Un día cualquiera del mes de
Marzo, vi que debatía sobre política en el programa de Ana Rosa Quintana, de Telecinco, una determinada periodista, de
tendencias conservadoras, por lo que sus opiniones eran de un cariz ya
previsible. El mosqueo aumentó cuando en el programa de Ferrerras, en la Sexta,
también aparecía la misma periodista, defendiendo lo mismo ante los mismos
acontecimientos que se discutían.
Pero la gota que colmaba el vaso
fue que era la misma periodista en el programa de Trece TV una de las
contertulias. Esto, al menos, merece una reflexión: ¿Es esta periodista de una
brillantez intelectual y dialéctica sin parangón, y por tanto imprescindible en
cuantas cadenas hay o habrá a lo largo de los años venideros en todos los
programas de debate? Si es así, dice muy poco del resto de profesionales de la
información, que no son Capaces ni de hacerle sombra; pero hay otra opción, y
es que, pensando malamente , y al igual que dijo un gran presidente del
Sevilla, D. Eugenio Montes Cabeza (RIP) , sobre cierto árbitro canario que
ayudaba al Real Madrid , “este es un árbitro de cámara del R.M.”, esta
contertuliana sea una portavoz del pensamiento del P.P. (oficialista) , en este
caso. Pero con el resto de partidos pasa lo mismo, todos tienen un pensamiento unicista,
que castiga la disidencia, no ya en los actos, sino sobre todo en las ideas, y
más las publicadas o vertidas en Televisión.
Aunque no lo sea, puede que este sistema cerrado, que no favorece las ideas distintas, los versos libres, es lo que contribuye al desapego del personal hasta la hartura y rutina de siempre lo mismo, del “establishment”, (sic), que incluye: La clase política, los asesores, algunos funcionarios , algunos jueces, las grandes empresas que controlan los medios de comunicación, y sobre todo , y más importante, los periodistas, que, quizás por culpa de la precariedad de los contratos, mantienen un discurso políticamente correcto, pero carente de ,no digo ya ideología UTÓPICA, sino simplemente de originalidad. Como dice el refrán: No muerdas la mano que te da de comer.
Diego.
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