Es difícil definir el karma y
todo lo que conlleva porque cada uno tiene su particular idea de lo que es. Le
preguntes a quien le preguntes las respuestas son diferentes y están llenas de
matices distintos, más o menos ricos. Yo intentaré exponer en mi artículo todo
lo que he reflexionado estos últimos quince días y todo cuanto he vivido a lo
largo de mi vida con respecto al karma y todas las cosas a las que afecta.
En Occidente las grandes
religiones monoteístas como el cristianismo, el judaísmo y el islamismo no
contemplan en sí la palabra karma y todo cuanto conlleva. Es más una cosa que
afecta a las religiones politeístas de oriente, al budismo y demás movimientos
espirituales. De oriente hemos importado en las últimas décadas numerosas cosas
como las artes marciales, el taichi que tan de moda se ha puesto, la meditación
trascendental, los secretos de los samurais, el karma, el zen como forma de
vida basada en la meditación y en aprender a dejar la mente en blanco y un
largo etcétera.
La definición más simple del
karma nos dice que es un equilibrio entre la mente, el cuerpo y el alma. Todo
ello conduce a la felicidad, que es la aspiración máxima que puede tener el ser
humano. Esto me recuerda siempre a la Constitución de los Estados Unidos de América que
contiene entre sus derechos el derecho a la felicidad del ser humano. Hay que
legislar hasta los sentimientos y me parece muy bien el artículo de la
mencionada Constitución. La felicidad como meta fundamental del ser humano, la
prioridad que debe presidir nuestra existencia para contentarnos a nosotros
mismos y a dios o a los dioses.
Esto me lleva a una película
que he visto recientemente en ese reducto para cinéfilos que es el programa
Cinefilia de la 2 de Televisión Española donde he visto recientemente una
película con un título muy curioso: Happy thank you more please. Las palabras
están todas unidas pero yo las he separado para una mejor interpretación de las
mismas y una más fácil traducción. Podríamos traducirlo como felices gracias
más por favor. Es una historia de varias parejas que tienen sus conflictos,
angustias y ansiedades y no terminan de cuajar ninguna. Hay una sobre todo a la
que me quiero referir, la de un hombre que persigue constantemente a una mujer
calva y sin cejas no sé si porque tiene cáncer o por estética particular para
poder llevar turbante, porque siempre está con él puesto. Mientras está siendo
perseguida por el hombre padece toda clase de malestares. No se aclara con sus
sentimientos ni con las prioridades de su vida. Hasta que llega un momento en
que están los dos sentados en un restaurante y ella por fin le acepta y
exclama: Tengo equilibrio kármico. Y entonces dice las cosas del título de la
película: gracias más por favor, es decir, gracias por el equilibrio kármico y
más equilibrio kármico por favor. Ha hallado su plenitud, su equilibrio entre
todas las partes de su cuerpo y el alma y la mente y se siente una persona
feliz. Eso sería el karma: la paz interior que se siente cuando nos encontramos
completamente a gusto con nosotros mismos y nuestro entorno.
Si nos vamos a Occidente
encontramos similitudes muy claras por ejemplo en el pecado del cristianismo y
en el sacramento de la penitencia. El pecado sería el mal kármico que hay que
arreglar con el acto de contrición que implica un verdadero arrepentimiento
para que la penitencia no se convierta simplemente en una broma. Tras ese acto
de contrición auténtico viene la penitencia que se nos impone en forma de
oración normalmente. Después se recupera la paz infinita que se siente cuando
estamos a gusto con nosotros mismos y con Dios. Hallamos, pues, el equilibrio
kármico gracias a la oración y al acercamiento a la divinidad. Hemos pagado
nuestra comisión por haber hecho algo malo. Porque el karma tiene que ver mucho
con los malos actos que hacemos: robar, asesinar, mentir, etc… Todos estos
actos rompen el equilibrio mente, cuerpo y alma y no nos dejan estar en paz con
nuestra propia conciencia. La penitencia nos recupera para la vida sincera,
siendo la sinceridad clave para entender un adecuado equilibrio kármico.
