Es
el momento de la despedida, que en realidad es un hasta luego. Parece mentira
pero parece que fue ayer cuando estaba en septiembre de 2016 y daba comienzo la
nueva temporada de la Ura
como a mí me gusta decir. Pues ha pasado el tiempo, 10 meses, y han pasado
muchos artículos y críticas de cine, y el tiempo ha dejado su riqueza y sus
problemas al borde del camino, con más o menos calor y más o menos presencia.
En
los últimos días he publicado mi primera novela, que forma parte de una
trilogía titulada Monólogo en clave neurótica. La primera novela se titula
Historia de una obsesión. Es la historia de un enfermo de trastorno
obsesivo-compulsivo, es decir, de TOC, al que ingresan en una Unidad de Psiquiatría y con el apoyo
de sus amigos y otras personas consigue salir adelante.
No
es una novela autobiográfica. Hay un 5% de mí en la novela y un 95% de ficción.
La idea de la novela, de la trilogía después, nació cuando yo tenía 19 años, es
decir, hace 36 años. Entonces escribí unos primeros folios y los dejé aparcados
durante todos estos años para dedicarme a la poesía, pero después de 14
poemarios publicados ha llegado la hora de publicar mis tres novelas. Hay un
tiempo para cada cosa y cada uno conoce más o menos lo que es mejor para sí
mismo según las circunstancias.
Digo
esto porque yo también padezco como mi personaje central de TOC, pero eso no me
iguala a él porque, repito, casi todo es inventado. Además cuando yo ideé la
novela, la trilogía después, yo no padecía la enfermedad. Ésta me vino varios
años después. Son coincidencias del destino, en este caso fatal. De todas
maneras mi experiencia personal me ha servido para escribir la trilogía.
Durante
este verano, durante las vacaciones que empezarán el próximo viernes, hoy es
lunes, releeré la primera novela para buscar posibles fallos para no caer en
ellos en las dos novelas siguientes, que ya están escritas, sólo a falta de
correcciones, que suelen ser abundantes en mi caso porque soy muy puntilloso.
También
en mis vacaciones leeré las próximas dos novelas para ver en qué condiciones
están y comprobar si necesitarán muchos arreglos o no. Ya veremos y ya os iré
contando a la vuelta de vacaciones.
En
estas vacaciones no iré como la mayoría de la gente a la playa porque tuve en
1986 una experiencia muy funesta al quemarme con el sol. Sufrí quemaduras de
tercer grado sobre todo en las piernas. No estaba bien protegido y pagué las
consecuencias y desde entonces le tengo miedo al sol y a estar en la playa. No
me importa: soy más urbanita y ya sabéis los que me conocéis cuál es mi
destino.
Iré
a Madrid en agosto 4 días como siempre por las fiestas de la Paloma. Disfrutaré
como siempre de Madrid, esa ciudad gris como dice mi hijo que para mí está
repleta de colores y de toda clase de aportaciones creativas, culturales,
arquitectónicas y un largo etcétera. En Madrid me alojaré en el hostal de
siempre, donde me encuentro muy a gusto, cerca de la
Gran Vía para estar en el centro neurálgico
de la ciudad. Allí puedo leer también mi
libro, que siempre tengo la costumbre de llevar conmigo en mi viaje a Madrid.
Es como una segunda presentación oficial de mi novela en la segunda ciudad que
más quiero. La primera es Sevilla.
Durante
las vacaciones aprovecharé para ver mucho cine tanto en las pantallas grandes
como en la televisión. Puedo acostarme más tarde, aunque yo soy normalmente muy
madrugador. Me gusta eso de levantarme cuando el sol aún no ha asomado por el
horizonte y las farolas están aún encendidas. Es muy poético y romántico.
Por
fin tengo correo electrónico e internet en el móvil. Me voy actualizando como
dice mi hijo. Se trata de actualizarse a la fuerza porque yo no soy muy amigo
de las redes sociales y de las nuevas tecnologías en general. Sabéis que
todavía tengo mi antigua máquina de escribir Olivetti con la que me llevo muy
bien y con la que es imposible perder información.
Practicaré
durante el verano un poco más la vida social. La novela me ha tenido apartado
del mundo durante meses. La post producción de la novela y su edición han sido
agotadoras y me han dejado prácticamente sin fuerzas, así que me merezco un
descanso. Y tengo que leer más, algo para lo que también viene bien el verano:
dejarse llevar por personajes como Leocadio, el de mi primera novela, y todos
los que le rodean, y personajes de otros libros, y ensayos, y cuentos, y lo que
venga bien. Leer es fuente de cultura y viene bien a todas horas.
Veré
con más frecuencia a mi hijo, al que nunca tengo abandonado. No sé cuáles son
sus planes vacacionales porque sigue preparándose sus oposiciones a juez y
trabajando muy duro para ello. Ya veremos, pero siempre estamos cerca y él sabe
que me tiene a una llamada de teléfono. Ahí estaré siempre para él.
También
leeré un poco mejor el Manual del sufrimiento para aprender a sufrir lo menos
posible. Sufro demasiado como se dice vulgarmente cuando me como el coco, que
es muchas veces por pensar demasiado sobre todo en sentido negativo y después
la realidad me demuestra que las cosas son más positivas de lo que yo imagino.
Anticipo, como dice mi psicóloga, demasiado el sufrimiento y estoy cansado de
sufrimiento inútil.
Tengo
que seguir avanzando en el conocimiento de mí mismo para creer más en mis
posibilidades. Estos días estaré más tiempo en casa y meditaré positivamente
para seguir adelante. Es necesario que me reinvente para no sufrir tanto y
tengo que adelantarme antes de que ese sufrimiento ocupe el sitio de la
felicidad.
Felicidad
es lo que le pido al verano. No meterme en la cama a las 4 de la tarde porque
estoy cansado de trastorno obsesivo-compulsivo. No quiero estar más tiempo de
día en la cama. La noche es para dormir y de vez en cuando ver las estrellas,
pero el día para dedicarlo a la felicidad, a hacer cosas útiles y no sufrir
tanto como yo sufro. Estoy cansado y a veces es bueno cansarse para cambiar.
Leeré
más revistas de cine para ir informándome sobre los estrenos de la próxima
temporada para cuando haga las críticas de cine estar al día. Me gusta la
revista Fotogramas, que es la que más leo y también me suelo llevar de viaje.
En
fin: espero que mi verano sea provechoso y disfrute escribiendo, viajando,
leyendo, meditando lo justo y en positivo, haciendo cosas poco habituales y
demás. No quiero perder el tiempo y no quiero que el tiempo me pierda. Necesito
liberarme del tirano que a veces soy conmigo mismo y ser más feliz.
Yo
os deseo las mejores vacaciones posibles y que sepáis aprovechar el tiempo
también. Ya nos reencontraremos en septiembre, cuando dé inicio la nueva
temporada de la Ura. Entonces
disfrutaremos más y mejor que este año que termina en este punto de partida que
son las vacaciones. Salud y suerte, amigos lectores.
José Cuadrado Morales