El pasado mes de julio me
despedía para las vacaciones de verano de los lectores del blog con
un adiós pasajero. Porque adiós no siempre significa adiós.
Significa un hasta luego, un hasta pronto, un hasta siempre porque
estoy aquí otra vez hoy, mes de septiembre, cuando acaba de nacer la
estación del otoño, dispuesto a transmitir mis vivencias a todos
aquellos que estén interesados en ellas, a todos los que son
cómplices de mis vivencias y de mis trasiegos por esta hermosa
aventura del vivir.
He pasado un verano atípico.
Para empezar diré que no he salido de vacaciones mis cuatro días
como suelo hacer todos los años a Madrid o a Arcos de la Frontera.
Madrid como gran ciudad donde me puedo perder maravillosamente
pasando completamente desapercibido. Y Arcos como pueblo blanco
extraordinario donde disfruto de una paz muy especial que es
absolutamente increíble.
He establecido una estrategia de trabajo muy dura. Tenía que vencer lo máximo posible al TOC. Y lo he conseguido. Se puede decir que he superado el TOC un 60%. Me queda un 40% por superar. He luchado muy duro para poder superar los rituales y las manías que conlleva esta dolorosa enfermedad, muy extendida pero poco considerada científicamente. No digamos personalmente.
Ya no me llevo todas las
mañanas dos horas repasando las cosas de la casa, los pensamientos
obsesivos que me tenían hecho un esclavo, los múltiples rituales
que me hacían perder un montón de tiempo de mi vida, vida
irrecuperable. Y es ésta uno de los efectos secundarios más
terribles del trastorno obsesivo compulsivo: la pérdida de tiempo,
que es tanto como decir que es pérdida de vida. Y quiero decir
claramente que mi vida es mía, que es justamente el título de una
película de una persona que quiere que le apliquen la eutanasia
porque padece una enfermedad que lo tiene absolutamente paralizado en
una cama. El actor es Richard Dreyfuss.
Ya no quiero que el TOC me
robe más vida. Mi vida es mía insisto y estoy cansado de esas
mañanas largas en las que tenía que levantarme a las tres de la
madrugada para empezar a hacer los repasos y rituales que me tenían
esclavizado cada día más. Ahora ya me levanto a las 6 de la mañana.
Consigo dormir a veces más de 6 horas, algo impensable
anteriormente. He ganado en sueño y en calidad de vida, y me siento
más optimista porque creo que he recuperado mi vida.
Pero todavía queda el 40%,
pero no me hacer eso ser negativo porque ahora me siento con la
voluntad suficiente como para superarlo. Tengo el camino trazado y no
tengo más que seguirlo. Aún queda mucha lucha, mucha batalla,
mucha guerra, pero voy a resultar el vencedor.
Me han ayudado mucho las
pastillas, la medicación. Sin las pastillas de las que antes
abominaba no hubiera sido capaz de superar el TOC en un 60%. El
tratamiento que me han puesto me ha ayudado a ver las cosas con más
claridad, sin estar medio dormido siempre como estaba antes. Ahora no
me quedo dormido en cualquier sitio. Ahora tengo la mente más
lúcida, más fresca y una actitud más positiva para hacer frente al
resto de la enfermedad que aún me queda por derrotar.
Adiós no es siempre adiós y
aquí vuelvo a estar con una disposición más positiva, con una
capacidad de lucha de la que antes carecía. Me siento nuevo ,
fresco, con un cansancio positivo. A veces hay que cansarse para
alcanzar la victoria. No me cansa decir adiós al TOC cuando lo venza
del todo si es que llega algún día esa realidad que tanto anhelo.
He leído mucho en verano.
Sobre todo las obras completas de Basho, un poeta japonés
especializado en haikus. Un libro maravilloso, pleno de belleza y de
sabiduría.
He leído también un libro de
aforismo de Lechowski, un rapero escritor. Un libro que me regaló mi
hijo por mi cumpleaños. Un conjunto de aforismos inteligentes,
algunos obvios, que me han marcado también la guía hacia la
superación parcial del trastorno obsesivo compulsivo.
He releído por enésima vez
el libro Narciso de Germán Sánchez Espeso, Premio Nadal de 1980. Un
libro extraordinario que me ayudó a conocer enormemente las
características de la novela contemporánea. Es una pena que este
autor desapareciera y dejara una obra tan corta.
He leído libros de poesía de
amigos que me los han enviado generosamente para conocer sus últimas
producciones.
He repasado varias veces mi
último libro Sentimientos y emociones. Quiero detectar posibles
errores para no cometerlos de nuevo en mi próxima novela.
He escrito algo. Poco. Yo soy
escritor de inviernos.
He salido con mi hijo para
estrechar relaciones cada vez más intensas. Mañana tengo mi próxima
cita con él. Ya trabaja y tiene más dinero que yo. Ya paga él las
comidas. Es un hombre y quiero que me haga pronto abuelo. Tengo ese
sueño.
Adiós no es siempre adiós y
aquí estoy diciendo hola con todo el coraje del mundo, dispuesto a
empezar un nuevo curso con toda la fuerza del mundo.
Tengo pendiente un estudio del
hígado que lo tengo algo graso y estoy pendiente de pruebas para
determinar si necesito medicación o no. Estoy moderadamente
preocupado. Gracias a Dios ya no soy tan hipocondríaco como antes.
Eso también lo he superado casi del todo.
En definitiva un verano muy
rico. No he echado de menos Madrid ni Arcos. Tal vez caigan más
adelante sin que tenga que ser verano. El otoño y el invierno
también son estaciones hermosas que tienen sus particulares
encantos. Quiero seguir descubriéndolos.
Adiós no es siempre adiós.
Yo os saludo, amigos míos, lectores queridos que siempre estáis ahí
leyéndome y haciendo comentarios de mis escritos. Yo agradezco
vuestra generosidad, del mismo modo que yo me entrego plenamente en
mis escritos.
Sigamos juntos un curso más
que espero sea muy fructífero.
TODO EMPIEZA BIEN.
Todo terminará bien.
Salud y suerte.
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