El equilibrio kármico también
afecta a las relaciones con los demás. Se trata de un karma social superior. Se
trata pues de la relación entre los individuos, del ser social que se integra
para formar sociedades y mundos compartidos. Tenemos que estar en paz con
nuestros semejantes para poder experimentar el equilibrio kármico, la felicidad
colectiva. De aquí salen las familias, núcleos de karma, es decir, núcleos de
paz que son rotos concretamente por las separaciones y los divorcios que hacen
que muchos hijos estén infelices y tengan un mal karma.Cuando hablamos de karma
hablamos también de karma colectivo, mundial. Es un karma terrestre, el
equilibrio del planeta que es continuamente atacado por el ser humano con la
contaminación y otros elementos. El mundo nos responde como nos merecemos con
tifones, huracanes, ciclones, maremotos, tsunamis, terremotos y toda clase de
catástrofes naturales. Es la respuesta del mundo a como lo tratamos.
Lo mismo
ocurre con los países, que tienen su karma colectivo y reciben el castigo que
les corresponde por las malas acciones. Esto explicaría por ejemplo el atentado
de las torres gemelas de Nueva York, que sería un pago kármico por la invasión
de Irak y la lucha contra el islamismo para imponer el cristianismo como
religión única. Y lo mismo explicaría los atentados del 11 de marzo de España
en la estación de Atocha por el apoyo a la búsqueda de armas de destrucción
masiva, que nunca se encontraron porque no había, cuando la realidad que se
perseguía era derrocar al Presidente Sadam Hussein, que merecía salir del cargo
pero sin castigar y masacrar a todo un pueblo. Es la famosa foto de Las Azores,
donde están José María Aznar, Tony Blair y George W. Bush, tres tiranos que
querían repartirse el mundo y el poder imponiendo la fuerza cuando lo que
estaban haciendo era tentar al terrorismo internacional de Al Qaeda y acabamos
pagándolo.
Es fundamental el karma del mundo y de los países que lo integran
para que exista la paz mundial, el deseo auténtico de equilibrio entre todas
las naciones y el diálogo para llegar a una estabilidad que proporcione el bien
de los más necesitados. Irak sigue en guerra y ya nadie se acuerda de él. Ya
apenas hay misiones de paz. Ya todo es guerra y devastación, cuna permanente
del terrorismo y de los terroristas suicidas que son alimentadas por un mal
concepto de karma con Alá, la creencia en un paraíso eterno donde lo mujaidines
serán felices por siempre y no tendran nunca ningún problema para entrar en
todos los edenes que proclaman las distintas religiones, que tienen una gran
importancia en el tema del equilibrio kármico.
Cuando hablamos de karma
también nos referimos al karma universal, al karma cósmico. Hay miles de
asteroides que pululan por el Universo dispuestos a destrozar la Tierra y hay un montón de basura cósmica proveniente de la carrera
espacial que tarde o temprano nos traerá consecuencias. Ya hace 65 millones de
años que un asteroide gigantesco provocó la desaparición de los dinosaurios. Pues lo mismo puede ocurrir
en todo momento según la Biblia ,
donde se habla en la
Apocalipsis de San Juan de un asteroride llamado Armagedon
que caerá sobre la Tierra
y la destrozará.
Ya se hizo una película con ese título protagonizada por Bruce
Willis que sacrifica su vida para salvar la Tierra porque tiene que meter una bomba nuclear
en el núcleo del Armagedon. Todo lo que sea lo interpreta el cine a su manera.
Pues eso puede ocurrir si no conservamos el equilibrio cósmico.Yo creo que ha quedado claro
mi concepto de karma. Es todo lo que puedo decir en los estrechos márgenes de
un artículo. Habría necesidad de escribir por lo menos un pequeño libro para
explicar con claridad todo lo que es el karma y todo cuanto tiene que ver con
él. El karma básicamente es felicidad y paz y hay que conservarlas por encima
de todo para no perder nunca el equilibrio. Ahora me voy de vacaciones y esta
sección de mi artículo quincenal seguirá en el blog de la
Ura Macarena a partir de septiembre. Yo os
deseo unas felices vacaciones. Que vuestro karma esté en paz. Yo procuraré
tener la máxima paz posible para conservar mi equilibrio kármico. Y espero que
sigamos unidos en este maravilloso mundo de la Literatura en los próximos
tiempos y que nunca perdamos la paz que creo hemos sembrado en estos cuatro
años que llevamos de relación. Salud, suerte y feliz karma.
José Cuadrado Morales
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