Al tratar el tema de las medicinas de nervios y su influencia en la sexualidad me viene siempre a la cabeza uno de los mejores ejemplos que se pueden poner: la película del prolífico Ron Howard titulad
a Una mente maravillosa, en la que Russel Crowe interpreta al matemático John Nash, quien a pesar de sus problemas psiquiátricos consiguió el Premio Nobel.
En esta película hay una escena en la que Crowe está en la cama con su mujer, la actriz Jennifer Connelly, en actitud totalmente pasiva, sin deseo sexual ninguno. La mujer le pregunta si es por la medicación y él responde que sí. En la siguiente escena aparece en la cocina la esposa gritando desesperadamente.
A Crowe no se le ocurre otra cosa que dejar de tomar la medicación y la va guardando en un cajón. Cuando le descubren, su psiquiatra, el actor Christopher Plumer, le pregunta por qué lo ha hecho y Crowe contesta que es para poder cumplir con su mujer, se entiende que sexualmente. El resultado es que tiene que empezar de nuevo el tratamiento y pasar por las mismas fases por las que ya ha pasado.
Yo podría ahora compararme con Crowe. Cuando me diagnostic
aron mi enfermedad (trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico, trastorno obsesivo compulsivo y estructura dependiente de personalidad) empecé a tomar medicación de nervios. Fue en 1992, año que coincidió con la muerte de mi padre y la separación de mi mujer, acontecimientos que contribuyeron a mi malestar general y mi depresión.
Pero estas primeras medicaciones de nervios no me afectaron la sexualidad. Funcionaba perfectamente, salvo algún gatillazo normal de vez en cuando como es lógico. Durante los años siguientes tomé multitud de tratamientos distintos, pero seguían sin afectarme la libido. En ese sentido yo estaba contento porque sabía que las medicinas de nervios afectaban la sexualidad, el deseo sexual , la erección, la eyaculación. No todas ni en la misma medida.
En los años noventa hice terapia de grupo y al final del año que duró la misma nos dieron una encuesta en la que figuraba en primer lugar la pregunta sobre si la terapia había mejorado nuestra vida sexual. El mismo psicoterapeuta, psiquiatra por más señas, el Dr.Gómez Sousa, ya nos advirtió que seguramente no habría mejorado nuestra vida sexual porque la mayoría de los miembros del grupo tomábamos medicación. Por fin un psiquiatra confesaba la relación claramente existente entre la sexualidad y la ingesta de medicamentos de nervios. Siempre mi psiquiatra, el Dr. Vélez Nogueras, afirmaba que no existía relación. Supongo que era una mentira piadosa.
En el año 2009, debido a la elevación de mi nivel de angustia, tremenda, me recetaron un antipsicótico, la Ziprasidona, de 40 mg.. Yo no padecía esquizofrenia. Era debido a mi nivel de ansiedad y la brutal angustia que padecía. Al principio no se resintió mi vida sexual, pero pasados unos meses dejé de tener eyaculación y empecé a tener problemas de disfunción eréctil. Leí el prospecto y venían las alteraciones de la sexualidad e incluso trastornos h
ormonales. De hecho me hicieron una analítica y la testosterona me daba por debajo de los niveles normales. Y aquí empezó mi calvario porque ya sí era como el personaje de Russel Crowe: no tenía deseo, no eyaculaba y tenía problemas de erección. Mi vida sexual se iba al garete. Aunque mi pareja al principio no se quejaba y se mostraba comprensiva, pasado un tiempo la comprensión se tornó lo contrario, como el personaje de Connelly. De hecho me abandonó, entre otras razones por mi falta de deseo y problemas de disfunción eréctil.
Fui al urólogo, el Dr. Ortiz, quien me dijo que los medicamentos de nervios eran los responsables de mis problemas sexuales. Me dijo que me tomara Levitra 10 mg..Otro urólogo, el Dr. Moyano, me recetó Cialis 20 mg.. Y mi psiquiatra Viagra 100 mg.. De estos medicamentos para la disfunción eréctil sólo probé Cialis. Conseguía con él la erección, pero no me duraba la suficiente. Era porque no tenía apetito sexual y no lograba la eyaculación. También una vez probé Levitra y pasó lo mismo.
A raíz del abandono de mi pareja me ingresaron en en ala de psiquiatría del Hospital Virgen Ma
carena. Allí me pusieron mucha medicación. Entre otras cosas me doblaron la dosis de la Ziprasidona. Y aquí fue donde mi vida sexual se acabó hasta el momento presente desde ese fatídico año 2009. En los últimos tiempos he conseguido reducir cinco pastillas y media la medicación, pero mi vida sexual no ha mejorado. Sigo con la libido muerta y cortado totalmente en mis relaciones con mujeres por mi miedo al rechazo por mi problema de disfunción sexual.
Tomo actualmente: Ziprasidona 40 mg. `por la noche, Clorazepato dipotásico 10 mg. mañana y noche, Lormetazepan 2 mg.por la noche, Alprazolam 1 mg.por la noche, Pregabalina 75 mg. mañana y noche, Escitalopran 20 mg.por la mañana y Mirtazapina 15 mg.por la noche. Mucha todavía, pero la necesito porque mi ansiedad alcanza niveles estratosféricos. Pero confío en ir reduciendo mi medicación lentamente como llevo haciendo varios meses.
Vivo con mucha angustia mi falta de vida sexual. Me coarta mi relación con las mujeres por miedo al rechazo por mi disfunción eréctil, pero tengo esperanzas puestas en el futuro en que la cosa cambie poco a poco.
C.