Según el prestigioso diccionario de María Moliner
la primera definición que surge del verbo doler es “hacerse sentir con dolor
una parte del cuerpo”. Ejemplo: “Me duele la cabeza”.
Se emplea a veces como terciopersonal: “No me ha
dolido cuando me han sacado la muela”. También significa “causar sentimiento a
alguien, un desengaño, prueba de falta de cariño o mal trato moral que recibe”.
También podemos encontrar el dolor en “causar
sentimiento un daño hecho por uno mismo a otro”. Ejemplo: “Ahora me duele
haberle contestado tan secamente”. O: “Me duele negarte ese gusto, pero no
tengo dinero”.
También significa “causar compasión”. Ejemplo: “A
cualquiera le dolería ver trabajar de ese modo a una criatura”.
Es decir, estamos ante una palabra polisémica que
alude a muchos estados de la mente, del alma y del cuerpo, de una gran riqueza
léxica que nos permite definir numerosas cosas.
Hay muchas expresiones que aluden al dolor como:
“Ahí duele” o “Ahí le duele”, frases que se refieren a la cosa que constituye
el quid o punto delicado de una cuestión o a lo que es el motivo de disgusto o
enfado de alguien, lo esencial, la principal referencia de algo.
También cabe aplicarse al “dolor del alma”, muy
variado y evanescente. Un dolor invisible pero muy intenso que provoca
depresiones, crisis de ansiedad y otras manifestaciones de una enfermedad
mental y otras muchas enfermedades.
Las canciones recogen muy bien este doler del alma.
Por ejemplo: Miguel Bosé, en “Morir de amor”: “Morir de amor, despacio y en
silencio sin saber si todo te llegó a tiempo”. El dolor, pues, llega hasta las
puertas mismas de la muerte. Es un dolor intensísimo el dolor del alma, el
dolor del amor y del desamor, el dolor que afecta a numerosos sentimientos y
que se suele manifestar con hipérboles como el título de la canción (“Morir de
amor”) y en frases diversas de la misma como: “Tengo seco el corazón y es de
haber llorado tanto”. Es una licencia que se puede permitir el autor para
expresar sus emociones relacionadas íntimamente con el dolor.
El dolor anímico puede reducir a una persona a la
nada. Lo vemos también en una conocida canción del dúo Amaral: “Sin ti no soy
nada”. Es la pérdida total de la autoestima, la desconsideración absoluta hacia
uno mismo. Nada levanta la moral y el ser enamorado y no correspondido se
siente como la nada más terrible.
Y qué decir del dolor físico. Por ejemplo: un dolor
de muelas. Hay frases populares que aluden a este ejemplo: “Es más malo que un
dolor de muelas”. El castellano es un idioma muy rico en expresiones de este
tipo. Podemos encontrar innumerables ejemplos. Hay muchas frases que se
refieren al dolor de las cosas en general. El dolor físico es de las peores que
hay. A veces no se alivia ni con potentes analgésicos como la morfina: dolores
de artrosis, dolores de la artritis reumatoide (mi madre la padecía y tenía
unos dolores terribles. Se le hinchaban las articulaciones y pasaba un verdadero
calvario. Tengo también una vecina que se pone parches de morfina para combatir sus
fuertes dolores y ya ni siquiera estos la están ayudando lo suficiente), etc…
Podemos reseñar también los dolores que ocasionan
enfermedades más fuertes como la esclerosis múltiple por ejemplo. Es un dolor
que corroe todo el cuerpo y apenas hay analgésicos que lo alivien. Están los
tradicionales como el paracetamol que no hace prácticamente nada y está la
morfina que resulta más eficaz pero que
a fuerza de usarse deja de serlo.
El dolor está también en la superación de uno
mismo, en el esfuerzo por vivir, por salir adelante un día tras otro. El dolor
de la monotonía, de la rutina que puede condicionar toda una vida. A muchas
personas esa monotonía le causa un profundo dolor del alma y puede llegar hasta
el dolor físico porque muchas veces se somatizan las cosas y surge el dolor en
muchas de sus manifestaciones.
Está también el dolor del suicidio, que engloba la
fuerza de voluntad y la cobardía a un mismo tiempo para acabar con la propia
vida. Y el dolor que esto causa en los seres queridos, en los que deberían
pensar más los suicidas aunque sea una situación tan crítica. Hay que ampliar
los campos afectivos para que el dolor no nos coma más terreno. Si los suicidas
pensaran más en los demás tal vez, sólo tal vez, habría menos suicidios.
Hay que tener muchas fuerzas para salir adelante
con el múltiple dolor de la vida. Ya se llega al mundo conjugando el verbo
doler. El dolor del parto para la madre y el dolor del niño que carece de
palabras para expresarlo.
¿Y qué decir del cante flamenco para el verbo
doler? Un continuo quejío, un “ay” sin límites como en la canción conocida “Me
duele el corazón de quererte tanto”, donde metafóricamente se expresa hasta qué
punto puede doler el amor. Es otra hipérbole como señalábamos anteriormente.
Y están también las saetas, otra forma de cultura
popular, en las que es frecuente también el uso de la interjección “ay”.
Y más sencillamente aún utilizamos el “ay” como
suspiro de alivio ante un dolor determinado.
Y está el dolor que más afecta a los usuarios de
este sitio de internet: el dolor “callado”, silencioso de los enfermos
mentales. Recordaréis los dos artículos que escribí dedicados a mi amigo
suicida. Tenía un dolor enorme dentro que nadie conocía. Su forma de evasión
fue el suicidio. Fue su forma de hacer frente al dolor, una forma inútil y
totalmente prescindible.
El enfermo mental sufre una barbaridad. Las
depresiones, las crisis de ansiedad, la esquizofrenia y tantas otras
enfermedades mentales producen un enorme sufrimiento contra el que hay que
estar luchando continuamente. Hay que tener una enorme fuerza de voluntad para
hacer frente a ese sufrimiento. Yo os animo a que no decaigáis nunca y si os
venís abajo pensad en mí y en mi artículo que siempre está lleno de esperanza
como todos. No hay dolor que pueda acabar con nosotros. Nosotros somos más
fuertes que todo dolor. Mucho ánimo. Salud y suerte.
José Cuadrado
Morales
Muy buen escrito, aunque no creo que haya sido fácil analizar el dolor desde tantos puntos de vista... un abrazo
ResponderEliminarNos ha hecho pensar...
ResponderEliminarGracias queridos amigos de la Unidad de Día por vuestro comentario. Gracias por vuestro comentario elogioso de mi artículo sobre el dolor. He analizado este tema desde diversos puntos de manera somera,pero profunda. No ha sido fácil, no, escribir el artículo pero al final ha queda bastante bien. Espero que sigamos comunicándonos mediante artículos y nuestros comentarios. Un fuerte abrazo de vuestro amigo de Sevilla José Cuadrado.
ResponderEliminarGracias por vuestro comentario sobre el dolor, Me alegro de que os haya hecho pensar. Eso es lo que pretendo con mis artículos, que deseo nos sigan comunicándonos y haciéndonos mutuos comentarios. Un abrazo fuerte de vuestro amigo José Cuadrado.
ResponderEliminarSi que es verdad. Cómo sufrimos las personas con enfermedad mental. Y es tan difícil definir nuestro dolor y que los demás lo entiendan,y lo respeten... J.
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