Acabo de terminar mi primera novela titulada
Historia de una obsesión, que está integrada en una trilogía con el nombre
genérico de Monólogo en clave neurótica. La publicaré si todo va bien este año
y las otras dos partes, pendientes de corrección, saldrán respectivamente los
años 2018 y 2019. Resulta difícil planificar a tanto tiempo el trabajo, pero yo
lo he conseguido tras publicar diez libros de poesía seguidos uno por año desde
el año 2006. He decidido como muchos otros autores que han empezado en la
poesía pasarme a la novela, que considero un género bastante más difícil, al
menos para mí que no estoy acostumbrado.
Camilo José Cela empezó publicando su
libro de poemas Pisando la dudosa luz del día e inmediatamente se pasó a la narrativa
con La familia de Pascual Duarte y todos conocemos la larga y prolífica carrera
como novelista de Camilo José Cela hasta poco tiempo antes de su fallecimiento,
cuando ya había perdido la ilusión por vivir.
Me da pena cómo murió Cela. Casado con Marina
Castaño, que no sé si supo entenderlo bien. Estuvo casado durante muchos años
con la madre de su único hijo. Su primera esposa le pasaba los textos que él
escribía a mano a máquina. Hacían una buena pareja y estaban bien
compenetrados. Con Marina no ocurrió así. Creo que Cela se llenó de juventud y
perdió de perspectiva lo que realmente le alimentaba el alma y la propia vida: la Literatura.
Yo he escrito mis tres novelas a la vez, pero sólo
la primera, Historia de una obsesión, ha pasado el proceso de corrección, un
proceso lento porque son muchas las páginas y requiere mucho trabajo, mucha
dedicación, mucho amor por la palabra escrita, uno de los mayores tesoros del
ser humano. He tardado varios meses en corregir mi novela, que contiene también
varios poemas como solía hacer Cela en sus novelas: incluir poemas y otros
géneros para hacer la novela total, global, llena de sustancia e interés. No
pasa nada con la mezcla de géneros. Se enriquecen mutuamente. Pasa lo mismo con
los medios de comunicación de masas, como decía Marshall McLuhan, que estos
medios no se sustituyen sino que se superponen. Uno no supone la eliminación de
los precedentes sino la convivencia de todos ellos perfectamente o la
combinación de distintos medios. La aldea global que decía él, a la que se ha
llegado sobre todo por internet.
Yo escribo a mano como Cela y después el texto
definitivo es el que paso a máquina de escribir. Aún no tengo ordenador. Soy de
la vieja escuela, en la que hay muchos más como el director de cine y también
escritor y articulista José Luis Garci. Y cada vez resulta más difícil
conseguir accesorios para las máquinas de escribir tradicionales manuales. Pero
aunque somos minoría no han podido con nosotros las nuevas tecnologías y que
conste que yo no tengo nada en contra de ellas.
Las correcciones de la novela las he hecho sobre el
primer texto original a mano. Terminada la corrección total es cuando la he
pasado a máquina y la he enviado a la editorial de Málaga que suele publicar
mis libros. Llevo publicados muchos libros en esa editorial, Corona del Sur y
me va muy bien con ella. ¿Para qué cambiar? Tal vez algún día si me ofreciera
una gran editorial publicar algún libro lo aceptaría. Se trata de llegar al
mayor número de lectores posible y eso lo garantizaría una gran editorial. Pero
todo tiene que ir despacio porque es mi primera novela y no sé la repercusión
estrictamente literaria que va a tener. Esperemos acontecimientos.
Para la creación de los personajes de mi novela
creo fichas identificativas de los mismos, también a mano. Detallo sus
características físicas y psicológicas para que después me resulte más fácil el
desarrollo dentro de la propia novela. A veces estoy escribiendo rodeado de
fichas, como si yo fuera una isla rodeado de agua por todas partes, en este
caso rodeado de fichas. Ellas me ayudan mucho y aunque no son excesivos los
personajes sí son los suficientes como para llevar un orden para el proceso de
creación y desarrollo de los personajes en la novela.
Además de esas fichas utilizo unos folios para
poner a todos los personajes en él y relacionarlos con flechas y otros
elementos ortográficos, indicando qué lazos les unen para así facilitarme el
trabajo a la hora de escribir la novela propiamente dicha.
Utilizo un bolígrafo de cuatro colores para así
diferenciar bien todas las cosas. Cada color significa algo distinto y yo
evidentemente lo entiendo. Esos folios serán la guía junto a las fichas para
escribir la novela.
Cuando me puse a escribir la primera novela de las
tres que integran la trilogía leí el librito ensayo Cómo se hace una novela de
Miguel de Unamuno, que siempre se suele publicar junto a su novela corta San
Manuel Bueno mártir. Es una guía espléndida para redactar una novela. Me ha
dado muy buenos consejos y una guía excepcional para componer mi novela y mis
otras dos novelas sucesivas.
También me ha ayudado mucho el recuerdo de un
encuentro que tuve con otro maestro de la novela: Gonzalo Torrente Ballester.
