Seguramente hay tantas
percepciones de Dios como personas existen y esas percepciones pueden diferir
enormemente de unas a otras, lo cual no es malo. Es la diferencia de
personalidad, de carácter que determina nuestra particular relación con Dios o
con los dioses.
Esas percepciones son
distintas según se trate de religiones monoteístas (las principales de la
cuales son el cristianismo, el islamismo y el judaísmo) o politeístas, entre
las que cabe destacar el hinduismo y todas sus ramificaciones.
La relación con Dios o con
los dioses varía mucho: hay quienes rezan y van a misa; los hay que se limitan
a hablar con Él o con Ellos. Y los hay completamente pasivos, aunque no ateos.
El ateísmo se supone que es la negación de la existencia de todo Dios, pero
probablemente en esa negación hay algo implícito de credibilidad porque no hay
necesidad de negar algo en lo que no se cree. Es un principio de contradicción
elemental.
No se puede, y eso está
claro, imponer una idea de Dios por muchas guerras santas que haya habido. Las
religiones son las causantes de la mayor parte de las guerras que ha habido a
lo largo de la Historia. Son
millones los muertos debidos a las religiones, lo cual es otro principio de
contradicción porque se supone que las religiones deben servir para el alivio
del alma humana y para la creencia en el más allá. Pero en el más acá son
muchas las muertes de las que son responsables las religiones.
Los hay que sólo recurren a
Dios cuando lo necesitan. Los hay, sin embargo, que dan las gracias a Dios por
todo lo recibido siguiendo las enseñanzas del Padrenuestro: hágase tu voluntad
así en la tierra como en el cielo. Hay que dar las gracias por todo lo recibido
aunque sea negativo entre otras cosas para disfrutar mucho más de lo bueno
recibido. Pero lo que no se puede es ser una persona interesada que sólo
aceptan lo bueno que se recibe de Dios según la consideración personal.
Los que sólo recurren a Dios
cuando lo necesitan quieren un Dios a la carta, a la medida de sí mismos. Es
como la carta de un restaurante donde se eligen los platos favoritos para
comerlos. Pues lo mismo con Dios: se elige de Él exclusivamente lo bueno y se
rechaza lo malo. Es una actitud egoísta. Es un Dios selectivo donde sólo tiene
cabida lo bueno.
Esas personas cuando están
bien no se acuerdan de Dios para nada. Me refiero al cristianismo por ser mi
religión, que no me lleva a rechazar las otras religiones. Yo las acepto todas
y comprendo la multiplicidad de creencias que satisfacen todas ellas necesidades
del alma humana. Otra cosa es lo que se hace con las religiones, muchas veces
barbaridades en nombre del fanatismo o del forofismo religioso. En otras épocas
ha sido el cristianismo la religión predominante responsable de muchas muertes
(sólo baste recordar la Santa Inquisición ).
Ahora parece tener más peso el islamismo y abundan los grupos ultras que
intentan imponer esta religión a golpe de tanque y atentados terroristas.
Las personas que sólo quieren
un Dios a la carta son las que se acuerdan de Dios en una enfermedad ajena o
propia, por ejemplo. En momentos de necesidad quieren que Dios les eche una
mano y después se olvidan cuando vuelven a estar buenos. Insisto en que ésa es
una idea muy pobre de religión y que hay
que desarrollar para llegar a una religión más completa y que proporcione más
satisfacciones y más realidades.
Entre esas personas que sólo
recurren a Dios en los malos momentos están las que se hacen creyentes sólo al
final de sus vidas por miedo al más allá. Siempre recordaré lo que dijo John
Wayne, el actor famoso de tantos westerns, cuando se le diagnosticó un cáncer
incurable: que se convertía al cristianismo por miedo a que estuviera Dios al
otro lado de la existencia y que se presentara él sin una fe definida. Se hizo
cristiano por miedo a Dios, a su existencia, cuando toda su vida había
presumido de ateísmo. Es un tipo de religión interesada.
Entre esas personas que sólo
se acuerdan de Dios cuando hay malos momentos están por ejemplo también las que
acuden a San Judas Tadeo, Abogado de los Imposibles, para ponerle velas para
que les concedan las gracias que le piden. Abundan muchos santos de los que son
devotas las personas que sólo ven a Dios para que les saque de apuros y vuelvan
a estar bien.
En Dios hay que creer en todo
momento, vengan las cosas mal dadas o bien dadas. Es una fe absoluta, sin
fisuras, lo cual no quiere decir que no tengamos crisis de fe cuando hasta los
más acérrimos místicos han tenido crisis de fe en los momentos más críticos de
su vida. Pero a Dios hay que tenerlo para todo, no sólo para los malos momentos
o la adversidad.
No se puede ser selectivo en
el amor. Hay que vivir un AMOR EN PLENITUD, donde todo tenga cabida. Un amor
auténtico donde Dios esté siempre presente incluidos los momentos de felicidad
o dicha.
Dios perdona todos nuestros
pecados así que podemos confiar siempre en Él. O en Ellos si es una religión
politeísta.
Desde pequeño en el colegio
de curas donde estudié, los Hermanos de la Salle o Hermanos Lasalianos, aprendí que Dios no
es una figura tremenda con la que no se puede tener una relación fluida. Dios
es un amigo en el que podemos confiar y al que podemos pedir todas las cosas
que necesitemos en los malos y en los buenos momentos.
Agradezco a los curas su
forma de enseñarme a Dios, con la comprensión hacia otras confesiones
distintas. Lo importante es el respeto a las personas, sea cual sea su
confesión religiosa.
Ojalá hubiera más tolerancia
para evitar tantas guerras de religión absurdas que contradicen el principio de
todas las religiones: el bien en la
Tierra para disfrutar del bien en el más allá. No es tan
difícil, pero muchas personas lo hacen muy difícil.
Ésta es la idea que quería
transmitir en mi artículo de hoy: la tolerancia religiosa y una relación más
completa con Dios, no sólo con un Dios a la carta, a la medida de nuestras
necesidades. Al menos yo lo veo así y espero que vosotros, amigos lectores,
también. Es como tener un amigo sólo para cuando nos haga falta y lo
abandonamos cuando somos felices y no necesitamos compartir nuestra felicidad.
Salud y suerte.
José Cuadrado Morales
Buena reflexión. Y sobre todo tolerancia. Un saludico
ResponderEliminarGracias por tu mensaje de apoyo y te agradezco los ánimos que me das para seguir trabajando. Gracias de corazón. José Cuadrado.
ResponderEliminarMuy interesante reflexión sobre ese "Dios a la carta" del que solemos acordarnos más cuando más lo necesitamos. Meditar en él en los buenos momentos es un acto de autèntica fe, porque implica creer sin esperar nada a cambio. Rosa.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarbuena reflexion de ese Dios a la Carta y es verdad a mi me pasa hay veces que cojo animos de fe y me acuerdo cuando hay problemas aunque tambien cuando me va bien a veces, la menos , me acuerdo de el y le doy gracias. Pero quiero ir mas alla. Que yo le de Gracias a Dios es como si digo " gracias vida por darme momentos felices y gracias vida por tener una madre que me dio luz para disfrutar de esta vida que dura tan poco".
ResponderEliminarYO no creo en Dios ni en ningun otro, yo estado viviendo en un piso de un cura ocho meses, estado cinco meses ingrasado en una comunidad evangelista tambien, e ido a misas muchos dias , incluso me e leido la bibilia, y e llegado a la conclusion que no existe ningun Dios, si es verdad que gracias a sus ensenñansas hay gente que cree en el y hace cosas buenas por los demas, En Esa Gente Si Creo, ah y son muchas