Yo estoy harto desde hace bastantes meses, por el espectáculo
lamentable que están dando continuamente, de los políticos
españoles. No quiero hablar en esta ocasión de los políticos de
otra nacionalidad por no mezclar asuntos diversos. Se podrían decir
tantas cosas por ejemplo del Presidente de los Estados Unidos Donald
Trump, un verdadero impresentable. Pero lo dejo hoy a un lado. Tal
vez mereciera un artículo individual.
Los políticos españoles tienen un ombligo, en sentido general, muy
grande y se lo están mirando continuamente. Son egoístas y, como
dije hace más de veinte años en una entrevista que me hicieron con
motivo de la publicación de uno de mis primeros libros, no tienen en
sentido general ni idea de las necesidades del pueblo.
Llevamos muchos meses con un Gobierno en funciones porque no han sido
capaces después de las últimas Elecciones Generales de ponerse de
acuerdo ni las llamadas izquierdas ni las llamadas derechas, división
o calificación que me importa bien poco para el asunto que hoy
trato.
Las llamadas derechas están representadas por un Partido Popular que
se ha ido suavizando para no radicalizarse progresivamente. También
por Ciudadanos, una derecha que podríamos llamar light porque es
capaz de pactar con quien sea para hacer posibles las
gobernabilidades de Ayuntamientos y Comunidades. Y por último Vox,
que se supone representa a la ultraderecha, aunque no creo mucho en
esa denominación porque al fin y al cabo forma parte del sistema
parlamentario y sus diputados han sido elegidos democráticamente por
la voluntad del pueblo. No han podido ponerse de acuerdo alegando las
más diferentes de las opiniones.
Y qué decir de las llamadas izquierdas, sobre del todo del Partido
Socialista y de Unidas Podemos. Es increíble que no se hayan puesto
de acuerdo para gobernar la nación. Se supone que tienen ideas
afines , pero se han pasado todo el tiempo hablando de un gobierno de
coalición o de un gobierno de cooperación. En definitiva se trataba
de un tema de cuotas de poder. Pedro Sánchez es básicamente un
tirano en ese sentido porque quiere como diría Clint Eastwood el
poder absoluto. Quiere un gobierno de cooperación con Podemos pero
no quiere ceder Ministerios ni cargos importantes, sólo cargos
secundarios de la Administración que no satisfacían las
aspiraciones de poder de Unidas Podemos.
Y Unidas Podemos quería un Gobierno de coalición para estar más
unido al poder real de la nación para lo que exigía algunos
Ministerios o incluso una vicepresidencia para Pablo Iglesias, un
político al que no le discuto su inteligencia ni su verbo, pero que
me genera mucho rechazo desde la coleta y su aspecto desastrado a su
actitud muchas veces fascista de exponer las claves y las enredaderas
subterráneas del poder al defender a países hispanoamericanos con
dictadores claramente en el poder y que no son precisamente modelos
de democracia.
No entiendo a Pablo Iglesias ni a Pedro Sánchez. Tanto diálogo para
nada. Diálogo para sordos o para bobos que es probablemente lo que
son. El caso es que han dado lugar a la celebración de las cuartas
Elecciones Generales en cuatro años, algo que produce una
inestabilidad tremenda en la nación y a que muchas cosas importantes
pendientes estén sin resolver.
El rey Felipe VI, Jefe del Estado, ha tenido que decir basta. Viendo
que no había ningún candidato con los apoyos suficientes para
formar Gobierno dio un golpe encima de la mesa y dijo basta. Se
acabaron las reuniones con los representantes políticos una y otra
vez. Conminó para la celebración de unas nuevas Elecciones
Generales previa disolución de las Cámaras. El rey ha dado un
ejemplo de sensatez al decir que ya estaba bien de ocho meses de
Gobierno en funciones. Pero los sueldos no son en funciones y desde
luego esto no es fácil demagogia sino una absoluta realidad.
El rey ha demostrado que es el mejor político sin serlo. Ha
demostrado un sentido de Estado auténticamente envidiable. Tiene un
buen precedente en su padre, pero Felipe VI creo que es mejor que su
padre Juan Carlos I y creo también que está mejor preparado. Y no
le tiembla en pulso ante la manada de ineptos que pretenden
gobernarnos y ni eso saben.
Mientras tanto sigue pendiente el tema de Cataluña. Cuando le
apetece Pedro Sánchez saca el tema del famoso artículo 155 de la
Constitución para contentar a la mayoría que vio bien en su momento
que el Partido Popular lo aplicara. Después Pedro Sánchez lo
quitaría y dio alas a los independentistas. El artículo 155 es
constitucional. Y los catalanes tienen unas cuotas de gobernabilidad
superior al resto de comunidades y sólo comparable a los niveles de
poder que tienen los vascos. Todo va en función de los intereses de
poder, de los apoyos que necesita Pedro Sánchez para gobernar, pero
ni siendo benévolo con los independentistas ha conseguido su apoyo
para poder gobernar. Los independentistas no se casan con nadie, sólo
con sus propios intereses. Es un problema de los nacionalistas que
tantos conflictos han provocado a lo largo de la Historia. No hay más
que recordar los nacionalismos en la Península de los Balcanes y la
cantidad de países que han surgido después de la superación de las
guerras brutales que allí se han dado. Hay etnias muy distintas y
con intereses contrapuestos. La solución fue la formación de
diversos países, pero esto no tiene nada que ver con los catalanes.
Los catalanes no tienen motivos para desear la independencia ni hay
una realidad política que la justifique. Están integrados en España
y tienen una autonomía francamente muy desarrollada.
Estoy harto y me da miedo otra precampaña electoral y otra campaña
electoral. ¡Dios mío la que se nos viene encima! Otra vez los
mítines, las promesas que no cumplirán, las mentiras necesarias y
arriesgadas a los Arnold Swazenegger. Otra vez el ofrecimiento de
pactos poselectorales que no cumplirán porque volverán a surgir los
problemas de poder. Porque ésa esa la clave de todo: EL PODER.
Maldito poder. ¿Qué tendrá además de la famosa erótica que se le
supone? Imagino ahora lo que puede ocurrir: que se dé el mismo
panorama político que existe actualmente. ¿Iremos entonces a unas
quintas Elecciones Generales? Esto ya será una broma. ¿Tendrá el
rey si la Constitución lo permite que nombrar a alguien a dedo para
poder formar un Gobierno que nos gobierne de veras y acabe con tanta
anarquía y tanto desorden?
Veremos qué pasa. Mientras tanto yo expreso en este artículo que he
escrito muy relajado para lo airado que me siento mi hartazgo de los
políticos españoles. Son una panda de impresentables absolutos que
sólo anhelan una confortable poltrona que tiene ya cabreados a un
alto porcentaje de ciudadanos. Que no se quejen después los
políticos de que pueda aumentar considerablemente la abstención.
A ver qué pasa insisto.
Ojalá vaya todo bien.
Salud y suerte.
José Cuadrado
Morales
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