Fue hace muchos años cuando vino a Sevilla para dar una conferencia en la Sala Cultural del antiguo Monte
de Piedad en la Plaza Villasís.
Hubo un coloquio después, pero yo tenía interés en hablar con él personalmente,
algo bastante difícil, pero resultó Torrente ser más accesible de lo que yo
pensaba y pude hablar con él a la salida de la conferencia. Me acerqué a él y,
entre una nube de personas, le espeté la siguiente pregunta: “¿Qué tengo que
hacer para ser un buen novelista como usted?”. El señor Torrente tuvo la
amabilidad de contestarme y lo hizo con una enorme pero profunda brevedad:
“Rompa usted mucho”. Yo le volví a preguntar: “¿Moldes?”. Y él volvió a
contestarme: “No, papeles”. Ésa fue nuestra breve pero interesante y jugosa
conversación que me ha marcado durante toda mi vida y durante todo el tiempo
que he escrito mis libros de poemas y sobre todo mis tres novelas.
El señor Torrente llevaba razón y hay que romper,
no moldes, sino papeles para llegar hasta el final. Yo soy de los que de un
taco de 500 folios rompe 250. Me he vuelto muy exigente siguiendo el consejo
del gran Torrente Ballester. Cuando algo no me gusta, rompo el folio. Cuando
considero que no alcanzo la calidad suficiente, rompo el folio. Cuando hay
algún error de expresión importante, rompo el folio. Y así puedo dar montones
de razones para romper el folio. Don Gonzalo ya murió, pero vive en mí en su
gran consejo: romper folios. No dejo de hacerlo y así creo que he conseguido
una calidad importante en mi primera novela, Historia de una obsesión.
El destino ha querido que ahora que estoy
escribiendo este artículo me haya llamado la directora de la editorial de
Málaga Corona del Sur para decirme el dinero que tengo que aportar para la
coedición del libro, que es la forma que he escogido para publicarlo. Yo pongo
una parte y la editorial pone otra. Después, al finalizar la edición, la
editorial me manda un número de ejemplares determinados por contrato para que
yo los venda por mi cuenta y al mismo tiempo la editorial vende por su parte
los libros con los que se ha quedado, que son muchos más de los que yo vendo.
La editorial trabaja preferentemente por Andalucía Oriental, es decir, Granada,
Almería, Málaga y Jaén. Así llevo publicados una enorme cantidad de libros y
espero que me vaya bien con la novela. Me han “reñido” un poco porque he
enviado la novela como ya he dicho a máquina de escribir y tienen que hacer la
composición completa del libro en ordenador. Me han dicho que me compre un
ordenador ya, no para quitarles trabajo, sino para quitármelo a mí mismo. Es lo
mismo que está cansado de decirme mi monitor de informática. Será cuestión de
tomar una decisión ya para la segunda novela. Al ser la composición en
ordenador de la editorial el precio aumenta porque es más trabajo. Los
primitivos como yo que estamos todavía con la escritura a mano y la máquina de
escribir estamos destinados a la extinción, así que pronto tendré que comprarme
un ordenador, a ver si lo tengo para la segunda novela, cuyo título aún me lo
reservo porque la novela está pendiente de corrección y ya he dicho que yo
corrijo mucho y rompo infinidad de papeles, infinidad de folios.
Quiero decir también algo muy importante. Todos los
novelistas , igual que los poetas, tenemos influencias. Como poeta lo omitiré
ahora porque estoy hablando de novela. En cuanto a la novela la que más me ha
influenciado es el libro Narciso, de Germán Sánchez Espeso, ganador del Premio
Nadal en el año 1980. La lectura de este libro me marcó enormemente, más que
ningún otro a lo largo de mi vida. Tenía, como el mío que se va a publicar
ahora, mucho monólogo interior. No era demasiado extenso. El mío va a tener
unas 200 páginas según la directora de la editorial que me ha llamado. Narciso
es un libro espléndido, que casi rompe la carrera del escritor debido a su
enorme calidad. No fue capaz de escribir algo mejor después. Escribió La
reliquia, que se lo regalé a mi padre por el día de su cumpleaños. Después no
he vuelto a saber de él y mira que lo he buscado, pero no he encontrado nada
nuevo de él. Nunca olvidaré a Germán Sánchez Espero, como nunca olvidaré a Gonzalo
Torrente Ballester, del que he leído La saga/fuga de JB.
Otro de los autores que más me han influenciado es
Camilo José Cela. Tengo sus obras completas, que son una barbaridad. Son
decenas de tomos pagados a plazos y leídos casi en su totalidad. Destacan La
familia de Pascual Duarte, La colmena, Mrs. Cadwell habla con su hijo, Madera
de Boj (el gran proyecto de su vida y que fue su última novela publicada antes
de perder la ilusión por escribir y dejarse morir. Por cierto: el año pasado se
cumplió un siglo de su nacimiento y pasó casi desapercibido) y otros muchos.
