Juan de Araujo era delantero centro
del Sevilla Fc que tras abandonar su carrera futbolística monto un garaje en el
barrio de Nervión. A los poco años un hijo suyo enfermó gravemente, por
desgracia ningún médico daba con la cura. Juan visitaba cada tarde la imagen de
Jesús del Gran Poder para pedirle que su hijo superara la enfermedad, por
desgracia este murió. Juan de Araujo
sumido en la tristeza y la desesperación
visitó de nuevo a su Cristo para darle el siguiente mensaje:
“Que sepas que ya no vengo más a verte porque no has
querido salvar a mi hijo. Así que si quieres verme, vas a tener que ir tú a mi
casa”.
Pasados varios años, en el
año 1957, se celebró una “santa misión” que consistía en llevar a los barrios
las imágenes más importantes de la ciudad para así aumentar la fe de los más
humildes. Cuando el Gran Poder
procesionaba por el barrio de Nervión cayó una gran tormenta y los costalero
metieron la imagen en el primer lugar a cubierto que encontraron. Era el garaje
de Juan de Araujo. Cuando este vio al Cristo en su casa, su emoción fue enorme
ya que comprendió que El mismísimo Jesus del Gran Poder fue a visitarlo a su
casa.
La
Virgen de la Estrella es conocida como "La Valiente" porque en el año 1932, durante la República,
fue la única Cofradía que hizo su estación de penitencia durante la Semana
Santa. Fue apedreada en las calles Rioja y Tetuán, le lanzaron una bomba casera que no explotó y le dispararon tres tiros de
pistola en la plaza del Triunfo. A pesar de todo completó su recorrido hasta
regresar a Triana.
En la madrugada del año 1943 un tranvía
arrolló el paso de nuestra señora de la O cuando regresaba a su templo. De
manera milagrosa ninguno de los 36 costaleros que llevaban el paso, ni nadie
del público resultó herido, el paso quedó “siniestro total” y la imagen de la
Virgen no sufrió ni un solo rasguño.
En dos de los varales del palio de Santa Genoveva podemos encontrarnos con
los escudos del Real Betis Balompie y del Sevilla Fc, por supuesto que cada uno
de ellos está en un varal diferente.
Se cuenta que en los años 70 un padre y un hijo procedentes de Madrid
vinieron a ver la Semana Santa de Sevilla. Durante la madrugá decidieron ver la
estación de penitencia de la Esperanza de Triana. Al pasar junto a ellos el
padre no podía creer lo que estaba viendo, la Virgen lloraba de verdad. Cuando
se lo comentó a su hijo este incrédulo le comento que las lágrimas eran de
cristal y que seguramente se trataba de una simple ilusión óptica. Al año
siguiente volvieron a Sevilla y decidieron ver de nuevo a la Virgen. Cuando el
padre cruzo su mirada con la Esperanza de Triana este se quedó petrificado,
seguía llorando, llorando lágrimas de verdad. Al comentar esto de nuevo con su
hijo este insistió en que era un efecto del humo de las velas y que él no veía
nada. Cuando volvieron a Madrid el hijo murió de repente lo que sumió a su
padre en la más absoluta desesperación. Como homenaje a su hijo muerto decidió
volver por tercera vez consecutiva a la Semana Santa para ver a la “Trianera”.
Cuando se acercó el paso la miró a la cara esperando ver sus lágrimas, pero no,
no eran lágrimas lo que vio sino una sonrisa que lo dejo de piedra. Al
preguntar a la gente nadie había visto
lo que él. Es así como este hombre se dio cuenta que su hijo estaba en muy
buena compañía.
En el paso, junto al Cristo del Amor hay una pequeña figura que representa un pelícano. ¿Qué tiene que ver este pájaro con un sentimiento tan profundo como el amor? Dicen las leyendas que el pelícano cuando no tiene comida para darle a sus crías se arranca a picotazos trozos de carne de su pecho para alimentarlos y evitar así una muerte segura. ¿Qué mejor muestra de amor esta?
Recopilación: Cecilia, Jesús, Jenaro e Isabel.
¡¡¡Qué curiosas estas historias!!! gracias por compartirlas...y ¡¡que paséis buena S. Santa!!!
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