Durante 3 meses dejé de venir a la URA porque me salieron unas prácticas laborales
en un gimnasio enorme de Sevilla Este, como limpiadora. iba de lunes a jueves,
de 9 a 14
horas. Tenía que tomar el tren y un autobús para llegar al trabajo.
Las tareas de limpieza abarcaban todo: aseos, vestuarios,
escaleras, oficinas, ludoteca, salas de gimnasia y sobretodo vidrieras….¡había
vidrios gigantes por todas partes ¡
Mari Carmen fue mi primera compañera y era muy meticulosa
así que nada escapaba a su inspección, especialmente las manchas en los
cristales, ¡las veía desde un kilómetro de distancia¡. La segunda compañera,
Inma, era más relajada y aunque le gustaba mandar nos acoplamos bien porque dividíamos
el trabajo.
Limpiar parece fácil
pero tiene sus normas y trucos. Por ejemplo, no se puede mezclar lejía con
amoníaco porque se producen unos gases
tóxicos. La bayeta del water se usa exclusivamente en eso. Las zonas muy
transitadas se limpian con la fregona bien escurrida y se secan con papel, para
evitar resbalones y caídas. El carrito de limpieza aliviaba las tareas porque
se ponían todos los útiles encima.
Los viernes tenía tutoria en el SOAE, (Servicio de
Orientación y Apoyo al Empleo), donde se planteaban las dudas o problemas que
surgían durante la semana, y nos daban nociones sobre el contrato laboral.
Después de finalizar
con esas prácticas me llamaron para limpiar durante una semana unos
pisos protegidos. El calor en los pasillos, completamente vidriados y cerrados,
era sofocante. Además tenía que trasladar todos los elementos manualmente, sea la escalera, cubos, frascos,
fregona, etc.
El piso que limpié primero me asustó un poco. Tenía todas
las persianas cerradas, había velas por todas partes y unas cartas de tarot
cubiertas por un velo negro. El baño
tenía el espejo tan sucio que era imposible verse la cara. Bajo la cama unos 30
pares de zapatos, sobre la cama una docena de almohadas y peluches. Había tanto
“chichiriveque” esparcido por el piso que parecía habitado por un ejército, no
por una chica sola.
El segundo piso por el contrario estaba limpio y ordenado, a
excepción de la cocina y por lo repleta que estaba la heladera se nota que el
dueño era todo un gourmet.
Para llegar a éste trabajo tenía que tomar el tren y luego
el metro, por lo que se me fue un tercio del sueldo en viajar.
De todos modos fueron dos experiencias positivas. Tener la
oportunidad de volver a sentirme
productiva y tener la mente ocupada en esos quehaceres fue
reconfortante.
Ahora recomienzo el ciclo, enviando curriculums a otras
empresas con la esperanza de que surja una oportunidad laboral más estable.
Rosa.
Qué bien, Rosa. Mucha suerte
ResponderEliminarLas actividades en toda vida es estabilidarse, en que, en lo que vas buscando a medida de tu vida.
ResponderEliminarGracias Calatayud,y León....por cierto yo nací cerca de La Bañeza y miren donde me trajo el destino!!!!jejeje...
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