Leer Pabellón de reposo es una gozada, donde relata su tiempo de estancia en un
sanatorio para tuberculosos. Leí la novela en unas cuantas tardes de playa en
una hamaca en Chipiona cuando estaba de vacaciones. Desde entonces siempre
asocio a Cela con Chipiona. Cela ha dejado una profunda huella en mí. Él
utiliza de todo en sus novelas: monólogo, poemas, etc… Por eso, entre otras
cosas, yo he escogido el monólogo para mi novela Historia de una obsesión. Y he
introducido poemas porque no son incompatibles como ya he explicado antes.
Otro autor que ha dejado clara influencia en mí es
el irlandés James Joyce y su obra Ulises, la vida en un día de Leopold Bloom.
En esta novela hay también un largo monólogo que me dejó mucha huella. Estoy
hablando de cuando yo tenía 18 años y estudiaba Periodismo en la Universidad
Complutense de Madrid. El profesor de Literatura Española y
Redacción Periodística me recomendó a raíz de la lectura de un breve trabajo
mío en clase la lectura de Joyce y su Ulises. Son dos tomos bastante gordos que
me han dejado mucha huella y nunca podré olvidarlo. He tardado 37 años en
iniciar la publicación de mi novela. No he perdido el tiempo por todos los
libros de poesía publicados, los muchos artículos escritos, los ensayos que he
publicado en una revista llamada Alcabala y mi trabajo periodístico. Es decir:
no he dejado de escribir desde los 7 años. Hay otros autores que han empezado
muy tarde a publicar novela. Está por ejemplo José Saramago que empezó ya
cumplidos los 60 y le dio tiempo de ser Premio Nobel de Literatura. Yo no
aspiro a tanto. Soy más humilde: aspiro a que me lean y a que mis obras lleguen
a los lectores y les gusten y no les dejen indiferentes, como a mí no me dejó
indiferente el Narciso de Germán Sánchez Espeso.
Suele decirse que para ser director de cine primero
hay que ver muchas películas porque ésa es la mejor escuela. Eso se lo oí decir
por vez primera a José Luis Garci, óscar a la mejor película extranjera en
habla no inglesa en 1983. Y es cierto, aunque yo no voy a ser director de cine.
No va por ahí mi vocación. Lo digo porque hago mías las palabras del Premio
Nobel de Literatura Camilo José Cela: para ser novelista hay que leer primero
mucho, después prácticamente dejar de leer y dedicarse a escribir. Eso es lo
que yo he hecho: leer mucho y escribir después. Lo he aplicado a la poesía y
ahora lo estoy aplicando a la novela. Creo que hay que seguir los consejos de
personas influyentes como las que estoy mencionando, a las que les ha ido muy
bien con las citas a las que me estoy refiriendo.
Y en el proceso de creación de una novela lo que
hay que invertir más es en horas. Son muchas las horas que hay que echarle a
una novela. No es lo mismo que un libro de poesía: puedes escribir un poema hoy
y otro dentro de diez días y así todo un libro. La novela requiere una
disciplina tremenda y escribir todos los días. Recuerdo ahora otra cita de
Gabriel García Márquez, colombiano ganador también del Premio Nobel de Literatura:
“Yo soy como un funcionario de la palabra y tengo que picar ocho horas al día
para realizar mi trabajo”. Algo parecido le oí decir a Mario Vargas Llosa: la
disciplina tan férrea a la que tiene que someterse un novelista a diferencia
del poeta. Y hay que romper muchos papeles, no muchos moldes.
En fin: creo que el proceso de creación de una
novela es muy arduo y lento y sacrificado y no está pagado con nada. Mi libro
tendrá un precio muy ajustado de 15 euros. Nada porque ese dinero se va en dos
cubatas y una tapa en cualquier bar de moda. Y detrás de esos 15 euros hay
muchísimas horas de esfuerzo, numerosas correcciones, borradores, etc… Pero el
lector es el que manda. A él nos debemos los escritores, además de a nosotros
mismos que somos los primeros receptores de nuestra creación. En fin, amigos
lectores: gracias por seguir leyendo con fidelidad mis artículos, que son un
entrenamiento extraordinario para la novela porque me dan soltura a la hora de
utilizar la palabra escrita. Y están escritos con ordenador, no a mano ni a
máquina de escribir. Ya me compraré uno. Salud y suerte.
José Cuadrado
Morales
Jose ya te lo dije en persona, la anécdota con Torrente Ballester me ha parecido genial y el mensaje que te dio el escritor no tiene desperdicio. Nada se consigue sin esfuerzo y tu demuestras día a día que tuviste muy en cuenta su consejo. Alfonso.
ResponderEliminarGracias, querido amigo Alfonso por tu comentario. Nunca, efectivamente, se me ha olvidado el encuentro con Torrente Ballester y he procurado como tú dices hacerle caso y romper muchos papeles, que la rotura de moldes es otra cosa aún más complicada. Espero que mi novela te guste y gracias siempre por tu apoyo. José Cuadrado.
ResponderEliminarqué gusto da leerte. Seguro que este salto a la novela resulta un éxito, a nosotros nos gusta cómo escribes, tienes mucha sensibilidad en tus palabras. Nos han gustado también la referencia a otros escritores. Muy interesantes.¡¡Mucho éxito...!
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