Este fin de semana ha sido
especialmente duro debido a mis problemas de nervios. No es novedad
como sabéis por mis artículos y sobre todo por el más reciente.
He reflexionado mucho sobre la
enfermedad mental y he llegado a la conclusión de que estoy harto de
ser un enfermo mental en muchos sentidos, básicamente en dos: en el
sentido semántico de la expresión y en el sentido médico,
patológico o psiquiátrico de la misma.
No me gusta la expresión de
enfermo mental, cosa que ya saben mis lectores habituales. Me da
mucha grima. Creo que es un estigma en sí misma esa expresión.
Nadie dice: estoy enfermo del aparato digestivo. Dice tengo gastritis
o esofaguitis o cualquier otra enfermedad del aparato digestivo. Lo
mismo ocurre con otras patologías. Si yo tengo problemas de nervios
no quiero decir que soy un enfermo mental, sino que tengo lo que
tengo: Trastorno Obsesivo Compulsivo. No soy un enfermo mental.
Simplemente padezco una enfermedad de las muchas que existen
relacionados con el sistema nervioso.
Tampoco me gusta la expresión
salud mental. Parece como si los que no tuvieran problemas de nervios
tuvieran una salud mental perfecta cuando nadie está libre de una
depresión ocasional, una crisis de ansiedad o cualquiera de las
patologías más usuales del sistema nervioso central. La salud
mental afecta a todo el mundo. ¿Por qué se tiene que aplicar sólo
a un número reducido de personas? No me siento identificado con la
expresión salud mental. Padezco lo que padezco y punto. No quiero
más estigmas ni más cartelitos que me identifiquen como algo ajeno
a la sociedad. No soy un apestado y no quiero sentirme discriminado.
Estoy muy cansado de ir al psiquiatra y ver el dichoso cartelito de
SALUD MENTAL. ¿Qué es eso de la salud mental? Yo tengo TOC y punto.
No quiero saber nada más. Y no quiero que me incluyan en
estadísticas de enfermos mentales y enfermos no mentales. Son
discriminaciones que lo único que consiguen es crear estigmas y
carteles que causan mucho daño. Y no soy el único que lo dice.
Afortunadamente hay más personas que piensan como yo.
Y estoy harto de ser un
enfermo mental en el aspecto médico, clínico, psiquiátrico. Este
fin de semana lo he pasado casi entero en el sillón azul sentado,
sin quemar calorías, engordando. Muy ansioso y angustiado. No me
sentía deprimido. Me sentía muy extraño, muy pasivo. He hecho las
tareas domésticas, sobre todo lavar ropa aprovechando el descanso de
la lluvia. Le he dado un repasito a la casa. He comido no demasiado y
he fregado. He enviado mis whatsapps puntualmente y he tenido
comunicación con las personas más queridas. Pero me he sentido muy
solo, muy aislado del mundo. Parecía un misántropo. Pero no porque
yo no quiera relacionarme con la sociedad. Es que me invade una
pereza infinita que me impide hacer más cosas.
Afortunadamente no me ha dado
por meterme en la cama hasta la noche. La cama come mucho. Está uno
en duermevela total, no duerme bien, duele la cabeza y un montón de
sintomatología que es de todos los lectores conocida porque éste es
un blog para personas con problemas de nervios, no enfermos mentales.
He sentido la tentación de
acostarme muchas veces, pero me he acordado de la cantidad de días
que he perdido durmiendo o simplemente metido en la cama. Y no quiero
que vuelvan esos tiempos. Tengo que demostrarme a mí mismo que he
progresado, que he aprendido de mis errores, que no soy alumno
imposible de mi mismo dolor. El dolor debe ayudar a tomar decisiones
para mejorar la calidad de vida. Me queda mucho por aprender. Y soy,
creo, un alumno aventajado porque siento que he evolucionado a pesar
de todas esas horas tiradas en el sillón azul.
