Llevo casi dos años sin ir al
cine. Se cumplirán el próximo mes de agosto. La última película
que vi creo que fue El caballero oscuro de Chistopher Nolan en
Madrid. En mi próxima novela, Sentimientos y emociones, final de la
trilogía Monólogo en clave neurótica, explico en tres pequeños
capítulos las razones de por qué no voy al cine, a parte de la
razón puramente económica, que la doy por sobreentendida.
Viene esto a cuento porque
quiero recordar una película que tiene que ver con el título de
este nuevo artículo, uno de los últimos antes de las próximas
vacaciones veraniegas.
La película es La soledad del
corredor de fondo, traducción prácticamente literal del original
inglés: The loliness of the long distance of runner. Es una película
del año 1962 que no se estrenó en España hasta 1968. Estaba
dirigida por Tony Richardson, prestigioso director. Protagonistas de
postín, entre otros Tom Courtenay y Michael Redgrave. Sus carreras
son una demostración de su talento, de cómo se hicieron un hueco
entre los grandes intérpretes ingleses.
La película está filmada en
blanco y negro. Y es la historia de un joven conflictivo y rebelde ,
estudiante en un reformatorio, que se entrena corriendo para una
carrera a campo a través. Durante la carrera va reflexionando sobre
su vida, sobre todas sus cosas buenas y malas, sobre todo lo que de
valor tiene su existencia y su futuro. Corre y medita. Corre y
piensa. No va a ninguna parte concreta. La carrera es la meta en sí.
Y sus planteamientos y sus propios pensamientos.
Pues yo he titulado mi
artículo La soledad del caminante de fondo porque ahora estoy
haciendo largas caminatas por prescripción médica para adelgazar.
En inglés sería lo mismo que el título de la otra película. Sólo
cambiaría walker por runner.

Estoy aprovechando las horas
de mis largas caminatas terapéuticas para reflexionar sobre muchas
cosas. Por ejemplo: el atraco del que fui objeto y que pudo costarme
la vida. No debí ser tan temerario. No debí enfrentarme al ladrón
porque igual en este momento estaría muerto. Hay que ser más
prudente y paciente, y la paciencia no es una virtud que me sobre.
Estoy pensando mucho en la
próxima novela que va a salir en dos semanas más o menos. Ya he
dicho su título al principio de mi artículo. He quedado muy
contento con ella. Ya pongo punto y final a mi trilogía soñada
desde que era un adolescente. Ya era hora. Antes he escrito 14 libros
de poesía. Ha llegado el momento de que la narrativa ocupe el lugar
de la poesía. Tenía que haber empezado antes quizás, pero ya no
tiene remedio y no hay que darle más importancia. Mientras tenga
tiempo y salud voy a seguir escribiendo y voy a seguir contento con
la novela, un género que me encanta.
La tercera novela es la más
larga de las tres de la trilogía. Me gusta mucho cómo ha quedado,
cercana al lector. Pone el final a la historia de Leocadio, el
personaje protagonista. A todo su universo neurótico y obsesivo que
parecía no tener fin. Pero todo llega. Es sólo cuestión de tiempo
y de paciencia, virtud que estoy intentando cultivar escribiendo
narrativa.
Estoy pensando también mientras ando en mi próximo proyecto literario, una novela larga, gorda, de la que prefiero no decir mucho más. Ahonda en el universo de Leocadio desde otra perspectiva. Es una novela sencilla. Será una novela sencilla. Aún no tengo nada escrito porque yo no empiezo a escribir una novela nueva hasta que termino de vender la anterior. Y todavía no he empezado a vender Sentimientos y emociones. Ahora hay que hacer un poco de relaciones públicas y de vendedor. Me ayuda también mucho mi hermana pequeña, la que padece de esclerosis múltiple, pero que tiene una voluntad de hierro y con un teléfono es capaz de hacer maravillas. A ella le debo gran parte de los ejemplares que se venden de mis libros. Tiene una vitalidad y un sentido del humor que envidio. Me enseña mucho desde su sufrimiento y con su sufrimiento.
Estoy pensando también mientras ando en mi próximo proyecto literario, una novela larga, gorda, de la que prefiero no decir mucho más. Ahonda en el universo de Leocadio desde otra perspectiva. Es una novela sencilla. Será una novela sencilla. Aún no tengo nada escrito porque yo no empiezo a escribir una novela nueva hasta que termino de vender la anterior. Y todavía no he empezado a vender Sentimientos y emociones. Ahora hay que hacer un poco de relaciones públicas y de vendedor. Me ayuda también mucho mi hermana pequeña, la que padece de esclerosis múltiple, pero que tiene una voluntad de hierro y con un teléfono es capaz de hacer maravillas. A ella le debo gran parte de los ejemplares que se venden de mis libros. Tiene una vitalidad y un sentido del humor que envidio. Me enseña mucho desde su sufrimiento y con su sufrimiento.

En mis paseos voy dando rienda
suelta a mi imaginación y mis personajes se van creando poco a poco,
y las situaciones que viven y todo cuanto son. Vamos uniendo lazos.
Estoy solo mientras camino, pero mis personajes me van a su vez
acompañando. La Literatura tiene esa magia: elimina la soledad a
través de los personajes.
Pero soy actualmente un
caminante de fondo. Camino más de una hora todos los días, por la
misma ruta para crear una rutina positiva. Espero tener voluntad y
paciencia. Está en juego mi salud. No todo es Literatura. Y mientras
más me cuide más podré escribir. Salud y suerte.
José
Cuadrado Morales.
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