De ambas se nutre la
existencia en mayor o menor medida. Se suele decir que las razones para la
felicidad hay que buscarlas y las razones para la desdicha vienen solas. El
caso es que estamos siempre con esa dualidad y luchamos por encontrar la
felicidad para vencer los motivos de la desdicha.
Si la felicidad hay que
buscarla eso es lo que he hecho yo esta Feria que acaba de terminar. He ido un
día y estuve poquito tiempo pero me lo pasé muy bien. Me monté en el gusano
loco, en el látigo y los coches locos o coches de choque. Estuve almorzando en
uno de los chiringuitos que se ponen en el extrarradio de la Feria : medio pollo asado con
patatas y una coca-cola y con eso he sido muy feliz. También tomé buñuelos de
viento en el Patio Gitano por recomendación de mi hermana pequeña. Igualmente
jugué en la tómbola y por primera vez en muchos años me ha tocado algo: un
peluche con forma de corazón con piernas y brazos, rojo, color Sevilla FC, que
he puesto en el tablón de anuncios de mi dormitorio, donde suelo poner las
cosas importantes. También me tomé un gofre con licor, que nunca lo había
probado. Había poca gente. No era la hora de máxima afluencia de público.
Estuve tranquilo y no estaba solo, sino con mi hijo, que por unas horas dejó sus
oposiciones a juez para descansar y acompañarme.
Le doy las gracias porque sé
que está muy ocupado, pero como hijo se preocupa de mí. Mañana martes hemos
quedado también para almorzar y aprovechamos para charlar y contarnos nuestras
cosas mutuamente. Nos llevamos muy bien y eso me proporciona una gran
felicidad. No todos los padres pueden decir que se llevan muy bien con sus
hijos hoy día donde hay tantos problemas generacionales, como ha habido
siempre, pero hoy están más acentuados porque los conflictos generacionales
están a la orden del día. Entre mi hijo y yo no existen esos problemas
generacionales y nos llevamos muy bien, lo cual es una de las razones
principales de mi felicidad. Tampoco soy un padre tan mayor. Tengo sólo 53 años
frente a los casi 25 que tiene él.
Escribir me proporciona una
gran felicidad. Disfruto mucho con mis artículos quincenales en el blog de la Ura , así como con las críticas
de cine también quincenales. Y hablando de cine: disfruto mucho también yendo
todos los miércoles al cine para ver una nueva película. A veces repito cuando
me gusta mucho. El cine está sólo a 3.70 euros y esto me lo puedo permitir
porque tengo ciertos problemas económicos porque se me han acumulado los pagos
y estoy un poquito tieso. El cine me distrae. A veces me quedo hasta dormido de
lo relajado que estoy en el cine.
La felicidad como veréis hay
que buscársela. Yo disfruto mucho también paseando. Me viene bien también para
adelgazar porque estoy un poco gordo y tengo que perder bastantes kilos, por lo
menos 20. Yo le pongo toda la buena voluntad del mundo y en eso encuentro
también felicidad cuando me peso los martes quincenales y he perdido algo de
peso. Como bien y procuro cuidarme porque ya tengo edad de ciertos achaques
porque voy camino de los 60 y tengo que cuidarme. Debo hacerlo también por las
personas que me quieren que desean verme bien y que no tenga achaques ni ningún
problema importante de salud.
Las desgracias efectivamente
vienen solas. Una de las últimas desgracias que he tenido es la muerte del
padre de un amigo mío que era más amigo que su propio hijo. Desde siempre me ha
tratado como a un hijo. Era un poco mi segundo padre. Él me enseñó hace 40 años
a jugar al ajedrez y hemos jugado infinidad de partidas. Él me dio el primer
jaque pastor de mi vida, el más inocente de todos los jaque mates. Hay que ser
muy ingenuo y estar muy despistado para que te den el jaque pastor.
Siempre me ha abierto las
puertas de su casa. Recuerdo que cuando era pequeño iba muchas tardes a
merendar a su casa con su hijo. Tomaba leche y lo que había hace 40 años: pan o
galletas. Había poco donde elegir. Una vez me llevó incluso de vacaciones a
Almería, donde estuvimos tres semanas maravillosas. Recuerdo que allí cumplí
los 20 años y me regaló una tarta de chocolate con el número 20 y me hizo un
regalo y me rodeé de mis amigos almerienses de Roquetas, Aguadulce, etc… Quiero
mucho a Almería y tengo recuerdos entrañables de ella. En el año 1984 pasé más
de un mes allí solo. Fueron unas vacaciones estupendas, aunque hechas con muy
poco dinero. Pero yo siempre he sabido aviarme con el dinero que he tenido, que
siempre ha sido poco, pero lo suficiente para mis necesidades. Me lo quitaba
normalmente de la comida y otras cosas así para estirar el dinero lo máximo
posible.