Estoy esperando las segundas
pruebas de imprenta de mi segunda novela, Amistades y amores. Cuando
tengo trabajo estoy más activo. Tengo un problema de manejar mi
tiempo libre. Lo manejo fatal. Lo estuve hablando el otro día con mi
psicóloga y llegamos al acuerdo de que tenía que manejar mejor mi
tiempo libre. Hasta ahora veo la tele, pero en Semana Santa salí
bastante a ver los pasos en las iglesias y en Feria he ido un día y
he almorzado allí y me he montado en tres cacharritos. Estaban muy
caros y de todas maneras con mis tres cacharritos habituales tenía
suficiente.
He jugado en la tómbola y me
ha tocado un peluche como todos los años: un muñeco vestido de
torero. Tengo una buena colección de peluches conseguidos en la
Feria. Me hacen compañía. Son como pequeños seres vivientes que
están a mi lado todo el tiempo y que me dan una compañía que yo no
les pido.
Son sensaciones porque la vida
está llena de sensaciones que viven todas las personas, no sólo
los mal llamados enfermos mentales. Yo hago una vida lo más parecida
a la normalidad. Ahora cuando termine de escribir este artículo iré
al supermercado a comprar mi almuerzo. Me lo cocinaré. Me tomaré un
refresco que hoy me apetece. Fregaré. Veré en la tele los concursos
culturales que me gustan. Es decir, una vida parecida a la
normalidad. A lo que hace la mayoría de las personas, no sólo yo.
¿Por qué se van a atrever a llamarme a mí enfermo mental? También
tengo una hernia de hiato y no voy proclamando que tengo averiado el
aparato digestivo. Quedaría de un cursi tremendo, de un finolis
pasado de rosca.
NO SOY UN ENFERMO MENTAL.
SOY UNA PERSONA CON UN
PROBLEMA DE SALUD Y YA ESTÁ.
ESTOY EN TRATAMIENTO Y LO HAGO
A RAJATABLA.
Este fin se semana me he
acordado de las veces que he dormido en el suelo porque no tenía ni
fuerzas para irme a la cama. Me levantaba del sillón y me tiraba en
el suelo. Y allí me quedaba dormido. Era incapaz de abrir la ropa de
la cama y meterme en ella. He vivido como un mendigo en mi propia
casa. Y eso me ha causado mucho dolor. Y me sigue causando dolor.
Pero he evolucionado y ya sí me meto en la cama cuando llega la
hora. Y hago una vida más normal. He superado muchas crisis de
angustia y más que un enfermo mental soy un SUPERVIVIENTE.
Así lo hablamos una vez en
una terapia de grupo. De si éramos supervivientes o no. Y llegamos a
la conclusión de que sí porque teníamos que superar una
sintomatología dura propia de estas enfermedades. Digo bien:
enfermedades. No enfermedades mentales. Yo tengo mi cabeza muy bien
puesta, si no no podría escribir mis novelas ni haber escrito
catorce libros de poesía y dado numerosas conferencias, pregones,
participado en debates, coloquios y demás.
Me han hecho
electroencefalogramas y siempre me decían que tenía un cerebro
privilegiado. ¿Por qué tengo que aguantar que me llamen un enfermo
mental si tengo ese cerebro privilegiado? Yo tengo una buena higiene
mental. No tengo más remedio que tomar medicaciones como otros
pacientes de otras enfermedades toman la suya. Pero yo no soy un
extraterrestre como Messi. Yo soy un terráqueo con sus defectos y
virtudes, con ganas de vivir, de salir adelante, de luchar, de luchar
por vivir, de luchar por todas las cosas que merecen la pena.
Ejerzo muy bien la función de
padre divorciado. Veo a mi hijo con frecuencia, almorzamos,
charlamos, él me cuenta cómo lleva la preparación de sus
Oposiciones a Gestor Procesal y Administrativo. Ha aprobado los dos
primeros exámenes. Le queda el tercero que tendrá lugar el 5 de
mayo, sábado.
Está más que preparado,
aunque él se siente inseguro. Yo trato de darle toda la seguridad
del mundo y lo voy consiguiendo. Es decir, no me aíslo de mi hijo,
no lo dejo abandonado. Y mantengo una buena relación con mi ex para
que mi hijo no sufra. Y para que no sufra yo tampoco.
