales y he perdido algo de peso. Como bien y procuro cuidarme porque ya tengo edad de ciertos achaques porque voy camino de los 60 y tengo que cuidarme. Debo hacerlo también por las personas que me quieren que desean verme bien y que no tenga achaques ni ningún problema importante de salud.
Las desgracias efectivamente vienen solas. Una de las últimas desgracias que he tenido es la muerte del padre de un amigo mío que era más amigo que su propio hijo. Desde siempre me ha tratado como a un hijo. Era un poco mi segundo padre. Él me enseñó hace 40 años a jugar al ajedrez y hemos jugado infinidad de partidas. Él me dio el primer jaque pastor de mi vida, el más inocente de todos los jaque mates. Hay que ser muy ingenuo y estar muy despistado para que te den el jaque pastor.
Siempre me ha abierto las puertas de su casa. Recuerdo que cuando era pequeño iba muchas tardes a merendar a su casa con su hijo. Tomaba leche y lo que había hace 40 años: pan o galletas. Había poco donde elegir. Una vez me llevó incluso de vacaciones a Almería, donde estuvimos tres semanas maravillosas. Recuerdo que allí cumplí los 20 años y me regaló una tarta de chocolate con el número 20 y me hizo un regalo y me rodeé de mis amigos almerienses de Roquetas, Aguadulce, etc… Quiero mucho a Almería y tengo recuerdos entrañables de ella. En el año 1984 pasé más de un mes allí solo. Fueron unas vacaciones estupendas, aunque hechas con muy poco dinero. Pero yo siempre he sabido aviarme con el dinero que he tenido, que siempre ha sido poco, pero lo suficiente para mis necesidades. Me lo quitaba normalmente de la comida y otras cosas así para estirar el dinero lo máximo posible.
Recuerdo al padre de mi amigo de una forma muy entrañable. Ha muerto de un ictus. Fulminante. Ha sido perderlo de inmediato, sin tiempo para digerir la enfermedad. Yo lo quería mucho y siempre ha sabido darme todo su calor. Su hijo, mi amigo también, trabaja en la Caixa y días atrás lo vi trabajando en mi sucursal y le pregunté por su padre y me dijo que estaba bien. Días después lo hemos perdido. Ha sido un visto y no visto. Era un hombre muy culto, al que le encantaba leer. Nunca faltó a la cita con mis libros. Siempre me los compraba y me daba los mismos ánimos que me daba mi propio padre. Era también del Sevilla FC y disfrutábamos mucho con las victorias de nuestro equipo. Y con todos los títulos conseguidos en los últimos años.
Esta desgracia me ha  venido como me vino el divorcio hace ya muchos años. Pues todavía tengo pesadillas con el dichoso divorcio. A veces me levanto guiado por la ansiedad que me afecta enormemente. Y son tantos los años que ya han pasado. Y ya no sufro por mi hijo. No sé por qué los sueños no me dejan tranquilo y se olvidan de mí para siempre. Antes de dormir le pido a Dios que no tenga pesadillas ni sueños de malos rollos. Pero tengo pesadillas con el divorcio todavía y esto para mí es una desgracia.
La ansiedad es otra de mis desgracias. No me deja vivir con la felicidad que quisiera. Me ataca con mucha frecuencia y no me deja tranquilo muchas horas del día. Yo lucho cuanto puedo, exactamente igual que con el trastorno obsesivo compulsivo. Voy mejorando ligeramente con una gran voluntad por mi parte. Le echo todo el valor que puedo y tiro hacia delante con toda la energía que puedo.
En fin: que la vida es este equilibrio de la felicidad y la desdicha. Hay motivos sobrados para ambas. No debemos quedarnos sólo con la desgracia porque seríamos tontos y egoístas. Hay que disfrutar de la felicidad también y cuando llega la muerte aceptarla como parte de la existencia y ya está, con la mayor naturalidad del mundo. Morir  es tan terriblemente sencillo que sólo se puede considerar un paso más de la vida.
Si pensáramos fríamente lo fácil que es morirse sufriríamos menos porque nos daríamos cuenta del verdadero valor que tiene la existencia. Hay que aprovecharla al máximo y disfrutarla lo más posible porque insisto en que es demasiado fácil morirse. La muerte es un paso más de la existencia. A ella van todos los ríos manriqueños, pero no hay que convertirla en absoluto en una obsesión sino en la culminación de un ciclo vital como ha pasado con el padre de mi amigo, mi gran amigo cuyo nombre prefiero que permanezca en el anonimato por si a la familia le molesta. Sé que está en un mundo mejor donde es más feliz que aquí aunque él ha disfrutado enormemente de la vida y ha hecho el bien que ha podido a todas las personas, incluido yo.
Bueno: son muchos los ejemplos que puedo poner de felicidad y desdicha pero con esto es suficiente para ilustrar el tema en cuestión. Vivir es lo importante. Así lo dije en una conferencia que di con ese título precisamente, Vivir, hace ya bastantes años, con motivo de la muerte de otro gran amigo. Se dice que se va envejeciendo cuando van muriendo a tu alrededor tus amigos. Es una forma de verdad.
Ánimo pues a todos para que viváis lo mejor posible y seáis lo más feliz que podáis. La vida se mire como se mire es corta y no se puede perder demasiado tiempo en lamentaciones porque agotamos posibilidades de supervivencia y disfrute. Salud y suerte.


José Cuadrado Morales

2 comentarios:

  1. Buen artículo, José. De acuerdo contigo en que la felicidad hay que buscarla, o saber encontrarla en las pequeñas cosas. Un saludico

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  2. Me ha gustado mucho tu artículo sobre la felicidad y la desdicha.Yo ahora ya pienso que es mejor intentar vivir el día a día, y no obsesionarse demasiado con lo que nos ha pasado en el pasado.
    Pienso que un divorcio puede afectar mucho a una persona, y siento que tú todavía estés tan afectado por eso.
    Pero, como dices, estuviste en la Feria y pasaste un día muy agradable con tu hijo, con el que te llevas bien, que es algo complicado hoy en día. Disfruta todo lo que puedas de tu hijo. Intenta que en tu vida haya más momentos de felicidad que de desdicha. Intenta ser feliz.
    Un abrazo,
    Arantza.

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