Recuerdo al padre de mi amigo
de una forma muy entrañable. Ha muerto de un ictus. Fulminante. Ha sido
perderlo de inmediato, sin tiempo para digerir la enfermedad. Yo lo quería
mucho y siempre ha sabido darme todo su calor. Su hijo, mi amigo también, trabaja
en la Caixa y
días atrás lo vi trabajando en mi sucursal y le pregunté por su padre y me dijo
que estaba bien. Días después lo hemos perdido. Ha sido un visto y no visto.
Era un hombre muy culto, al que le encantaba leer. Nunca faltó a la cita con mis
libros. Siempre me los compraba y me daba los mismos ánimos que me daba mi
propio padre. Era también del Sevilla FC y disfrutábamos mucho con las
victorias de nuestro equipo. Y con todos los títulos conseguidos en los últimos
años.
Esta desgracia me ha venido como me vino el divorcio hace ya
muchos años. Pues todavía tengo pesadillas con el dichoso divorcio. A veces me
levanto guiado por la ansiedad que me afecta enormemente. Y son tantos los años
que ya han pasado. Y ya no sufro por mi hijo. No sé por qué los sueños no me
dejan tranquilo y se olvidan de mí para siempre. Antes de dormir le pido a Dios
que no tenga pesadillas ni sueños de malos rollos. Pero tengo pesadillas con el
divorcio todavía y esto para mí es una desgracia.
La ansiedad es otra de mis
desgracias. No me deja vivir con la felicidad que quisiera. Me ataca con mucha
frecuencia y no me deja tranquilo muchas horas del día. Yo lucho cuanto puedo,
exactamente igual que con el trastorno obsesivo compulsivo. Voy mejorando
ligeramente con una gran voluntad por mi parte. Le echo todo el valor que puedo
y tiro hacia delante con toda la energía que puedo.
En fin: que la vida es este
equilibrio de la felicidad y la desdicha. Hay motivos sobrados para ambas. No
debemos quedarnos sólo con la desgracia porque seríamos tontos y egoístas. Hay
que disfrutar de la felicidad también y cuando llega la muerte aceptarla como
parte de la existencia y ya está, con la mayor naturalidad del mundo. Morir es tan terriblemente sencillo que sólo se
puede considerar un paso más de la vida.
Si pensáramos fríamente lo
fácil que es morirse sufriríamos menos porque nos daríamos cuenta del verdadero
valor que tiene la existencia. Hay que aprovecharla al máximo y disfrutarla lo
más posible porque insisto en que es demasiado fácil morirse. La muerte es un
paso más de la existencia. A ella van todos los ríos manriqueños, pero no hay
que convertirla en absoluto en una obsesión sino en la culminación de un ciclo
vital como ha pasado con el padre de mi amigo, mi gran amigo cuyo nombre
prefiero que permanezca en el anonimato por si a la familia le molesta. Sé que
está en un mundo mejor donde es más feliz que aquí aunque él ha disfrutado
enormemente de la vida y ha hecho el bien que ha podido a todas las personas,
incluido yo.
Bueno: son muchos los
ejemplos que puedo poner de felicidad y desdicha pero con esto es suficiente
para ilustrar el tema en cuestión. Vivir es lo importante. Así lo dije en una
conferencia que di con ese título precisamente, Vivir, hace ya bastantes años, con
motivo de la muerte de otro gran amigo. Se dice que se va envejeciendo cuando
van muriendo a tu alrededor tus amigos. Es una forma de verdad.
Ánimo pues a todos para que
viváis lo mejor posible y seáis lo más feliz que podáis. La vida se mire como
se mire es corta y no se puede perder demasiado tiempo en lamentaciones porque
agotamos posibilidades de supervivencia y disfrute. Salud y suerte.
José Cuadrado Morales
Buen artículo, José. De acuerdo contigo en que la felicidad hay que buscarla, o saber encontrarla en las pequeñas cosas. Un saludico
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu artículo sobre la felicidad y la desdicha.Yo ahora ya pienso que es mejor intentar vivir el día a día, y no obsesionarse demasiado con lo que nos ha pasado en el pasado.
ResponderEliminarPienso que un divorcio puede afectar mucho a una persona, y siento que tú todavía estés tan afectado por eso.
Pero, como dices, estuviste en la Feria y pasaste un día muy agradable con tu hijo, con el que te llevas bien, que es algo complicado hoy en día. Disfruta todo lo que puedas de tu hijo. Intenta que en tu vida haya más momentos de felicidad que de desdicha. Intenta ser feliz.
Un abrazo,
Arantza.