Me he acordado de más cosas
del pasado este fin de semana. No quiero volver a recordarlas porque
son fuente de dolor y estoy cansado del dolor tanto como de la
enfermedad mental.
Quiero seguir siendo un
superviviente. Alguien que sortea las dificultades de la vida
cotidiana y sale adelante. Alguien que lleva las rutinas del día a
día con voluntad de supervivencia, con ganas de seguir adelante,
como puede hacerlo un enfermo de cáncer o un enfermo de Sida por
poner sólo el ejemplo de dos enfermedades más nada más.
Yo soy un enfermo de TOC y con
eso tengo que me sobra. No quiero más carteles, más definiciones,
más estudios sobre el tema. Quiero que me ayuden a superar mi
problema y salir adelante con la mayor dignidad posible. Porque de
eso se trata: de voluntad, dignidad y amor propio.
No quiero perder el amor
propio. No quiero dejar de quererme. No quiero que me critiquen o me
censuren más. Ya he pasado mucho y ha llegado el momento de decir
basta: estoy cansado de ser un enfermo mental. No me gusta la
expresión y no me gusta los inconvenientes que me trae.
Quiero ser un hombre libre de
mi enfermedad. Y para eso tengo que creerme que tengo una enfermedad
más y la segura posibilidad de que podré superarla. Salud y suerte.
José
Cuadrado Morales
Pepe me he llevado pensando que era un superviviente muchos años y en cierto modo lo somos todos los dias todos. A mi no me molesta por ahora que me llamen enfermo mental y así llevo muchos años aunque no se si lo que me ocurre es que a mi no me lo dicen, en mi entorno me tratan como a otra persona cualquiera, al menos en los últimos años, aunque también he tenido el estigma y autoestigma de loco:llegó a herirme en su día que un padre le dijera a su hijo pequeño, de unos cinco o seis años: "mira el hombre loco", pero resulta que después este mismo hombre en una procesión sacó una silla de su casa para que mi madre, de mas de ochenta años, se sentara, descansase y la viera;fue en mi pueblo y lo tenía casi perdonado pero entonces lo perdoné completamente. Ahora no me importan este tipo de cosas porque pienso que realmente en situaciones como la descrita el problema no es mio sino suyo. Lo de siempre Pepe y que nos viene ayudando muchísimo en los últimos años: intenta ser todo lo positivo que puedas y también intenta desvincularte de los estereotipos( yo, yo y yo, soy, soy y soy pueden ayudarnos a veces a subir la autoestima pero otras veces pueden tambien hundirnos), piensa esto último como posibilidad. Un saludo y un abrazo Pepe.
ResponderEliminarJesús
Hola Jesús. He leído tu interesante comentario. Yo me reafirmo en todo lo que digo en mi artículo, pero agradezco tus puntos de vista. Creo que todos los días somos un poco supervivientes, sin que eso signifique algo peyorativo.
ResponderEliminarA mí no me gusta que me llamen enfermo mental. No lo soy. Tengo una enfermedad como podría ser otra y no hay por qué calificarla como mental. Mi mente está sana. Y si no está sana, no soy un enfermo de ella. Es mi cuerpo en general el que falla y en su conjunto prefiero hablar de enfermedad simplemente y ya está.
No me siento acomplejado. Me siento un poco ansioso por tener esta enfermedad, pero lucho contra ella todos los días y por ello todos los días soy un superviviente. De eso me siento muy orgulloso. El problema de los calificativos como tú dices es de los demás, no nuestro. A nosotros nos debe dar igual cómo nos llamen o nos consideren.
Lucho por ser positivo como tú dices también y salir adelante siempre con mi problema. E intento desvincularme de los estereotipos que tú mencionas y muchos más que hay. Hay que subir la autoestima, la flexibilidad. Pensar que no todo debe de ser perfecto. Y vivir con seguridad y sin miedo para hacer frente a todas las adversidades. Hay un que ser un guerrero con la fuerza de mil guerreros. Siempre tenemos que dar un poco más que los demás o por lo menos lo mismo.
Cuídate mucho y sobrevive. Salud y suerte amigo. Pepe Cuadrado.