lunes, 26 de septiembre de 2016

PASANDO EL TRAPITO

Durante 3 meses dejé de venir a la URA  porque me salieron unas prácticas laborales en un gimnasio enorme de Sevilla Este, como limpiadora. iba de lunes a jueves, de 9 a 14 horas. Tenía que tomar el tren y un autobús para llegar al trabajo.
Las tareas de limpieza abarcaban todo: aseos, vestuarios, escaleras, oficinas, ludoteca, salas de gimnasia y sobretodo vidrieras….¡había vidrios gigantes por todas partes ¡

Mari Carmen fue mi primera compañera y era muy meticulosa así que nada escapaba a su inspección, especialmente las manchas en los cristales, ¡las veía desde un kilómetro de distancia¡. La segunda compañera, Inma, era más relajada y aunque le gustaba mandar nos acoplamos bien porque dividíamos el trabajo.
 Limpiar parece fácil pero tiene sus normas y trucos. Por ejemplo, no se puede mezclar lejía con amoníaco porque se producen  unos gases tóxicos. La bayeta del water se usa exclusivamente en eso. Las zonas muy transitadas se limpian con la fregona bien escurrida y se secan con papel, para evitar resbalones y caídas. El carrito de limpieza aliviaba las tareas porque se ponían todos los útiles encima.
Los viernes tenía tutoria en el SOAE, (Servicio de Orientación y Apoyo al Empleo), donde se planteaban las dudas o problemas que surgían durante la semana, y nos daban nociones sobre el contrato laboral.
Después de finalizar  con esas prácticas me llamaron para limpiar durante una semana unos pisos protegidos. El calor en los pasillos, completamente vidriados y cerrados, era sofocante. Además tenía que trasladar todos los elementos  manualmente, sea la escalera, cubos, frascos, fregona, etc.
El piso que limpié primero me asustó un poco. Tenía todas las persianas cerradas, había velas por todas partes y unas cartas de tarot cubiertas por un velo negro.  El baño tenía el espejo tan sucio que era imposible verse la cara. Bajo la cama unos 30 pares de zapatos, sobre la cama una docena de almohadas y peluches. Había tanto “chichiriveque” esparcido por el piso que parecía habitado por un ejército, no por una chica sola.
El segundo piso por el contrario estaba limpio y ordenado, a excepción de la cocina y por lo repleta que estaba la heladera se nota que el dueño era todo un gourmet.
Para llegar a éste trabajo tenía que tomar el tren y luego el metro, por lo que se me fue un tercio del sueldo en viajar.
De todos modos fueron dos experiencias positivas. Tener la oportunidad de volver a sentirme  productiva y tener la mente ocupada en esos quehaceres fue reconfortante.
Ahora recomienzo el ciclo, enviando curriculums a otras empresas con la esperanza de que surja una oportunidad laboral más estable.


Rosa.

3 comentarios:

  1. Las actividades en toda vida es estabilidarse, en que, en lo que vas buscando a medida de tu vida.

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  2. Gracias Calatayud,y León....por cierto yo nací cerca de La Bañeza y miren donde me trajo el destino!!!!jejeje...

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